-¿Me va a doler mucho? –Preguntó Harry con cierto miedo en la voz.
Era un día antes de las vacaciones de Navidad, el único momento que habían logrado encontrar con Snape para realizar aquello que venían postergando hacía semanas. No exactamente porque quisieran hacerlo, entre las reuniones con los mortífagos a las que tenía que asistir Snape, últimamente más frecuentes por la desaparición de Narcissa y Draco, y las clases privadas que Harry tenía con Dumbledore, no habían logrado encontrar otro momento.
Esa noche, una vez que sus compañeros se hubieron dormido, Harry se colocó la capa de invisibilidad y salió sigilosamente de la habitación como ya tenía costumbre. Mientras iba por los pasillos, cerciorándose de no encontrarse con Filch o su gata, pensaba cómo había llegado a esa situación; recordaba perfectamente la primera vez que golpeó la puerta de las habitaciones privadas de Snape, sólo que no sabía exactamente por qué lo había hecho, simplemente esa noche se levantó de la cama y sus propios pies le llevaron hasta allí; cuando el hombre le abrió la puerta y le dejó pasar sin siquiera interrogarle por qué estaba fuera de la cama a esa hora, supo que era lo que estaba necesitando. Y esa noche fue la primera de muchas más. No iba de seguido al principio, tal vez dos o tres veces en un mes, pero para el final del año escolar ya se habían convertido en encuentros casi diarios.
Una vez que llegó a las habitaciones de Severus, la firme decisión que había mantenido durante todo ese tiempo, empezó a flaquear, y nuevamente se presentó la duda más importante que tenía: ¿Podría soportar el dolor?
Claro que su vida no había sido un lecho de rosas exactamente, sabía qué era el dolor de los golpes y cómo debía soportarlo. Pero esto iba a ser completamente nuevo.
-No puedo mentirte –contestó con suma paciencia el hombre. Paciencia que, sorprendentemente, sólo tenía para Harry –Sí te dolerá, pero será nada más al principio –aseguró –Sabes que no tenemos que hacerlo hoy, podemos esperar hasta que te sientas con más seguridad sobre esto –Severus no iba a forzarle, lo que menos quería era terminar lastimándole; su cuerpo parecía tan frágil que por un momento se arrepintió de habérselo propuesto en primer lugar. Pero ¿quién podía culparle por querer hacerlo? Ya llevaban en eso casi un año, y si era sincero consigo mismo, no quería retrasarlo por más tiempo, pero estaba en Harry decidirlo, después de todo se trataba de su cuerpo.
-No. Yo quiero –la mirada que le dirigió era decidida, pero su lenguaje corporal decía todo lo contrario –Sólo que…
-Tienes miedo –completó la frase Severus, y Harry asintió con una sonrisa culpable.
El hombre se dirigió a una mesa que estaba en un costado de la chimenea donde tenía un par de botellas de bebidas, analizó por unos segundos cuál sería el indicado para esa situación y se decidió por el whisky de fuego; lo sirvió en dos vasos pasándole uno, sin decir palabras.
-¿Quieres embriagarme? –Preguntó con una ceja alzada, gesto que había aprendido a imitar muy bien de Snape.
-Si eso garantiza que te relajes –contestó encogiéndose de hombros, pero como Harry no tomó el vaso, se rectificó –Si quisiera hacerlo así, lo hubiera hecho hace mucho tiempo, pero yo no quiero forzarte a nada. ¿Lo entiendes? –Harry asintió y tomó el vaso que le ofrecía. Sabía que Snape nunca le dañaría, y si ahora estaban en esas circunstancias era porque ambos lo habían decidido libremente después de mucho tiempo de haberlo hablado –Esto es sólo para que te tranquilices y no te sientas con tanto miedo.
Harry bebió casi de un solo trago el contenido del vaso, lo que le provocó cierto escozor en la garganta que le hizo toser, pero fuera de eso lo llevó muy bien. Severus le sonrió con un gesto burlón antes de comenzar a hablarle sobre diferentes temas para distender el ambiente y hacerle olvidar el miedo. Claro que estaba ansioso para empezar cuanto antes, pero no por eso lo haría mal, pensó armándose de toda la paciencia que carecía para hacerle sentir bien.
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MASQUERADE
FanfictionHarry se escabulle de su habitación en la torre de Gryffindor cada noche después de que sus compañeros se hubieran dormido. "¿Qué es lo que hace?", se pregunta Ron una noche y decide seguirle. Grande será su asombro al verle entrar a las habitac...