Capítulo 17

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   DOS DÍAS ANTES DE LAS VACACIONES DE NAVIDAD…

   Hogwarts.

   Había sido una de las noches más larga de su vida, más incluso que aquella vez que estaba preparándose para rendir sus TIMO’s, y es que en esta ocasión no sólo estaban en juego sus excelentes notas, sino (aunque pareciera un poco drástico decirlo) su propia seguridad y la de muchos otros.

   Por eso es que esa noche había estado despierta pensando, intentando encontrar el verdadero meollo en toda esa historia que sentía, le estaba haciendo mucho ruido desde hacía semanas; porque sabía que el hecho de que la sangre pura Christine Black le llamara con el nombre de un cuento infantil muggle, no había sido lo único que llamó su atención el día anterior. No, también había otra cosa. Algo entre Snape y ella.

   No había estado muy segura al principio, pero durante la noche, cuando al fin pudo recostar su cansado cuerpo, consiguió pensar con más tranquilidad, llegando a darse cuenta de algunos pequeños detalles que pasó por alto con anterioridad, cosas que incluso también escuchó comentar a los otros profesores mientras fingía limpiar para ellos. No tenían nada muy claro, evidentemente, pero había ciertas actitudes en Christine Black que se podían ver, si uno sabía observar con atención, que no correspondían exactamente a un protegido de Lord Voldemort.

   “Su falta de sadismo es una señal evidente”, pensó recordando que la única maldición que le vio usando contra los “elfos domésticos” era el hechizo punzante, y eso no era siempre, ella más bien parecía contentarse con ejercer la humillación. “Al igual que el profesor Snape”.

   Eso nuevamente le llevaba al tema principal: la relación de familiaridad que existía entre Snape y Black.  

   Hermione había notado, por ejemplo, las miradas que compartían entre ellos (lo que le hizo al principio pensar que podría tratarse de Harry disfrazado o camuflado como una mujer), como si se entendieran sin necesidad de palabras; el que parecía que no podían estar mucho tiempo lejos uno del otro (más en el caso de ella, según llegó a advertir las veces que sirvió al hombre), porque enseguida Christine Black cambiaba su actitud comportándose de manera más accesible, como había escuchado decir a la profesora McGonagall.

   Ahora entendía qué había sido lo que también le llamó la atención el día anterior: la manera en la que Snape se dirigió a ella, la forma que le miró cuando entró al despacho… Todo eso hablaba de una relación entre ellos por demás extraña, ya que si Harry era el esposo (la palabra le resultaba extraña aun al pensarla) del profesor Snape, ¿quién era Christine Black en esa relación?

-¿Dobby? –Susurró en el silencio del salón vacío.

   El pequeño elfo apareció con un suave chasquido frente a Hermione, restregándose las manos nerviosamente por estar incumpliendo la nueva orden que regía en Hogwarts de no acudir al llamado de ningún alumno. Pero ella no era cualquier alumno, pensaba Dobby al haber decidido aparecer, ella era la mejor amiga de Harry Potter, y todos los amigos de Harry Potter eran sus amigos también.

>Sé que te comprometo al haberte llamado –murmuró apresuradamente Hermione –Pero necesito que hagas algo por mí –sacó un pergamino doblado del bolsillo de su túnica y se lo entregó –Necesito que le entregues esto a Ron, es importante.

   La chica respiró más tranquila cuando Dobby desapareció llevándose el pergamino, necesitaba poder contarle a alguien sobre sus sospechas o terminaría volviéndose loca con tantos pensamientos dando vueltas en su cabeza.

-Pero qué tenemos aquí.

   La voz susurrada a sus espaldas hizo que saltara del susto y se girara con rapidez. En la puerta estaban Alecto y Amycus Carrow con sus varitas en la mano.

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