Capítulo 25

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Había transcurrido casi un mes desde que eliminara el horrocrux que más trabajo le había llevado porque, a diferencia de los anteriores, éste estaba dentro de un ser vivo... de la persona que más quería, no hubiera sido lo mismo si se trataba de la serpiente, por ejemplo, a esa sabía que con gusto le eliminaría sin preocuparse del contenedor. Pero en este caso era diferente, si incluso el dolor que le había tenido que provocar para eliminar esa parte oscura que llevaba dentro, lo había sentido como propio en cada fibra de su ser, por lo que luego de ese sufrimiento, a modo de reparación se había quedado a su lado todo el tiempo que sus obligaciones le permitieron, pendiente de cualquier cosa que pudiera llegar a necesitar, hasta que estuvo seguro que su evolución estaba siendo favorable, que era lo que más preocupado le tuvo durante los días sucesivos de la eliminación.

Durante ese tiempo también había intentado encontrar ese otro horrocrux del que por casualidad había descubierto que estaba en Hogwarts, ya que mientras que eliminaba el parásito de alma de su interior, para cerciorarse de no estar causando ningún perjuicio, había entrado en su mente, y allí fue que tropezó con los vestigios de algunos pensamientos del Lord Oscuro, débiles ya por estar cortando la conexión que le unía a él, pero los suficientes para saber que había escondido una de sus abominables creaciones en el colegio. Le llevó tiempo saber dónde exactamente, pero cuando lo descubrió... no pudo hacer nada. La Sala de los Menesteres era impenetrable.

Acababa de encontrar dónde estaban todos los alumnos "desaparecidos" de los últimos meses.

Severus hubiera querido maldecir a Longbottom, todos sus ancestros y descendientes (si llegaba a tenerlos), pero a Christine no parecía haberle gustado la idea.

Lo único bueno hasta el momento era que el Lord parecía que iba a mantenerse con (lo que podía llamarse) un perfil bajo, seguramente aun temeroso de haber perdido tantos horrocrux, pensaba Severus, aunque sabía que no por eso podían dejarse estar porque era seguro que no permanecería así por mucho tiempo más.

Otra cuestión en la que no podría dejarse estar, y que lo mantenía alerta, era Narcissa, en la que había empezado a notar comportamientos extraños, cuestión que no podía decir que le sorprendiera realmente, después de todo no se podía confiar ciegamente en un Malfoy, por más que en su momento hubiera parecido que estaban en el mismo bando. No le quitaría el ojo de encima a esa mujer, siempre que pudiera.

Y por otro lado también tenía a los Carrow, quienes luego de que el Lord les castigara por perder a dos de los mejores amigos de Potter que hubieran podido servirles para atraer al chico en el momento justo, se tornaron más sádicos si era posible, como si quisieran desquitarse con todos aquellos nacidos de muggles y mestizos que no habían desaparecido aun del castillo. Algo en lo que Severus muchas veces debía intervenir antes que se saliera de control, como fue en el caso de Michael Corner al que torturaron durante el almuerzo (enfrente de todos para que sirviera de escarmiento), porque había liberado a un niño al que los hermanos habían encadenado en las mazmorras como castigo.

Las cosas no estaban para nada bien en el castillo...


Severus se despertó esa noche al escuchar ruidos en la sala comedor de la Torre de la dirección donde residía, por lo que se levantó varita en mano y preparado para lo que pudiera suceder, porque aunque podía tratarse sólo de Christine que se había levantado por alguna razón, no podía confiarse. Con pasos suaves para no hacerse notar, se dirigió a la sala... encontrándose con una escena que no se esperaba en absoluto.

No se animó a dar otro paso hacia delante ni encender las luces de la sala que estaba en penumbras dificultándole la visión, temiendo que el ambiente de paz, que parecía que habían intentado crear, se rompiera ante un solo movimiento de su parte.

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