Capítulo 27

894 92 25
                                    

Narcissa terminó de escribir la carta para su hijo antes de cerrarla y sellarla para que sólo él pudiera leerla; le había llevado tiempo porque no era una de esas mujeres que saben expresar sus sentimientos, no había sido educada para eso, pero Draco era toda su debilidad y quería al menos que él supiera de ese hecho por medio de sus palabras escritas, ya que nunca se lo había escuchado decir. Y tal vez nunca se lo escucharía.

Salió de su habitación y se dirigió a la del muchacho, pasando la carta bajo la puerta porque estaba segura que él no querría hablarle, como venía haciendo en el último tiempo; así que por más que quisiera despedirse de él no hubiera podido. Y de todos modos no quería hacerlo tampoco realmente, sabía que nunca podría dejarle atrás si le veía en ese momento, y lo que estaba a punto de hacer, tenía que hacerlo sola.

Ya cuando todo terminara, cuando ellos vencieran gracias a la información que estaba dispuesta a darle al Lord, su querido Draco al fin estaría a salvo. Al fin tendría una vida como la que se merecía y anhelo siempre darle.

Miró la puerta de la habitación de su hijo por última vez, y aferrando entre sus manos la varita que le robó al despistado de Sirius Black, se apareció cerca de las puertas de su mansión sin ningún contratiempo. Antes de llamar para que le abrieran, se hizo unos cortes y simuló golpes en varias partes de su cuerpo y ropa, luego, y con suma repugnancia, se manchó con barro, sabiendo que si todo salía bien sólo tendría que soportarlo por unos minutos y luego ya podría limpiarse. Todo para que su historia sonara realmente creíble.

-Querida Cissy -dijo Bellatrix cuando acudió a atender la entrada - ¿Qué te sucedió? -Preguntó dejándole entrar, su voz sonando un tanto apremiante como si en verdad le preocupara el bienestar de su hermana. Pero Narcissa sabía muy bien que no era así, que incluso hasta podía ser que Bella ni siquiera recordara que ella estuvo "secuestrada" durante todo ese tiempo que no le vio por allí.

-Logré escapar de esos malditos -contestó de todos modos, adentrándose al que consideró como su hogar por muchos años, pero que en ese momento le resultaba irreconocible -Tengo que hablar con nuestro Lord, hay un traidor en nuestras filas -agregó, la voz débil y cansada.

-¿Quién es? -Exigió saber Bella, sus ojos brillando con la locura que le caracterizaba -Dime quién es y lo mataré yo misma.

-No, deja que nuestro Lord se encargue de ellos -indicó -Él sabrá cómo castigarle de una manera que nadie nunca olvidará jamás. Sólo avísale que estoy aquí, pídele que llame a todos a una reunión. Yo iré a limpiarme, no puedo presentarme así ante él.

Antes de que Bellatrix pudiera decirle algo más, entró a su habitación; había sido totalmente providente que fuera su hermana quién le abriera, no pasaría mucho tiempo antes de que todos supieran que ella había regresado a la Mansión y contó lo que había sucedido.

"Espero que estés preparado Snape. Nuestro Lord no tardará en llamarte", pensó dirigiéndose al cuarto de baño para limpiarse de toda esa suciedad que llevaba encima; debía actuar rápido pero con suma cautela a partir de ese momento si quería que todo saliera como lo había planeado.

Una vez que se cambió a una ropa limpia, llamó a uno de sus elfos domésticos para poner en marcha el siguiente paso de su plan: liberar a los prisioneros de las mazmorras. Por supuesto que dejándoles claro quién les había ayudado, no iba a perder la oportunidad de que luego se sintieran en deuda con ella; porque, por más que estaba segura que ninguno de los que estaba allí era alguien que valiera realmente la pena, siempre era bueno tener quien te debiera un favor en los estratos más bajos de la sociedad. Nunca se sabía cuándo pudieras llegar a necesitar algo de ese tipo de gente.

MASQUERADEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora