—¡Lo que sea que haya sido yo no lo hice! —Tony tenía un rostro asustado además de tener un pie fuera de la ventana dispuesto a aventarse.
—¡¿Y por qué estás tratando de escapar?! —Pepper sin pensarlo le arrojó un lapicero.
—Es la costumbre. —se reincorporó el castaño. —Ahora si, ¿Qué pasó?
—¡¿Me puedes explicar por qué rayos te han estado llegando paquetes y mensajes de gente degenerada?! —nuevamente la pelinaranja estaba dispuesta a atacar a Stark.
—No sé. —se sentó en su silla. —Pero yo no he recibido nada. —dijo curioso.
La vena de furia en el rostro de la mujer palpitó demostrando que su enojo estaba ascendiendo. —¿Cómo que no sabes, pedazo de lata oxidada?
—¡Oye! —se sorprendió el castaño. —¿Por qué me regañas? —Hizo un puchero. —Yo no hice nada malo... Aun.
—Muy bien, te lo voy a explicar de otra manera. —respiró hondo para calmarse un poco. —A ver, tu, el queridisimo Iron Man, dueño de Industrias Stark, play boy, filántropo y millonario.
—Este... —A Tony no le gustaba po donde iba la cosa.
—¿Por qué publicaste un mensaje queriendo que una persona te meta un dildo por el ano en una página de internet para personas pervertidas y degenerdas? —y nuevamente se dispuso a atacar al genio.
—No recuerdo haber publicado algo así... Y tampoco me he puesto borracho. —intentó calmar a su amiga. —Además no lo publicaría, solo es cuestión de que vaya con disposición de ligar y listo.
—Eso no ayuda, Tony. —suspiró vencida Pepper.
