—¿Entonces no has jugado con él? —le cuestionó mientras caminaba hacia el sofá para sentarse, después de todo Steve había llegado a una sala. —Estarás idiota. —se burló.
—Muy pronto jugaré con él. —Steve se encogió de hombros. —Solo que me excita la idea de corromperlo.
—Yo lo tomaría a la fuerza. —se rio. —Hacerlo llorar mientras lo hago mío. —miró al capitán con sorna. —Desgraciadamente no se puede.
—¿Y tu qué? —el rubio frunció el ceño, no le gustaba que se refirieran así con Tony, que ya había proclamado como suyo por cierto. —Si te atreves a tocarlo, te mato.
—Inténtalo si puedes. —le retó sin temor mientras le sostenía la mirada. —Ni siquiera podrás hacerme un rasguño.
—No juegues con mi paciencia... —Steve agudizó su mirada para provocar miedo, no obstante, parecía que no funcionaba. —Dejando eso de lado, ¿Cómo te fue a ti?
—Pues... Fue entretenido... Es todo lo que diré por el momento. —se recargó más en el sofá.
—Estás igual que yo. —el rubio sonrió con burla.
—Así es... —suspiró. —Solo espero el momento adecuado, es todo aunque se me ocurren muchas cosas.
El Capitán se cruzó de brazos. —A mí me fascinó la idea de doblegación.
—¿Hacemos esa? —le sonrió con maldad. —No te miento, pero a mí también me gustó la idea.
—Por supuesto, solo esperemos el momento indicado. —ordenó el capitán.
—Tu no me mandas, yo hago lo que se me plazca. —dijo con orgullo. —Pero no me queda de otra que esperarte. —se levantó y caminó hacia el pasillo.
—¿A dónde vas? —Steve preguntó sin interés alguno.
—Voy a divertirme un rato, no me esperes. —levantó la mano para despedirse.
