Tony estaba de camino a su habitación, ya era de noche y había tenido un día largo y pesado lleno de trabajo además de pelear con Rogers y solo porque había desobedecido una orden, pero al salir todo bien decidió darle el “avionazo” al capitán.
Entró a su habitación y al encender la luz casi le da el infarto cuando vio a su pareja completamente desnudo y con un taparrabos para más curiosidad.
—Hola, chimichanga de metal. —coqueteó Wade con una rosa en la mano, la deslizó por sus piernas y luego la llevó a su rostro para olerla. —Todas las flores se quedan atrás contra ti si de belleza hablamos. —le mandó un besito muy cursimente.
Tony tuvo un tic en el ojo con una sonrisa de lado. —Wade, te he dicho que no aparezacas así en mi habitación, pareces un acosador.
—Presten atención porque aquí es donde lo convenzo de hacer el delicioso. —Wade habló hacia la nada.
—¿Con quién hablas? —no lograba entender por qué Wilson hablaba solo muchas veces, como si entablara una conversación.
—Con mis fans y me dicen que quieren vernos hacer cositas sucias. —sonrió lujuriosamente, estaba a punto de quitarse el taparrabos.
—¡Oh, no! —Tony se molestó un poco, todavía sentía el dolor en su cadera de la última vez. —¡Ni lo pienses!
—Pero...
—No me obligues a castrarte, al fin y al cabo te vuelven a crecer. —Stark se cubrió de un aura tenebrosa mientras se acercaba a su pareja.
—¿Nuevos fetiches, eh? —Se levantó de la cama y se paró sobre ella. —Y yo te bailaré para excitarte.
—Wade, en serio, hoy estoy muy cansado para esto pero me estás convenciendo... —Tony se detuvo ya que escuchó una voz detrás de él.
—¡Santa madre de Dios! —Clint estaba en la puerta ya que Tony no la había cerrado debido al susto que se dio al ver a Wade en su cama. Al rubio cenizo se le había ocurrido ir por algo de comer y ahora se arrepentía de todo. —¡¿Qué es eso?! —señaló a Wade. —¡Tony, hay un monstruo en tu cama!
Wade detuvo su baile sensual. —¿Qué pasó, flechitas? Más respeto para el amigo... —habló falsamente triste.
—Hola, Clint. —suspiró cansado Tony llevándose una mano a su rostro. —Nunca imaginé que mi pareja sería más descarada que yo... —susurró para si mismo.
