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- Soy hetero, como mierda se te ocurre que me enamoraría de ti teniendo a semejante mujer como esposa.

Al menos no le dijo que le daba asco o repulsión el saber que gustaba de él, han pasado dos semanas desde aquella fatídica confesión, aquella en la que solo uno de ellos salió con algo de provecho mientras el otro se encuentra inconsciente en el suelo de su habitación.

Juntas canceladas, reuniones sin su presencia, proyectos pausados, viajes sin confirmación, documentos en espera, todo se había detenido debido a la ausencia del peliverde. ¿Cómo pudo debilitarse tanto?

Botellas y botellas adornan el suelo y con ellas pedazos de vidrio de lo que antes solían ser vasos, la luz es inexistente en aquella habitación y el único ruido que se escucha es la respiración de aquel chico acompañada por susurros y un débil llanto. Se juró a si mismo ser fuerte y no llorar, pero eso fue imposible después de regresar a casa.

¿Qué paso realmente para provocar que Roronoa Zoro se encuentre de esta forma? Todo iba bien, al menos los días previos a aquella cena, los proyectos y nuevos contratos venían a montones gracias al gran impacto que tuvo su construcción, estaba en el auge pero no todo dura para siempre.

Aquella noche se había puesto realmente apuesto con el simple fin de impresionar a su cita, se perfumo cosa que había dejado de hacer después de salir de la Universidad, se peinó y coloco sus mejores accesorios todo en sincronía de aquel traje*, si iba a ser rechazado quería que fuese con su mejor versión de sí mismo.

Pidió ser llevado con minutos de antelación solo para poder asegurar que todo saliera bien, estaba nervioso eso se podía notar a kilómetros de distancia, en múltiples ocasiones salió al balcón en busca de aire fresco pero realmente eso no ayudaba, y entonces llego el momento.

- Veo que te has esmerado en esta cena - Escucho aquella distintiva vos detrás suyo*  - ¿A qué se debe?

- Toma asiento - Se dio la vuelta después de tomar una gran bocanada de aire y soltarla en un suspiro - ¿Tu esposa?

- Se ha quedado en casa, Nami-swan debe cuidar esa bella piel que tiene.

- Si, lo supongo - Dijo una vez tomando asiento al igual que el contrario - ¿El matrimonio va bien?

- ¿A qué se debe la pregunta?

- Es de mala educación responder una pregunta con otra - Tomo el vino y comenzó a servirlo en ambas copas - ¿El viejo no te enseño modales Cejas?

- Haz estado evitándome todo este tiempo y lo primero que preguntas es por mi matrimonio - Contesto molesto aquel cocinero - Vaya forma de empezar.

- He estado ocupado.

- Claro.

Y después de eso el ambiente se tornó tenso, ninguno de los dos tenía temas de conversación y los pocos que tenían eran finalizados con: Si por supuesto, en verdad. Que gran ambiente para una cena, el tiempo corría al parecer con rapidez, porque el momento de decir la verdad antes de irse había llegado y Zoro tenía más nervios como nunca antes los había tenido en su vida.

- ¿Cejas? - Pregunto juna vez aquel joven mesero limpiaba la mesa y dejaba un par de copas de vino.

- ¿Dime? - Pregunto extrañado Sanji ante aquel tono de voz.

- Tú... - Comenzó diciendo mientras desviaba la vista a aquel reloj en un intento de encontrar la valentía que necesitaba en esos momentos - Tú me preguntaste porque te había estado evitando y por qué era que me comportaba así.

TENIAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora