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- Me gustas - Esas palabras resonaban en su mente una y otra vez - Mejor dicho... estoy enamorado de ti - Su corazón bombeaban con fuerza y su piel se erizaba casi al instante en que esa frase se repetía una y otra vez en su mente, aún recuerda todo perfectamente incluso siendo que ocurrió días atrás.

- Sanji- san - Pronuncio un pequeño mozo de cabellos rosas* - Sanji-san - Volvió a hablar en un intento de atraer la atención de su ahora maestro - Sanji-san - Dijo por última vez mientras colocaba una mano sobre el hombro del mencionado.

- ¿Dime? - Volvió en si sacudiendo un poco su cabeza como si eso fuese suficiente para olvidar todo.

- ¿Cómo hace que la comida sepa diferente? - Pregunto con curiosidad ganándose una mirada extrañada del dueño del restaurante.

- ¿Diferente? ¿En qué aspecto? - Pregunto esta vez Sanji, tratando de entender a que se refería aquel pequeño aprendiz.

- Su comida no es la misma, no se parece a la de los mejores restaurantes del mundo, ni mucho menos a la de mi propia madre - Se ajustó sus lentes antes de proseguir - Su sabor es simplemente diferente a las demás ¿Cómo lo logra?

- Simplemente lo haces con dedicación y esmero - Comenzó a relatar mientras se llevaba un cigarro a sus labios para después prenderlo - Dependerá de lo mucho que te guste o no hacer algo - Concluyo después de recitar aquellas palabras que un día su propio padre le dijo a él - Mi comida sabe así porque amo mi trabajo.

- Pero... - Pronuncio con miedo antes de callar sus propias palabras. Era su primer día y no quería arruinar su oportunidad de oro solo por querer saciar su curiosidad.

- ¿Pero? - Pregunto Sanji incitándolo a terminar aquella frase que comenzó momentos atrás.

- Su comida sabe diferente a la de antes - Pronuncio con miedo y en un tono bastante bajo pero audible - Su comida siempre ha sabido bien, la mejor que he probado - Relato de forma rápida tratando de compensar el anterior comentario.

- ¿Y a que sabe exactamente? - Volvió a preguntar mientras se dirigía hacia la cocina en compaña de aquel chico.

- A hogar. Como si la comida tuviese kilos y kilos de amor y cariño - Los ojos de aquel pequeño joven comenzaron a brillar conforme hablaba - Su comida produce alegría y calor, como si volviera a casa después de mucho tiempo.

- Supongo que para cada uno la comida sabe diferente - Abrió la puerta pero antes de ingresar a la cocina se detuvo y giro su cuerpo - Pero me alegra saber que eso causa mi comida en las personas.

Y sin más entro a la cocina con una sonrisa en el rostro y las mejillas sonrojadas, era la primeras que alguien tenía la valentía de hablar sobre su comida y encima de eso, elogiarla de una forma única ¿HOGAR? Acaso existe ese sabor, realmente no estaba seguro y poco le importaba, si su comida tenía ese sabor era algo de admirarse y sobre todo de admirar de aquel nuevo aprendiz.

Bajo la mirada mientras la cocina poco a poco se iba llenado de ruido y gritos por parte de los demás cocineros, Sanji se encontraba inmerso en sus propios pensamientos, pero sin olvidar su obligación, sus comidas ya no se quemaban ni quedaban crudas, tampoco se pasaba de sal o picante, simplemente volvían a ser las de antes.

- Si el amor y alegría tuvieran un sabor - Escucho a lo lejos, pero tratando de no prestar atención - Sin duda sería la comida de Sanji-san.

Soltó una pequeña risa antes de volver a su rostro serio, con ayuda de su cabello cubría parte de sus mejillas con el fin de ocultar el sonrojo cada vez más notorio. Después de aquel comentario, su rostro se encontró adornado por una radiante sonrisa y un leve sonrojo en sus mejillas.

TENIAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora