Teresa se inclinó hacia delante, con los ojos brillantes.
—Una ruta de escape... ¿El zarcillo llega al mundo, no es necesario cruzar el fulgor?
—Si. Vuestro linaje puede utilizarlo.
La Matriarca entrecerró los ojos. A Julia le pareció por primera vez fatigada.
—Hay algunas manadas que nos deben favores... creo que puedo repartir a mi gente y conseguir cobijo para todos, una vez salgamos de aquí.
—¿Piensas dividir a la familia? —Teresa retrocedió, mirando a su abuela con incredulidad.
—No lo hagas —Rodrerich dio un paso al frente—. Os ofrezco refugio en mis tierras, Matriarca. Venid a Rendalen. ¿Cuántos sois?
—Quedamos unos setenta, incluidos los lobos.
Rodrerich asintió.
—Estaremos apretados este invierno, pero puede arreglarse.
—Rey Lobo, si estás haciendo esto por Julia, debo ser sincera: Lo que hiciera por ti, solo a ella se lo debes. Julia no es linaje.
—No pondría la mano en el fuego por ello, Matriarca. Reducido a puro instinto fui derecho hacia sus faldas. —Dedicó a Julia una de aquellas sonrisas afiladas y volvió a ser el Rodrerich que ella había cuidado, no el que podía decidir el destino de setenta almas. Por un momento—. No hago esto por gratitud. Durante dos siglos hemos estado retrocediendo frente al Enjambre; si una manada cae, las vecinas se pelearán entre sí por migas de su territorio antes que unirse contra la amenaza común.
Hizo un arco con la mano, envolviendo el graderío y la sala vacía.
—¿Cuánto se ha reducido la manada de Mesas de Piedra desde que este santuario se construyó? Refugio de Hielo ha sufrido menos que la mayoría, y sin embargo éramos cuatro veces más en tiempos de mi tatarabuela. Estamos perdiendo esta guerra. Y si la estrategia del Enjambre se ha vuelto aún más agresiva, no nos queda tiempo. Tenemos que colaborar.
Se hizo un silencio. Teresa golpeó con los nudillos el escaño, nerviosa.
—Abuela, cualquier oportunidad de mantener a la familia junta...
La Matriarca alzó la palma, pidiendo a su nieta silencio.
—¿Esperas que Refugio de Hielo tenga que pelear pronto? Habéis derrotado a una reina adulta... puede que se lo piensen, durante un tiempo.
—Quiero pasar a la ofensiva, y unir fuerza con otras manadas. Y eso significa luchar con ellas. De un modo u otro vamos a pelear. Entiendo que tu gente ha pasado por mucho ya y que no quieras...
—Hemos sufrido una derrota completa —interrumpió Teresa—. Y hemos perdido a nuestra gente. Yo por mi parte, abuela, quiero una oportunidad de devolver el golpe, y solos no podemos...
—No se trata de lo que tú quieras, Teresa. Sino de lo que necesita el clan.
La Matriarca habló con una voz que hizo a Julia desear tirarse panza arriba y ofrecer el cuello. Teresa solo unió las manos tras la espalda, mientras se mordía los labios.
—Si deseas deliberar entre vosotras mi oferta, Ilbreich y yo podemos esperar fuera. —ofreció Rodrerich
Olaya se puso en pie y extendió el brazo. Parecía galvanizada.
—No hay nada que deliberar. Una manada rota no tiene esperanza. Y es mejor mil veces ir a otra tierra como una fuerza aliada que como refugiados acogidos a desgana.
Rodrerich se acercó y ambos cerraron la mano a la altura del antebrazo del otro. Después él inclinó la cabeza en dirección a Teresa.
—Celebraré tener a tus cambiantes a mi lado cuando tenga que entrar en el próximo nido.
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Rey Lobo
WerewolfCuando Julia rescata a un perro maltratado, no sospecha que ese acto la arrastrará a la guerra entre el Pueblo Lobo y el Enjambre, y a un dédalo de traiciones y venganzas seculares. Pero también conocerá un amor feroz, lealtad y una nueva familia do...