Miércoles, 2:59 pm.
Atados.
Los alumnos habían sido devueltos al interior del edificio, divididos en grupos con tres hombres de guardia para cada uno. El edificio se encontraba rodeado, las puertas de salidas cerradas, al igual que las entradas. Los profesores habían sido asesinados a sangre fria, al igual que el único guardia de seguridad.
Las chicas fueron puestas en un aula diferente, al igual que los hombres, ambos géneros divididos en grupos.
Hace un rato, habían enviado un vídeo con los cuerpos de los recién fallecidos, pidiendo dinero como parte del rescate. Las sirenas de las patrullas policiacas se escuchaban con todo el esplendor a las afueras.
Les habían atado las manos por detrás de la espalda a todos.
Entre medio de la trágica tragedia que estaban viviendo todos ellos, allí, en el aula de mujeres, en medio de todas ellas se encontraba una chica apartada, de tes blanca con pelo castaño. Con la vista fija en una de las ventanas que daban una vista al exterior donde las patrullas se habían estacionando y donde más hombres uniformados apuntaban hacia el edificio con recelo. Ella miraba por la ventana pero realmente no prestaba atención a lo que sus ojos veían, estaba pérdida en sus pensamientos. Desde que todo había empezado, no había derramado ni una sola lágrima.
Se había asustado, eso no cabía duda pero había tomado la decisión de mantener la calma, alarmándose no conseguiría nada. Además de que ella pensaba que si se mostraba débil ante los ojos de esos hombres que la habían privado de su libertad y la apuntaban constantemente con un arma, significaría darles placer de verla asustada y muerta del miedo y ella no estaba dispuesta a satisfacer a nadie. Pero también estaba agradecida porque su mejor amiga no estuviera viviendo ese acontecimiento amargo y hubiera decidido ausentarse ese día.
Ella sabía, que ahí afuera, en medio de todos esos hombres uniformados con una placa en el pecho, había un hombre de cuarenta años dispuesto a sacarla de ese apuro y no permitiría que nada le pasara. Primero recibiría un balazo en la frente antes de dejar que alguien la tocara.
El coronel Reeves miraba con frialdad el edificio escolar donde su hija se encontraba secuestrada, dentro de el también estaba la hija de su compañero, el comandante Stevens. La noticia corrió como pólvora por las estaciones, un secuestro repentino en una de las escuelas de la ciudad. El sabia que esto no era algo fácil de lidiar, era algo delicado, vidas se encontraban en peligro, incluyendo la de su hija y la hija de su compañero. El vídeo había sido subido a una de las redes sociales más usadas, facebook. Millones de personas habían visto en tan solo segundos, las desgarradoras imágenes de los cuerpos de los profesores, junto con el de una estudiante a un no identificada.
De tan solo recordarlo, un escalofrío recorría su cuerpo de pies a cabeza. Esa podía haber sido su hija pero el sabia que no era así, su hija era inteligente y astuta, sabia que, no importaba lo que pasase ella siempre mantendría la calma hasta al final al igual que su esposa y el. Gracias a ello, el sabía que debía mantener la calma y pensar con inteligencia, si de verdad querría sacar de ahí a su hija con vida.
Uno de los oficiales a cargo de la situación lo llamo para comunicarle los siguientes movimientos estratégicos que estaban dispuestos hacer.
Un helicóptero de noticias sobrevolaba por el área, transmitiendo en vivo desde el aire la situación, haciendo que millones de personas se enteraran de lo que estaba ocurriendo.
Dentro del edificio estaba surgiendo el infierno. Los pasillos estaban llenos de gritos, estaban abusando de dos chicas sin contemplaciones, golpeándolas en el rostro para que se callarán y amenazándolas para que se mantuvieran en silencio o sino les cortarían la garganta.
En el aula de las mujeres, las chicas se mantenían en el suelo por orden de los hombres armados. Lloraban en silencio entre ellas, intentando consolarse por la pesadilla que estaban viviendo en carne propia. Rogándole a Dios porque todo acabará pronto y pudieran salir con vida de esto, también pidiendo piedad por sus compañeras que se encontraban siendo abusadas sexualmente.
La chica apartada de las demás, se mantenía con los ojos cerrados, intentando bloquear los gritos de dolor y angustia de sus compañeras. Si los oficiales no actuaban con rapidez, ella podría correr el mismo camino que ellas y nadie podría evitarlo, ni siquiera ella misma.
Los minutos pasaban con más lentitud de lo usual, como si el tiempo quisiera alargar más su sufrimiento.
El hombre a cargo de la situación, negociaba con los oficiales para liberar los estudiantes rehenes pero no se le veía muy contento que se dijera. Al parecer ellos no habían entendido muy bien de lo que el era capaz de hacer. Así que, enojado por la incompetencia de ellos, se adentro en los pasillos de la escuela, primero parando en el aula de los hombres y tomando uno de los alumnos que tenía el rostro golpeado y sangraba por la nariz. Luego fue al de las mujeres y tomo una alumna que sollozaba a gritos que la dejaran en paz y que no le hicieran nada.
Los llevo hasta el patio principal donde los oficiales se encontraban, causando un gran escándalo por su aparición.
Sin contemplaciones los empujo, dejando que cayeran al suelo de rodillas y le arrebató a un arma a uno de sus hombres. Miro a los estudiantes que temblaban de miedo y lloraban con terror y sin más . . . disparo.
Los gritos de los espectadores que habían llegado al lugar, junto con el grito de las familias que habían llegado para saber que ocurría con sus hijos fue abrazador. No estaban muy cerca del lugar porque los oficiales no se lo permitían pero era suficiente para que pudieran apreciar como el los había matado sin medir palabra. Pero el grito de todas esas personas habían causado una enorme satisfacción en el interior de ese hombre sin alma.
Una vez satisfecho por las reacciones de todos ellos, se interno en el edificio.
"¿Viste lo que hizo ese tipo?"
"¡Los a matado por Dios!"
"¡Mi hijo!"
"Esto parece una película de terror."
Murmullos como eso se hacían escuchar en las afueras. Las alumnas se habían puesto más nerviosas, se habían llevado a otras de sus compañera y no la habían devuelto.
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Raptada por el enemigo.
Teen FictionLleve una mano temblorosa a mi costado, sintiendo como de este comenzaba a salir un liquido y como un dolor insoportable recorría cada parte de mi cuerpo. El me había disparado.