Rota.

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Viernes,5:00 pm

 Rota.

 —Por mi puedes morirte Stephen—escupo con furia, sintiendo como el agarre en mi cabello y barbilla se intensifican. 

El dolor que siento en mi pecho no se compara con nada que hubiera sentido antes. Ni siquiera se compara con el dolor de los latigazos o el disparo en mi costado. Parecen algo insignificante en estos momentos. Siento el vacío que se forma con cada segundo que transcurre. Siento tantas ganas de grita, pero simplemente no encuentro las fuerzas para hacerlo. Y lo que más me agobia es mi padre. Esta pasando por todo este proceso sólo, sin nadie que pudiera entender su dolor. Había perdido el amor de su vida y hasta el momento, había perdido por igual a su hija. De cierta manera se encontraba sólo y eso sólo hacia que mi corazón se encogiera. El me necesitaba en estos momentos de la misma manera que yo a el.

 —Tienes unos hermosos y suaves labios—su dedo pulgar traza una leve caricia por encima de estos, observándolos de manera intensa—Pero definitivamente tu boca no es mi gran devoción. 

 Mi estómago se retuerce con repugnancia y odio. Era tan increíble la manera en la cual el hecho de haber asesinado a alguien inocente no parecía afectarle. Todo parecía ser insignificante para el. Nada parecía llegarle al alma. Y sin saber porque lo miro fijamente a los ojo, intentando hacerlo sentir todo el odio que mi alma desbordaba por el. Lo mire como si pudiera desnudar su alma y hacerlo revelar el más oscuro de sus secretos. Lo mire, para hacerle saber que le haría pagar la muerte de mi madre. 

—Voy hacerte pagar Stephen, voy hacerte pagar todo lo que me haz hecho. Cada lágrima, cada golpe, cada cicatrices que recorre mi cuerpo, cada grito de dolor—mi voz sale irreconocible —Voy hacer que te arrepientas de haberme comprado en aquella maldita subasta. Por la muerte de  mi madre, yo te lo juro. Sus ojos toman un brillo especial que se me es imposible de reconocer. Su rostro se acerca con lentitud hacia el mio sin apartar el contacto visual entre ambos. Su aliento roza mi rostro cuando sólo quedan unos pequeños centímetros de distancia entre nosotros. 

 —Estaré esperando —su tono es ronco. 

 Y sin esperar un segundo más sus labios se estampan con los míos, tomándome completamente por sorpresa. Sus labios se mueven con urgencia contra los míos, importándole muy poco que me niegue a responderle. 

 Mis manos se aferran a su pecho, intentando apartarlo de mi pero su mano en mi barbilla y la otra en mi cabello, lo impiden. Dejó escapar un grito de sorpresa cuando sus dientes muerden con fuerza mi labio, hasta tal punto de herirlo, antes de apartase de mi. Una vez que se aparta, retrocedo con pasos rápidos. Llevando una mano a mis labios, restregándola contra estos, limpiándolos con asco. Notando el color rojizo que parece comenzar a gobernar mi vida.

 —Puedes retirarte. 

 Mi vista se mantiene fija sobre los dedos manchados. 

 ¿Cuanta sangre más tenía que ser derramada para que esta pesadilla llegara a su fin? 

 Ni siquiera lo miro cuando mi mano se encuentra cerrando la puerta de su despacho de una manera brusca.Mis ojos se topan con Shugar, el cual se mantiene inexpresivo, esperándome en el pasillo.

Entonces el recuerdo vuelve a mi mente. 

El había asesinado a mi madre.

 Las lágrimas se desbordan por mis mejillas y la opresión en mi pecho parece arremeter con más fuerza hasta tal punto de apenas dejarme respirar.

 —Si tienes una hija o en algún momento llegas a tenerla—lo miro con tristeza —Jamás permitas que alguien como el le destroce el alma de la misma manera que lo hizo conmigo. No dejes que la dañen. 

Y por primera vez desde que lo había conocido notó como sus facciones cambian y sus ojos parecen teñirse de tristeza y melancolía. Camino por los pasillos, dejando a un Shugar pensativo detrás de mi. 

El camino hasta mi habitación parece hacerse eterno. Una vez estoy dentro de esta, no puedo evitar arremeter contra cualquier objeto con el cual pueda descargar mi furia.

 —Mamá—sollozo con la voz quebrada. 

 Me tomo del cabello y tiro de ellos con fuerza, dejándome caer al suelo. Y simplemente grito, grito como nunca antes lo había hecho. 

Dejando que el dolor de su pérdida me consuma.

Raptada por el enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora