Un disparo.

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Jueves,5:20 am

 Un Disparo

 Mis ojos se apartan rápidamente de su persona y sin pensarlo mis piernas se mueven con pasos temblorosos hacia la puerta con toda la intención de escapar de las manos de ese hombre. Pero en tan sólo segundos me encuentro con mi rostro impactando la fría superficie de la puerta y su cuerpo detrás del mio. 

—¿A dónde crees que vas tan pronto?—pregunta con su boca pegada a mi oído. 

Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando una de sus manos ancla sus dedos con fuerza a mi cintura de una manera dolorosa. Noto como respira profundamente y como deja escapar un bajo suspiro. 

—¿Me extrañaste? Porque yo si te extrañe a ti—noto el tono burlón y frío en su voz. 5 Mis ojos se cierran con fuerza cuando hace presión con su cuerpo, no dejando ningún espacio entre ambos. Un pequeño grito escapa de mis labios cuando sus manos me hacen girar con brusquedad, haciéndonos quedar cara a cara. —Tan hermosa como siempre —pronuncia en un tono bajo y ronco mientras comienza acariciar una de mis mejillas con sus dedos, rozando la punta de su nariz con la mía.

 Mis ojos se abren lentamente, siendo inundados por las repentinas lágrimas que me atacan. Ahí estaba el, observándome, tan impasible y malvado como siempre. Con su mirada grisácea, fría y vacía de emociones. Con sus facciones duras he intimidantes.

—Por favor, sólo déjame ir—suplico en un susurro, mirando fijamente sus ojos. Sus ojos me examinan por unos segundos antes de apartarse y regalarme una pequeña sonrisa antes de negar con la cabeza varias veces.

 —Oh vamos Keyla, creo que a estas alturas sabes que eso no pasara. 

Mis manos tiemblan pero aún así me obligó a mantenerme firme. A no permitirme derrumbar ante el, a no ser más débil o el pequeño cordero inofensivo. Puedo notar la desmejora en su aspecto. Su cabello esta revuelto y un su barbilla reposa una barba de algunos días. Debajo de sus ojos se encuentran unas apenas invisibles ojeras que lo hacen lucir enfermo. Debía encontrar el coraje y la fuerza. Este no podía ser mi destino. No podía simplemente dejarme vencer tan fácilmente. Debía luchar, hasta mi último suspiro, por mi vida y libertad. 

 —No te sirvo para más, ¿Para que mantenerme aquí?—pregunto cuando el silencio se hace imposible de soportar y sus ojos siguen puestos en mi. Por mucho que me doliera recordar, tener que admitir y decirlo en voz alta. Era cierto. Ya no me quedaba más. El lo había tomado todo. Lo había destrozado de una manera irreversible.

Deslizo una de mis manos discretamente detrás de mi espalda, alcanzando la cerradura con mis dedos, aferrándome a ella pero aún así, sin dejar de observarlo. Su silencio me perturba. Algo extraño se había formado en su mirada al momento de formularle la pregunta. ¿Porqué se le hacia difícil contestar algo tan simple? Parecía que no tenía que decir ante eso.

 —Eso no debe importarte —logra mascullar varios minutos después —Apártate de la puerta.  El pánico se instala en mi interior cuando su orden es contundente y sería. Esperando que la cumpliera sin ningún pero de por medio.

—Eres como mi vino preferido. El más costoso y único de todos. Una vez te pruebo, no puedo dejar de hacerlo. Tienes esa cualidad de atraer las moscas a la miel. Ante tu apariencia tan débil he inocente. Ante tu belleza tan hipnotizante. 

Niega con la cabeza repetidas veces sin dejar de sonreír de una manera tan escalofriante. Comienza a deshacerse de su camiseta en un rápido movimiento, dejando su torso completamente expuesto ante mis ojos. El pánico arremete contra mi mente cuando veo claramente sus intenciones al acercarse al borde de la enorme cama y observarme intensamente desde su postura.

Raptada por el enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora