Sábado,1:00 pm
Narra Keyla.
Aroma Melancólico.
Sentía los párpados pesados y mi cuerpo a colorado, sentía que me sofocaba como si me encontrara rodeada de llamas. Me levante bruscamente, llevándome una mano al pecho y respirando por la boca. Podía sentir las gotas de sudor correr por mi frente y como mi cabello se encontraba pegado a esta gracias a ello.
Escuchar el sonido de mi respiración alterada por alguna razón me calmaba, me hacia saber que hasta el momento me encontraba bien al menos. Con la mirada perdida comencé a mirar lo que se encontraba en mi alrededor. Era una habitación, una verdadera habitación, con una cama grande con sabanas de seda y barandales en las esquinas. Las sabanas eran de un color vino y su tacto era suave pero a un así sentía como si me quemaran. Intente moverme pero un dolor en el estómago me lo impidió, había olvidado que aun estaba golpeada y que no podía hacer movimientos bruscos. El recuerdo de haberme desmayado en la limusina llego a mi mente. Eso explicaba como había llegado aquí sin darme cuenta.
¿Donde exactamente me encontraba? No me dolía la cabeza gracias a Dios pero el había sido una completa bestia al tomarme de esa forma, aunque pensándolo bien no podía esperar mas de semejante desconocido, sabiendo que frecuentaba lugares como aquellos y que su rostro no expresaba mas que pura crueldad. Pero aun podía sentir como mis hebras de cabello palpitaban ante semejante dolor, creo que eso había sido el detonante de mi desmayo. Aun así, sentía dolor en el rostro. El sonido de la puerta al abrirse me alerto de la presencia de alguien mas.
Su cabellera junto con sus ojos intimidantes aparecieron ante mi vista. Sus labios estaban vueltos una fina linea sin sonrisa alguna. Sus ojos fueron a parar en mi y de ahí no se movieron.
—Veo que haz despertado—su voz causo un corrientazo por mi espina dorsal.
No dije nada pero aun así podía ver como su mirada se clavaba en mi rostro.
—Golpes que ya tenias causaron tu desmayo, tienes un hematoma muy grande en el estómago por lo cual el doctor te prohibió que hicieras movimientos bruscos—como consecuencia me lleve mi mano a mi estomago, donde sentí un vendaje. Fruncí mi ceño al notar mas piel descubierta. Mire hacia abajo y mis ojos se abrieron como platos. Estaba en ropa interior. Rápidamente cubrí mi cuerpo con las sabanas hasta el punto de solo dejar mi cabeza al descubierto.
—Mírame mientras te hablo—espeto de repente haciéndome pegar un pequeño brinco por el susto. Levante mi mirada rápidamente asustada, por su tono se notaba a leguas que no estaba de buen humor.
Con tan solo su presencia me causaba una sensación de oscuridad inexplicable y eso no me agradaba para nada.
—Te dejare un par de cosas claras pero creo que no es el momento—dijo mirándome intensamente hasta el punto de intimidarme—Cuando vuelva lo haré.
Me quede mirando como salia de la habitación sin decir nada y la cerraba detrás de si. Rápidamente me levante, gimiendo de dolor ante el movimiento brusco que había hecho, sintiendo punzadas de dolor en mi estomago. Con cuidado y lentitud, comencé a caminar por la enorme habitación, examinándola. Sentía la textura de la alfombra bajo mis pies mientras me movía. Me sentía muy expuesta caminando semi-desnuda por la habitación, sabiendo que en cualquier momento podría entrar el o otra persona y encontrarme en estas fachadas.
Me acerque al imponente armario de madera y con manos temblorosas abrí las puertas, encontrándome con ropa de hombre. El olor varonil desprendía de cada prenda, colocándose por mis fosas nasales, haciéndome oler ese agradable aroma que parecía tranquilizarme un poco. Por un par de segundos pensé en mi padre, a el le encantaba vestir bien y que su colonia siempre quedara en el lugar que estuvo o que pudieran reconocerlo por ello. Aveces podía apreciar como mama lo olía mientras lo abrazaba, a ella le encantaba su perfume. Nada era tan romántico he excitante como llevar el aroma de tu ser amado encima, era como una marca que te hacia saber que le pertenecías.
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Raptada por el enemigo.
Teen FictionLleve una mano temblorosa a mi costado, sintiendo como de este comenzaba a salir un liquido y como un dolor insoportable recorría cada parte de mi cuerpo. El me había disparado.