Jueves, 6:00 pm
Enfrentamiento
El recorrido por el lugar había sido silencioso con Shugar guiándome. Mi mirada se fijaba en todos los detalles, desde los cuadros más hermosos hasta las rosas que exponían su belleza en jarrones de porcelana. Incluso logre percibir la presencia de varias personas, parecían guarda espaldas, lucían aterradores y amenazantes, lo cual logro incomodarme un poco. En un par de segundos me encontré en medio de un gran comedor, con una mesa un poco igual a la última que había visto anteriormente.
Mis ojos se posaron en el, el cual se encontraba en la cabecilla de esta con la mirada pérdida en algún punto, parecía ausente. Le regale una última mirada a Shugar, el cual se había apartado a unos cuantos pasos de mi, colocando sus manos detrás de su espalda y obteniendo un semblante mucho más serio de lo normal. No era momento de acobardarme he intentar buscar ayuda o refugio en personas que no me lo ofrecerían.
Debía sentirme fuerte he invencible. Tomando una fuerte inhalación continúe a tomar asiento en uno de los puestos más apartados de el. Haciendo un pequeño ruido irritante al retirar la silla para poder sentarme. Mi vista se poso sobre el plato limpio y vacío que se encontraba enfrente de mi en aquel momento, no quería mirarlo y tal vez distraerme con otra cosa podría ayudarme un poco. Mis sentidos se pusieron en alerta al ver como Daya entraba por una puerta con un carrito lleno de platos diferentes. Fue colocando cada uno sobre la mesa, sin mirar a nadie y sin siquiera dejar que se le notara respirar. Antes de que se marchara el la detuvo.
—La señorita Daya me ha comunicado tu comportamiento de esta mañana, dice que te has alterado de manera violenta y que la has echado de la habitación, ¿Es eso cierto?
Apreté los labios con fuerza, siendo incapaz de controlar el temblor que comenzaba apoderarse de mi cuerpo.
—Te he hecho una pregunta.
No podía dejarme acobardar ahora.
—Si—conteste con firmeza, levantado la cabeza de manera altanera, mirándolo a los ojos de manera intensa.
Su mirada seria recorrió mis facciones con lentitud, entre cerro los ojos de manera amenazante, intentando así, intimidarme.
—Discúlpate—espeto, tomando una copa llena de agua y propinándole un pequeño sorbo para después devolverla a su lugar.
Mi ceño se frunció por unos segundos, intentando descifrar si lo que había escuchado de sus labios era real o un mal entendido.
—No me hagas repetirlo, discúlpate con ella—mascullo.
Pose una de mis manos sobre la mesa, tomando entre mis dedos el cuchillo metálico que se encontraba muy bien colocado aun lado del plato. Moví el objeto metálico entre mis dedos, antes de fijar mi mirada en el.
Era mi momento.
—No pienso hacerlo, después de todo es tu culpa. Por tu culpa ya no me puedo mirar al espejo sin sentir repugnancia hacia mi misma, por tu culpa mi vida jamas volverá hacer la misma. No me pidas que me disculpe por actuar de esa manera, después de todo, es lo que tu mismo causaste.
Por un segundo pensé que me derribaría ahí mismo y que comenzaría a llorar hasta que mis ojos no tuvieran más lágrimas, que me dejaría ver vulnerable ante un miserable como el, pero no, me trague mi dolor y mantuve una postura fría y firme. Pero aunque intentaba fingir que era fuerte he invencible, no podía evitar sentir ese miedo abrazador entre mis entrañas, no podía evitar sentirlo porque no sabia cual serian las consecuencias de mi acto de valentía.
Una media sonrisa que heló cada parte de mi cuerpo, se formo en sus labios. Nada bueno podía venir de eso.
—¿Te crees valiente ahora?—pregunto, haciéndome notar un destello de maldad en sus ojos—Veamos que tan valiente te crees cuando me llegue la noticia de que ya han acabado con la vida de tu padre y tal vez la de tu madre.
Sin poder evitarlo, me levante de la silla de un golpe, causando que esta cayera hacia atrás.
—¡Eres un ser asqueroso y repugnante!—grite con todas mis fuerzas, sintiendo como mis ojos se cristalizaban, intentando descargar la ira y frustración que sentía por dentro.
Sus facciones se volvieron agresivas y en tan solo unos segundos se encontraba de pie, lanzando dagas por sus ojos.
—Eso es para que entiendas quien da lar órdenes aquí y quien tiene que cumplirlas. Es es para que te quede muy claro a quien le perteneces ahora.
vi como sus manos se volvían puños y como los nudillos de estos se volvían pálidos ante la fuerza que ejercía en ellos. Una lágrima traicionera se escapo de mis ojos, a la ves que volcaba el mantel y hacia que las cosas cayeran al piso y se creara un desastre.
—¡Yo no le pertenezco a nadie! ¡Mucho menos a un ser tan despreciable como tu!—estalle.
Sus ojos se tiñeron de algo que logro congelar me en mi lugar y que un miedo abrasador recorriera cada parte de mi cuerpo. Con fuertes zancadas llego hasta mi y sin darme tiempo apartarme, su puño impacto con mi rostro.
Mi rostro se giro ante el impacto, sintiendo como el dolor comenzaba a recorrer mi pómulo derecho. Mis ojos se quedaron mirando atónitos hacia nada en especifico, tratando de asimilar lo que había sucedido hace unos segundos. Mis labios se volvieron una fina linea mientras me giraba y lo miraba sin expresión alguna reflejada en mi rostro. Ignorando el punzante dolor que recorría mi rostro.
Sus ojos grises me miraban con frialdad y cierto odio. Y así, sin esperar un segundo más, sintiendo la rabia recorrer todo mi interior, mi mano impacto su mejilla con violencia.
Causando que el impacto resonará por todo el lugar junto con el grito alterado de Daya.
Sus ojos se abrieron con sorpresa para luego remplazarlo por una mirada peligrosa. Sin esperar una reacción por su parte salí corriendo de ese lugar, pasando por el lado de Shugar el cual se encontraba completamente petrificado en su lugar, sin dar crédito a lo que había ocurrido ante sus ojos.
Llegue hasta la habitación con la respiración alterada y con el pánico acechándome. Cerré la puerta detrás de mi y me aparte de ella con lentitud. Lleve mis manos temblorosas hasta mis labios, intentando asimilar lo que había hecho.
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Raptada por el enemigo.
Teen FictionLleve una mano temblorosa a mi costado, sintiendo como de este comenzaba a salir un liquido y como un dolor insoportable recorría cada parte de mi cuerpo. El me había disparado.