ADVERTENCIA.

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Domingo,7:59 am.

Advertencia.

Shugar se encontraba esperándome a un lado de la puerta con los brazos escondidos detrás de su espalda. Por alguna razón estaba comenzando a sentirme cómoda con su presencia, sabia que no debería sentirme así pero no podía evitarlo. Con un movimiento de cabeza me indico que lo siguiera, comenzó a caminar enfrente de mi sin decir una sola palabra. Mi vista se fijo por el largo pasillo que caminábamos, en el piso se encontraba una alfombra roja que cubría gran parte del suelo.

 En las paredes se podían apreciar cuadros de paisajes he incluso personas. En algunas esquinas se encontraban jarrones con distintas plantas. Llegamos hasta unas escaleras las cuales comenzamos a bajar lentamente. Con cada escalón que dejaba atrás podía sentir como una atmósfera llena de tensión se cernía sobre mi cuerpo. Mis ojos fueron repasando las puertas, los pasillos, las pequeñas salas por las cuales pasábamos de largo. 

Jamas vi la entrada de la casa. Al parecer estaba mas oculta de lo que creía, lo cual me dificultaría mas mi huida. Aunque pensándolo bien, yo no podía salir por la puerta principal como si nada, seguro estaba vigilada. Debía buscar otra manera menos rriesgosa.  Debía idear un plan que no contuviera tantos riesgos y que garantizara mi libertad o de lo contrario terminaría volviéndome loca o mi peor pesadilla, tenía miedo, miedo de volver a intentar lo que había tratado de hacer hace unos cuantos minutos atrás en el baño de aquella habitación.

 Sino hubiera visto la alucinación de mi madre no quería imaginar lo que podría haber llegado a pasar, estuve a punto de cruzar esa fina linea entre la vida y la muerte. Jamas había llegado a pasar por mi mente un intento de suicidio y me aterraba de sobre manera lo que podía llegar a hacer.

—Señorita—la voz de Shugar capto mi atención, ni siquiera había notado cuando habíamos dejado de caminar o la manera intensa como me miraba. 

 Se encontraba aguantando una puerta de madera, con un brazo extendido para que pasara. Su rostro había cambiado a una expresión mas sería de lo común, podía notar su cuerpo tensado al igual que su mandíbula. Mi mirada se poso en el interior después de esa puerta, era un comedor muy espacioso con una mesa larga para mas de doce personas. Mi cuerpo se tenso al ver ese hombre en el principio de esta. No podía ver su rostro porque el periódico lo cubría pero sabia que era el. 

 Mire a Shugar con suplica de que me sacara de ese lugar, mas sin embargo, el ni se inmuto ante mi notable desesperación de huida. Hizo un leve movimiento con la cabeza, indicándome que entrara de una buena vez. Volví mis manos puños a cada costado de mi cuerpo, sintiendo como mi mano lastimada protestaba de dolor. Mis pies comenzaron a dar pasos lentos y silenciosos, apenas audibles. Mi respiración se había vuelto mas dificultosa y apenas podía sentir que el aire llegara a mis pulmones. El sudor había comenzado a escurrirse por mi frente junto con las gotas de agua que aun caían de mi cabello húmedo. Mi vista estaba fija en el suelo, como todo cordero lo haría al estar enfrente de su peligroso cazador. 

 Llegue hasta la silla de madera que se encontraba al principio de la mesa, dejándome completamente apartada de su cercanía. Aparte un poco esta para poder sentarme y luego de hacerlo, entrelace mis dedos con cuidado y me quede mirándolos fijamente. Las gasas que envolvían mi mano se habían manchado un poco con mi sangre, dolía pero no era un dolor que no pudiera soportar.

No se escuchaba nada, ni siquiera una respiración o algún movimiento de su parte o de Shugar. Todo me hacia sentir enferma, no quería estar en ese lugar. Prefería estar oculta en aquella habitación donde había intentando ponerle fin a mi vida.

 —Come. 

 Su voz fuerte y cortante me sobresalto, haciendo que levantara mi vista. Sus ojos grises me miraban fijamente con seriedad, había dejado a un lado el periódico que había estado leyendo. Su orden había sido firme y directa. Al parecer no esperando un no por respuesta. Mi mirada se poso en cada alimento que se encontraba en la mesa, dejando ver el enorme banquete como desayuno que habían preparado. Mi estómago gruño en protesta, ¿Cuando había sido la última vez que había ingerido algo? No podía recordarlo, moría de hambre pero no podía permitirme comer algo que proviniera de ese hombre sin importar la agonía del hambre.

Raptada por el enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora