Miércoles, 1:30 pm
Narra la autora.
Código Rojo.
Los estudiantes estaban en sus respectivas aulas, apartados de lo que sucedía en el exterior de su edificio al igual que los profesores.
Un par de furgonetas negras se habían insertado al rededor de el edificio, en sus exteriores, rodeándolo, sin que nadie sospechara nada.
Hombres completamente uniformados en negro, con pasa montes, bajaron de esas furgonetas. Portando armas de fuego.
Solo se podían ver sus ojos, casi todos del mismo color, haciéndose imposible identificar sus rostros a menos que se quitaran el pasa montañas.
El líder de todos ellos o por lo menos el que estaba segundo a cargo, con un pañuelo azul amarrado a su brazo derecho, dio la orden de entrar al edificio.
Por las cámaras de seguridad, el guardia que estaba de turno vio movimientos raros en las pantallas de vigilancia pero antes de que pudiera reportar algo, un golpe por debajo de su nuca lo dejo inconsciente.
Las cámaras fueron desconectadas al igual que las alarmas.
Pasos apresurados resonaron en los pasillos solitarios, los hombres avanzaban con perspicacia, sin dar un paso atrás y dispuesto a cumplir sus mandatos sin chistar.
Y así, de momento todo el caos comenzó.
Irrumpieron en las aulas, golpeado las puertas con fuerza, haciendo que estas se estrellaran contra las paredes. Los gritos fueron acompañados con golpes y exclamaciones.
Los hombres exigían a gritos que se levantaran y salieran de las aulas en filas, las mujeres en un lado y los hombres en otro.
A los profesores los juntaron en un aula aparte junto con el director de la escuela.
A los alumnos los llevaron a los patios traseros, donde otro grupo de hombres los esperaba, apuntándoles fijamente con sus armas.
De momento, un helicóptero blanco comenzó a bajar en el área, un poco alejado de los demás, las hélices giraban causando que el pasto verde se moviera con violencia,dandole paso a fuertes ráfagas.
De este bajo un hombre uniformado de combate, con el rostro cubierto por una franela. Miraba con autoridad y suficiencia a los adolescente que tenia arrodillados ante sus pies.
Llamo a uno de sus hombres con un movimiento de dedos y este se acerco rápidamente. Le susurro algo al oído y este asintió sin decir nada. Este llamo a otro de sus compañeros y le comunico lo que su jefe le había dicho.
De un momento a otro los profesores comenzaron a salir con los ojos vendados y las manos atadas detrás de sus espaldas.
Los colocaron en una fila recta de rodillas, enfrente de todos los estudiantes los cuales miraban con horror la escena.
El hombre dijo algo en ruso en voz alta, y los demás hombres abrieron fuego, cumpliendo su orden.
Gritos de terror, junto con llantos desgarradores comenzaron a escucharse por todo el patio.
Los habían matado, enfrente de todos ellos sin piedad, sin medir palabra, sin siquiera dejar temblar el pulso.
La sangre de los cuerpo inertes en el suelo se regó por el pastizal como si de un rio se tratase.
De repente, una de las alumnas se levanto ignorando las armas que la apuntaban por culpa de su ataque de pánico. Comenzó a correr hacia el edificio intentando llegar a un lugar seguro, lejos de esos hombres que atentaban contra su vida.
Pero. . .
Antes de que pudiera llegar siquiera a la puerta de entrada, cayó al suelo de rodillas, para luego dejarse caer, dejando su cuerpo inerte sobre este.
Una bala le había atravesado el pecho, desde la parte trasera, saliendo por la parte delantera.
Más llantos mezclados con gritos se hicieron escuchar.
Las lágrimas bajaban al igual que la sangre que se desparramaba por los suelos, sin parar.
El hombre con la franela dio un paso al frente, con una sonrisa oscura que los demás no pudieron apreciar pero en sus ojos se notaba la maldad.
—Están oficialmente secuestrados.-Dijo con un acento ruso, con frialdad y ninguna emoción en su voz.
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Raptada por el enemigo.
Novela JuvenilLleve una mano temblorosa a mi costado, sintiendo como de este comenzaba a salir un liquido y como un dolor insoportable recorría cada parte de mi cuerpo. El me había disparado.