Viernes, 8:00 am.
Consecuencias Parte 1
Mis ojos se abrieron abruptamente mientras comenzaba a toser, intentando que el oxigeno llegara a mis pulmones para poder respirar. Sentía que me ahogaba en mi propia saliva. Una vez pude calmarme y respirar de manera normal, comencé a mirar la habitación en la cual me encontraba con detenimiento. No era una habitación conocida pero podía ver como aparatos estaban conectados a mi cuerpo, revisando mi pulso junto con un suero. No era una habitación de hospital, podía notarlo, por lo cual no sabia exactamente donde me encontraba. Intente moverme pero un gemido de dolor se escapo de mis labios al sentir una punzada en mi costado, haciendo que volverá a acostarme y respirara de manera alterada. Cerré los ojos por unos momentos y los recuerdos asaltaron mi mente como si de una tanda de películas se tratara, causando que los volviera abrir de golpe.
El me había disparado, había apretado el gatillo de manera fría y sin remordimiento. También estaba el hecho de que había asesinado a un hombre con mis propias manos. El remordimiento ataco mi conciencia, haciendo que mis ojos se cristalizaran y que un pequeño sollozo brotará de mis labios. ¿En que clase de persona me había convertido? ¿Como pude haber hecho una cosa como esa? Mi cuerpo se puso en alerta al escuchar como una puerta era abierta, causando que un quejido brotara de mis labios. Unos ojos grises serios me examinaron de manera fría y calculadora, recorriendo cada facción de mi rostro. Se introdujo por completo en la habitación sin decir nada. Un terror descomunal invadió mi cuerpo al ver como se quedaba de pie enfrente de la camilla en la cual me encontraba.
Trague saliva sin apartar mi vista de el, por alguna razón me sentía más alerta ahora, como si debiera esperar cualquier movimiento de su parte.
—Me disparaste—susurre con la garganta seca y la voz quedada. El ladeó un poco la cabeza sin dejar de mirarme. No sabía exactamente que decir de sus expresiones. Por alguna razón me sentía un poco mas valiente que antes, sentía ese pequeño instinto de lucha y supervivencia que me había invadido cuando ocurrió el secuestro. Aunque se suponía que debía estar muerta del miedo, sentía que debía enfrentarlo.
—Tu mataste un hombre—acuso, entrecerrando los ojos.
Mis ojos se cerraron ante la acusación que muy a mi pesar, era cierta. No, aun no lo asimilaba y dudaba mucho de que pudiera hacerme a la idea. Era un peso en los hombros con el cual tendría que cargar por el resto de mis días, eso era más que pura culpabilidad. Un grito de dolor salio de mis labios al sentir como la punta de dos dedos, presionaban contra mi herida del costado. Mis ojos se abrieron, viendo como ahora el se encontraba a mi lado, mirando fijamente mientras presionaba con más fuerza. Comencé a revolverme, soltando leves quejidos. Su mano libre tomo mi barbilla con fuerza, obligándome a mirarlo.
—Primero desobedeces mis ordenes, luego matas a uno de los socios más importantes de mi empresa—intensifico su agarre en mi barbilla—Y por ultimo y no menos importante, intentaste escapar, obligándome a dispararte.
Otro grito salio de mi boca al sentir como uno de sus dedos se hundía en mi herida, hasta hacerme sentir como se introducía en mi piel.
—¡Basta! ¡Basta!—grite con dolor, clavando mis uñas en sus brazos, intentando a apartarlo de mi.
—Te advertí que pagarías las consecuencias—acerco su rostro hasta el mio, ignorando mis lágrimas de sufrimiento.
—Púdrete—masculle entre dientes, tratando de ignorar el intenso dolor que recorría mi cuerpo.
El me miro fijamente, antes de regalarme un media sonrisa descabellada y apartarse por completo de mi. Sacando sus dedos de mi herida y soltando mi barbilla. Pude notar como sus dedos estaban manchados de mi sangre.
—¡Shugar!—gruño, limpiando sus dedos sobre la tela blanca de las sabanas que cubrían mis piernas.
El aludido no tardo en entrar en la habitación, mirando neutralmente a su jefe, esperando alguna orden de su parte.
—Llévala al sótano—ordeno fríamente.
Los ojos de Shugar recorrieron mi cuerpo, hasta quedarse fijamente en mi costado lastimado.
—Señor, lamento intervenir en sus asuntos pero creo que no seria buena idea. La señorita se encuentra herida de bala y esta sangrando—comento, apartando su mirada de mi para mirar a su jefe sin expresión alguna. Se acerco a el y lo fulminó con la mirada.
—No he pedido tu opinión, tu deber es obedecerme y no cuestionar mis decisiones y mucho menos sentir compasión por una cualquiera como ella—escupio las palabras con rabia.
Sentí las ganas de contradecirle y defenderme pero no podía, cada vez que abría la boca solo salían quejidos mientras aguantaba con una mano la herida por donde salia la sangre.
—Entiendo.
Stephen lo miro por unos segundos antes de pasar por su lado y salir de la habitación sin decir nada mas.
Shugar se acercó a mi, ignorando por completo mis muecas y gemidos de dolor. Aparto la sabana que cubría gran parte de mi cuerpo y que se encontraba un poco manchada. Paso un brazo por debajo de mis rodillas y estaba dispuesto a pasar el otro por debajo de mi espalda pero lo detuve, tomando su brazo con una de mis manos temblorosas. Trague saliva y lo mire directamente a los ojos con desesperación.
—Por favor ayúdeme—suplique en un susurro, intentando apretar su brazo pero no tenía las fuerzas necesarias y con cada segundo que transcurría me sentía más débil.
Sus ojos examinaron mis facciones sin mostrar emoción alguna.
—No hay nada que pueda hacer por usted.
Mi mano soltó su brazo con rendición mientras asentía varias veces de manera lenta, conteniendo un sollozo. Su brazo paso por debajo de mi espalda y me elevo para cargarme, causando que de mis labios saliera un grito de dolor ante tanto movimiento. Cerré mis ojo, conteniendo las lágrimas. Sabiendo que una vez saliera de esa habitación las cosas que me esperarían no serian nada buenas.
Tenia que prepararme para lo que viniera y debía ser fuerte.
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Raptada por el enemigo.
Teen FictionLleve una mano temblorosa a mi costado, sintiendo como de este comenzaba a salir un liquido y como un dolor insoportable recorría cada parte de mi cuerpo. El me había disparado.