Martes,1:00 pm
Víbora.
Luis ya se había retirado de la habitación hace mucho tiempo, asegurando que me demostraría no sólo con palabras, sino que con hechos que cumpliría su promesa. Había hablado con tanta seguridad y convicción que por poco creía en el.
Pero simplemente sabía que lo que el prometía era imposible. Nadie podía mantener me alejada de Stephen Hall por mucho tiempo. El jamás permitiría que mi sufrimiento acabará. Suspiro con pesar. Sólo era cuestión de tiempo de que mi nueva tortura comenzará. Aunque creía imposible que lograra lastimar más mis emociones, el dolor físico era algo que me aterraba. El era un experto en el tema y no le costaría nada hacerme gritar de dolor. Miro con impotencia mi cuerpo inerte sobre la cama.
Me sentía débil y aún que intentará olvidarlo, seguía sintiendo esa sensación de asco. ¿Así era como me sentiría de ahora en adelante? ¿Cómo algo utilizado, ultrajado y roto, sin ningún valor aparente? Por que sinceramente, era exactamente como me sentía. Cómo un trapo manchado, demasiado sucio como para poder quedar limpio alguna vez. Miro con cansancio todo lo que me rodea. Me sentía sofocada y ahogada en ese lugar. Estaba harta y cansada de todo lo que me rodeaba.
—Tan sólo quiero descansar —murmuro en voz alta, posando mis ojos en el techo alto.
El sonido cauteloso pero lo suficientemente audible de la puerta de la habitación con cierta sutileza me advierte que alguien había ingresado nuevamente en la habitación.
Mis ojos se tiñen de sorpresa al ver una mujer situada en una de las esquinas de la cama. Observándome en silencio, estudiando mis facciones con concentración y lo que más me perturba, rabia y asco.
—No entiendo porqué todos hacen tanto escándalo por algo tan insignificante como tu—escupe con frialdad.
El odio en su mirada azulina logran estremecerme de sobre manera. No entiendo el porque de tal sentimiento hacia mi persona. Me incorporó con dificultad cuando comienza a acercarse con pasos intimidantes y una mirada asesina.
—Ni siquiera eres algo digno de apreciar—escupe con asco sin dejar de observarme con superioridad—No tienes unos atributos que llamen la atención y tampoco la elegancia de una mujer. Pero eso no importa, sólo vine advertiré una cosa mosquita muerta.
Ni siquiera tengo tiempo a reaccionar cuando sus dedos agarran mi cabello con rudeza y tiran de el con fuerza, logrando sacar un audible quejido de mis labios. Sus ojos me escudriñan sin inmutarse ante mis muecas de dolor, al contrario, me regala una sonrisa de satisfacción.
—No te acerques a el—amenazo, tirando con más fuerza de mis cabellos—El es sólo mío y no estoy dispuesta a dejar que me cambié por una poca cosa como tu. Primero me deshago de ti con mis propias manos.
Mis manos toman su brazo con fuerza, intentando apartar su agarre de mi adolorida cabeza.
—No se de que habla—logro soltar en un quejido, cuando su mano suelta mi cabello con brusquedad.
A pesar de el acto violento no puedo evitar fijarme en ella. Era una mujer imponente, con cuervas en los lugares correctos y un par de ojos atrayentes. Su larga melena rizada de un color rubio plateado también hacia contraste con el tono de su piel. Iba bien vestida, infundada en un vestido que parecía ser del mejor diseñador, con unos tacones altos y joyas despampanante colgando de su brazo y cuello. Sus ojos me fulminan ante el poco entendimiento que le prestó a sus palabras amenazantes.
—Luis—espeta, apartándose de la cama y de mi persona—No se que le haz dicho o que haz hecho como para que tenga toda su atención posada en ti. No soy estúpida, se perfectamente porque estas aquí y debo decir que no siento ninguna lástima por tu situación. Después de todo, no eres más que otro trapo usado sin importancia. Pero te lo advierto niña, mantente lejos de mí hombre, no me pienso las cosas dos veces cuando me toca actuar.
El dolor de mi cabeza causa una mueca de dolor en mis labios pero aún así soy capaz de sostenerle la mirada con valentía. No dejándome intimidar por su evidente amenaza al final de sus palabras. Pero lastimosamente no puedo evitar que sus palabras denigrantes me lastimen un poco.
—No tiene ningún derecho de dirigirse a mi de esa manera—escupo, harta de ser tratada como algo menos que un ser humano—Así que le pido que se retire.
Sus ojos brillan con burla y algo más, mientras vuelve a acercarse con paso decidido.
—No mal entiendas las cosas pequeña —susurra con una sonrisa—No tomes mis palabras como un simple juego porque no lo son. Antes de que tan siquiera puedas pestañear, vas a estar muy lejos de aquí, de eso me encargaré personalmente.
Con una postura digna de una modelo camina hacia la puerta sin dejar que pronuncie alguna palabra. Antes de marcharse, me regala una mirada sería por encima de su hombro.
—Espero que sepas cerrar la boca y que no comentes nada de lo que sucedió aquí —amenaza nuevamente —Porqué de no ser así, me temo que las consecuencias serán más drásticas.
Cierra la puerta con cuidado antes de marcharse, dejándome con un mal sabor de boca. ¿Qué había hecho como para que todas las personas que se me acercaban tuvieran el deseo de querer hacerme daño y destruirme? ¿Acaso todo lo que había vivido no había sido suficiente? ¿Cuanto más tendría que aguantar? No puedo evitar que mis ojos se cristalicen con furia mientras acarició con cuidado mi cuero cabelludo lastimado.
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Raptada por el enemigo.
Teen FictionLleve una mano temblorosa a mi costado, sintiendo como de este comenzaba a salir un liquido y como un dolor insoportable recorría cada parte de mi cuerpo. El me había disparado.