El.

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Viernes, 1:57 am

 El.

Los aplausos fueron como disparos a mi alma, eran la advertencia de que la persona que me había comprado subirá por mi y me llevaría consigo. Los nervios estaban alterandome, sentía como un pulsante dolor se alojaba en mi cabeza, me sentía sofocada. Una mano de dedos largos y fríos, rodearon mi brazo con fuerza hasta tal punto de sentir el apretón. Me sobresalte por el contacto. Un hombre, con un costoso traje de empresario me miraba con sus intensos ojos grises. No tenia expresión alguna, ni siquiera sonreía como los demás. Su cabello era castaño y su piel no tan pálida. Una barba apenas visible desde la lejanía, se podía apreciar en su barbilla. Su expresión expresaba frialdad y crueldad pura. De tan solo mirarlo sentía miedo. Desprendía un aura negra de su persona y eso solo hacia asustarme más.  ¿Cómo una persona podía causar tanto miedo sin siquiera hablar o hacer algo? El era tan intimidante. Mire su mano envuelta en mi brazo, como sus dedos ejercían más fuerza con cada segundo que pasaba.

 —Suelteme—susurre con determinación, ignorando el nudo que se formaba en mi estómago.

 Las personas nos miraban, esperando algún movimiento de su parte. En sus ojos apareció una capa oscura que logro hacer erizar mi piel, por una milésima de segundos pensé que me haría algo allí, enfrente de todos esos espectadores. Al parecer no le había agradado para nada la forma en la cual me había dirigido a el, porque sus dedos comenzaron a estrangular la circulación de mi brazo hasta tal punto de comenzar a sentir dolor.

Sin decir nada comenzó a arrastrarme para bajar la tarima, ignorando los ojos curiosos que se posaban en el. Yo lo seguía como podía, tragandome los quejidos que amenazaban con salir. Después de todo no podía hacer nada, el era mi "dueño" ahora y no podía evitar que me llevara con el, después de todo era su nuevo juguete. 

 Mis ojos se cristalizaban al visualizar mi nuevo futuro, lleno de dolor y agonía. Pero no me permitiría llorar, lo haría cuando estuviera a solas sin que nadie me viera. Con cada paso que dábamos, algunas chicas me miraban con lastima. En una esquina pude apreciar a la señorita Amelia, mirándome con pena , al parecer sabia que no me había tocado con el mejor de todos. Podía notarlo en sus ojos y en como lo miraba con temor. Sus labios gesticularon un "Lo siento" antes de desaparecer por un pasillo sin mirar atrás. ¿Quien era ese hombre? ¿Y porque todos lo miraban con terror? En una esquina pude ver el cuerpo golpeado de Kendall, tenia un ojo morado y me miraba con odio. Le habían dado una paliza. Antes de perderlo de vista vi como pasaba su dedo índice por su cuello, diciendo en pocas palabras que "Estaba muerta". Eso me asusto de sobremanera, no sabia si tomar eso como una amenaza de su parte o si lo decía por el hombre que me llevaba del brazo. 

 El continuaba caminando, dando grandes zancadas, ignorandome por completo pero negándose a soltarme. Su agarre de verdad estaba haciéndome daño, sentía el brazo adormecido por culpa de su mano.

Parecía importarle muy poco eso, porque sin querer se me había escapado un quejido y el ni siquiera se detuvo. Pasábamos por un área que no había visto, mas elegante y no tan vulgar como la otra parte que me había mostrado la señorita Amelia. Aquí se podían ver hombres importantes, con trajes costosos y con relojes de marca colgando de sus muñecas. Cada uno llevaba una mujer diferente como acompañante y estas parecían felices de ello

¿Que clase de mujer se alegraba de estar en un lugar como este y con hombres como esos? Solo podía sentir pena y asco.

 —¿Tu nuevo juguetito?—pregunto un hombre, cruzándose en su camino con una sonrisa en sus labios. Llamaba la atención, por su característico pelo rojizo que parecía llamas. 

El me miro elevando una ceja, mirándome de arriba a bajo con detenimiento. Tratando de encontrar algo en especial en mi. Sin poder evitarlo, me escondí detrás de la espalda ancha de mi raptor. No me gustaba que me miraran de esa forma.

El hombre del cual nombre desconocía pero el cual se negaba a soltarme, soltó una especia de gruñido y continuo caminando, ignorando al otro hombre que lo miraba con una sonrisa de diversión.

 No me gusto la manera en que me llamo, "su nuevo juguetito". Yo no era juguete de nadie y tan pronto encontrara la ocasión, lo dejaría muy claro, me escaparía y lo haría si o si. No había notado que ya nos encontrábamos en la salida o al menos eso creía yo. La noche nos dios la bienvenida junto con una ráfaga de viento helada que logro hacer que temblará de frío, no iba muy tapada y con ropa apropiada para combatir una noche fría. Mire a todos lados, intentando reconocer algo que me pudiera servir para saber en que lugar me encontraba. Pero no lograba reconocer nada, no con esta oscuridad. 

Apenas habían negocios afuera, y no se me hacían para nada conocidos. La noche se encontraba fría, húmeda y mojada. Había llovido, podía notarlo por el pavimento mojado y los pequeños charcos formados en la calle de al frente y sobretodo ese olor característico a lluvia. Por fin el agarre del hombre se aflojo de mi brazo, hasta tal punto de no sentir su contacto. Con rapidez lleve mi mano para sobar el lugar herido y a magullado. Ni siquiera le preste atención pero podía sentir como escudriñaba mis movimientos con su mirada, vigilando me. Ante su mirada intensa sentía que el vestido no me protegía o cubría lo suficiente ante sus miradas para nada disimuladas.

Escuche como murmuraba algo con su voz ronca en un idioma que no lograba entender. Pero había notado que lo había dicho más para si mismo que para mi. 5 Las llantas y el sonido de un motor captaron mi atención, haciendo que levantara la vista de mi brazo para mirar al frente. El hombre no había apartado la vista de mi pero lo que mas capto mi vista era la limusina negra que se encontraba detrás de el, al parecer esperando. 

 De esta se bajo un hombre infundado en un traje igual que el color de la noche, rodeo la limusina y abrió la puerta sin siquiera darnos una mirada, estirando su mano cubierta por un guante blanco, incitando a entrar. Como si fuera un protocolo que había que cumplir, algo a lo que se encontraba acostumbrando, como si le negaran mirar. Mire el interior luminoso, con asientos de cuero. Trague saliva ruidosamente con dificultad. Yo no quería entrar ahí. Tenía miedo.

 —Entra—dijo bruscamente la voz de el hombre del cual a un no sabia el nombre pero que su voz ya se me hacia conocida.  Lo mire a el y luego mire el interior de esa limusina. Di un paso atrás como respuesta. Paso las manos por su cabello castaño, desordenándolo con cansancio antes de acercarse a mi de manera amenazante, tomandome del cabello con violencia, haciendo que un pequeño grito se escapara de mi garganta.  

—Escúchame muy bien pequeña—su aliento golpeaba mi cuello expuesto—Tu me perteneces ahora y puedo hacer lo que quería contigo, así que no me hagas enfadar porque no sera lindo para ti y métete ahí adentro de una buena vez—soltó mi cabello bruscamente antes de decir sus palabras amenazantes. 

 Mi respiración se había vuelto forzosa, me sentía mareada. Con pasos temblorosos entre en la limusina, sentándome lo mas alejada posible. La cabeza me palpitaba y me dolía como los mil demonios, sobraba decir que un poco mas de su fuerza y me hubiera arrancado la cabeza o al menos así lo sentía. Me lleve una mano, intentando amortiguar el dolor que se expandía por mi parte trasera de la cabeza.

 Tenía ganas de llorar, no por el dolor sino por su amenaza. Había prometido muchas cosas en esa frase y eso me asustaba, no tenia idea de lo que me esperaba. Escuche como la puerta se cerraba y su presencia se introducía, manteniéndose cerca de la salida. El sonido del motor me alertó que el chófer había puesto en marcha la limusina. 

 Sentía que todo daba vueltas, que el suelo se movía bajo mis pies y que no me sentía incapaz de mantener los ojos abiertos. Mi cuerpo cedió y cayo hacia al frente, golpeando mi cabeza con el piso de la limusina. Pude escuchar una maldición y otras palabras en un idioma para nada conocidas para mi y por último unas manos rodear mi cintura antes de que cayera por completo en la inconsciencia por una vez más.

Raptada por el enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora