21

13 0 0
                                    

Narra Max

Dejamos a Mike atrás, ya era hora de irnos, lo sé es cruel pero tenemos que irnos, espero volver aquí, Mike me agrado y lo voy a extrañar.

Mike días atrás me enseño sus animales, cuando me dio en adopción a Sally él fue tan amable de presentarme con sus perros y sus dos ovejas, una está embarazada y pronto tendrá un pequeño corderito, también me enseño a sus tres caballos que contó que eran de competencia de su abuelo y que él los heredó, también me enseño a una cabra vieja y a su cría. Mike tiene como un granjero no muy grande porque tiene animales si, pero no en cantidades grandes, el tiene caballos, ovejas, cabras, perros, pero no son diez de cada uno sino dos o tres máximo cuatro. Lo que trato de decir es que le he tomado más confianza que a mi propio padre, por no decir que mi padre me asusta.

Me despido de él y me voy rápido, todo por Sam. Alex se queda ya un buen rato hablando con Mike sobre algo, aunque parece ser secreto, Alex se ríe y lo abraza ya para irse, parece triste.

- ¿Hey, estás bien? -dije cuando llego a mi par.

- Solo lo extrañare -dijo bajando la cabeza.

- Hey -tome su cara con ambas manos para obligarla a verme, tenía los ojos cristalizados y estaba roja, ¿había estado llorando?- ya pasó Alex... todo estará bien -susurre, ella asintió cerrando sus ojos y moviendo la cabeza para que la soltara.

- Es solo que nunca tuve familia y Mike es lo más cercano a una familia -susurro- ¿lo entiendes cierto?

- Lo hago -sonreí triste- se parece más a mi papá que mi papá -dije y seguí caminando.

(#)

Pasamos mucho tiempo caminando, para qué negarlo, cuando por fin llegamos al auto se hizo un silencio incómodo. Éramos seis pasajeros más las maletas y las bolsas, y sólo seis asientos.

Las maletas y las bolsas no cabían en un solo asiento, ocupaban dos más el baúl entero, solo quedaban cuatro asientos, cuatro personas y Sally y el conejo. Thomas iba a manejar, yo iba de copiloto y las chicas iban atrás, yo tendría que llevarme a Sally en las piernas porque atrás podía hacer un desastre con las flores, si Sally es una juguetona bien traviesa, en cambio el conejito si podía irse atrás con Alex y Mia.

Pará mí suerte era de noche y todos se habían dormido menos Thomas y yo por supuesto.

En ese momento aproveche para sacar mi celular e intentar llamar a Cristina pero ella no contestaba, la llame en total seis veces si no es que más pero nunca contesto. Me pregunto si se dio cuenta de que la llame tantas veces y no me ha ignorado pero eso nunca se sabe, ¿verdad?

Thomas me puso una mano en el hombro.

- ¿Esta bien? -dijo estacionando se para poder hablar a gusto.

- No, no contesta Thomas.... ya le llame a la oficina y a su celular y nada, ella siempre responde.

- No te preocupes quizás esta dormida, eso hace la gente a media noche, duerme.

- Tienes razón Thomas... esperare a que salga el sol... Dormiré un poco ¿si? Cualquier cosa solo despiertame.

- Claro.

- No Max, no sé nada de ella y aunque lo sepa no lo sabrás -dijo casi gritando.

- Pero... ¿Donde esta? Se fue ayer y no ha vuelto mamá.... -dije casi llorando, me agarro de la camisa, me agarro muy fuerte.

- Max que no lo sé ¿bien? ¡No sé a dónde fue! ¡A partir de ahora está totalmente prohibido hablar de ella! -me dijo sujetando el cuello de mi camisa y levantándome en el aire.

- Pero papá.... -me quejaba, no puedo respirar- sueltame -susurre apenas viviendo todo borroso.

- Pero nada, -me bajo y me soltó, me acomodó la camisa y me agarro del brazo- ve a hacer tareas -por fin me soltó del todo y salí corriendo de ahí.

Ese día preparando una tarea de cosas viejas vi una caja en un armario y la agarré, ahí había una vieja foto de mamá y una tarjeta también, no entendía nada, ¿que podía entender un niño de seis años?, solo sabía que no podía decir nada a nadie, ni a Sam ni mucho menos a papá. Escondí la caja en mi cuarto, en el armario y un montón de ropa la puse arriba para que no se viera.

Cinco años después encontré la caja que hace ratos había olvidado, leí la tarjeta era una de un trabajo, de un hospital que lo busque en google pero en lo que leí decía que ese hospital se había incendiado hace algunos años y que algunas personas habían sido heridas por el fuego y que afortunadamente nadie murió, todos habían huido a tiempo,y que los doctores se separón para siempre. Después de eso leí desesperadamente la tarjeta y decía un nombre: Cristina Campos. La busque en google y la encontré, había rehecho su trabajo en San Francisco, en una clínica que, lastimosamente no era tan conocida sin embargo era una buena doctora, no decía su especialidad pero si decía que podía tratar a niños y a adultos.

Pues claro, ¿cómo podía ir un niño de once años hasta San Francisco sin que su padre se enterara? ¿Qué podía hacer en ese caso el niño?, pues hice una cuenta falsa en Facebook donde me llamaba Timothy, él éramos mayor que yo, tenía dos años más que yo pero ¿por qué? Porque le iba a escribir a mamá cuando fuera grande, así si buscaba información de Timothy la encontraría y no sería obvia su falsedad ni sería sospechoso de ser un  Reyes ¿no?

A partir de ese día ese Facebook sería de Timothy exclusivamente y cada día o cada semana me conectaba ahí y ponía cosas como cualquiera de Facebook, pero aquellas cosas falsas como: me divertí mucho en la práctica de football, pronto será el partido, etc. Por si alguien lo veía, veía que era un niño normal y real y no sospechara que fuera una cuenta falsa.

Unas semanas después dejé de publicar cosas falsas, a estar inactivo por un tiempo, hasta que un día le escribí a Cristina Campos.

Yo: Hola, eres médico?

C: Si, claro, cuál es tu nombre y tu edad?

Yo: Me llamo Timothy, tengo 13 años,y tu?

C: Yo me llamo Cristina, soy doctora, ¿te puedo ayudar Timothy?

Yo: Si... me siento mal y no puedo ir dónde un doctor.

C: Te duele algo? Estás bien?

Yo: No, me duele el cuerpo y no sé porque, yo juego fútbol y nunca me había pasado esto. ¿Debería preocuparme?

C: De seguro es algo más normal, ¿tienes 13 años verdad? ¿Te sale barba? ¿Creces más rápido que antes?

Yo: Si... Como lo sabes?

C: No tienes de qué preocuparte Timothy, a eso se le llama pubertad, ¿sabes lo que es pubertad?

Obviamente sabía pero si le decía que si sabía iba a dejar de escribirme, iba a perder contacto con ella.

Yo: No estoy seguro, ¿es malo?

C: No es malo, te explicaré lo que la pubertad...

Pase escribiéndome con Cristina Campos seguido, quizás dos veces al mes, ella me agradaba aunque no la podía ver, nos habíamos hecho amigos, lo sé aunque muchos no porque, ¿como puede hacerse amigo un niño de once años con una mujer de más de treinta años? Fácil, la amistad no tiene edades ni tampoco el amor.

ConfíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora