"Que mañana tan ajetreada" me quejo mientras me estiro para despertar y ver porque tanto ruido. La rutina de Enjolras la sé de memoria, así que salgo de mi habitación a ver que están haciendo los demás, Combeferre recorre su cuarto revisando que no falte nada y por su parte, el intruso verifica que su atuendo esté en perfecto estado, viéndose en esa cosa que duplica seres que llaman espejo que está en la entrada de la casa; por simple curiosidad me metí en su maletín y solo encuentro pluma, y pergaminos, nada más. Me asomé de nuevo, "¿has visto los maletines de los otros? No llevas ni la mitad", le aseguro y me hace un ruido despectivo
-Sal de ahí Intruso- ordena acercándose molesto, ¿intruso yo? ¡Intruso él!, le lanzo zarpazos para que me suelte, ¿Qué se cree al sacarme de su maletín y dejarme caer como si fuera una cosa?- ¿Qué habría hecho si llego a la universidad y estás ahí metido?, vete a hacer algo, arruinas mi día- me ordena haciéndome a un lado con el pie para que obedezca, me indignó.
¡No me voy a ir, es mi casa y él un intruso! Pero si cree que puede exigirme, pagará las consecuencias, giré con elegancia y finjo irme, él reniega y se deja caer en el sofá después de cerrar el maletín para evitar que entre. Rodeé y escalé el sofá y cuando llegué a la cima del espaldar, vi que ha cerrado los ojos. Lo que daría por tener algo y lanzárselo a la cara; aun así salté sobre él con las garras desenfundadas y con prisa las incrusté en el elegante chaleco. De ahí no me soltará nadie.
Cuando superó el sobresalto, me peleó y me ordenó que lo suelte, "¡Insolente intruso! No tienes derecho a ordenarme", le recuerdo y no le importa, me hala y le enseño los dientes, "¡deja de tocarme, no voy a soltarme, no hasta que admitas que soy el alfa de esta casa!" le explicó y él hala con más fuerza; el chaleco es oscuro, noto recién mientras me hala una pata en un intento vano porque le suelte, así que sin pensarlo mucho me froto en él. Sin duda le dejaré una decoración digna de él, los agujeritos de mis garras y mi pelaje blanco contrarrestado en la ropa son un toque ideal que se merece por intruso pedante
Sus injurias solo reafirman mi autoridad y en ese momento escucho pasos. Me aparto y lamo mi pata para limpiarla mientras finjo inocencia previniendo un regaño, pero contrario a lo que creo, cuando lo ve, Enjolras suelta a reír, el intruso reniega y saco pecho orgulloso, "si, eso que ves, es obra mía", aseguro y le oigo decir por compromiso "Robs, eso no se hace... Courfeyrac esto es triste, perdiste contra un gato" nos dice tan serio como le es posible
Entre maldiciones escucho al Intruso renegar e ir a cambiarse mientras me regocijo de mi victoria. Como felicitación Enjolras me rasca tras las orejas y promete pedir que me den más comida de la normal, casi, casi le digo te quiero, pero hay que conservar la dignidad, "es divertido fastidiarle", me asegura y sonreímos cuando el intruso grita desde la habitación un insulto. Nos ha escuchado, pero antes de responderle, Combeferre nos recuerda que debemos irnos, así que salgo tras ellos.
"Nos está siguiendo" anunció lo obvio el Intruso; "Robespierre, tú te quedas" me avisó Enjolras y colapsé, "¿Cómo que me quedo? Ustedes no durarían un día en las calles sin mí" explico y no le importa, me alza, me deja en casa y cierra. Quedé a cargo del sitio hasta la noche y más vale que vuelvan porque no pienso ir a buscarles. Por un instante alcancé a preocuparme, ojala sepan las calles que deben tomar, a que perros no acercarse, donde dan comida, los árboles que se pueden escalar, a quienes no acercarse y que insectos cazar.
Sé que no, pude y debí haberles enseñado, pero no quisieron aprender por estar haciendo tareas y ahora, los cachorros a mi cargo, se creen capaces de andar afuera sin problemas, pues bien, ya los veré volver, lamentando haberme dejado, reniego antes de irme a dormir, dejándoles a su suerte. Hay lecciones que deben aprender solos.
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El Guardián de L'ABC [Completa]
Fiksi PenggemarDesde tiempos inmemorables, todo miembro en la familia Helzinger tiene por compañía un gato y en el caso de Alexandre Enjolras Helzinger, es un gato angora, de nombre Robespierre que llegó a su vida a los once años para acompañarle incluso cuando la...