Capitulo Treinta y dos: Laberinto de la muerte.
Abro los ojos de golpe, estoy atado de pies y mano en una silla con la bombilla de una lámpara muy cerca de mi rostro, las gotas de sudor recaen en mi frente y el abdomen me duele como si me hubieran golpeado miles de veces continuas. Veo a mi alrededor y está un hombre con una gabacha color blanco y lo único que se me viene a la mente es el doctor Paul, veo la puerta y hay dos hombres de color bien cholos y grandes.
—Vaya, que bueno volverte a ver Leo —Me sonríe con malicia. —Jea querida, tráenos unas bebidas.
La sombra de una chica sale de la nada, es la chica de la fiesta, la chica que me tomo y me dejo en su regazo.
—Jaque mate Leo —Dice el doctor Paul —te veía difícil pero no imposible.
Claro, nada de esto hubiera sucedido sin esto:
Era viernes, la noche era estrellada y una luna partida a la mitad nos visitaba con elegancia. Estaba listo para ir a la velada, mi traje color negro y mis zapatos de cuero bien lustrados hacía juego con mi traje, la máscara era negra con un elástico. Al llegar al lugar me informaron de que la fiesta era en el último piso del gran edificio. Cruce el vestidor y espere a que el ascensor abriera sus puertas, mientras tanto veo como una bella chica con un vestido color ciruela hasta la rodilla con escote en forma de corazón se aproxima con elegancia hacía dónde estoy, sus ojos azules resaltan en la máscara que oculta su rostro y un misterio se introduce en mí, tengo la curiosidad de saber cómo es ella.
Entramos en el ascensor y nos dedicamos una sonrisa, el silencio se apodera de ese encierro tentador y lleno de lujuria, la ambición por tomarla de las caderas, sacarle la máscara y besarla permanece en mi interior. Le dedico de nuevo una sonrisa y le cedo el paso cuando el ascensor nos ha abierto las puertas.
El ambiente no es como el de una velada, más bien es bipolar, porque hay una serenidad tan explosiva dónde el ritmo de la música se confunde con la actitud de las personas. El ruido es intenso y retumba en el interior, las luces rellenan esa parte de la fiesta al igual que las personas, veo a mi alrededor y la chica se ha perdido completamente, es como si de la nada la tierra de la hubiera tragado.
—Oh que bien que estás acá —Me dice a lo lejos aquella vos chillona e irritante, Lorena. Me giró hacia ella y le dedico una sonrisa de oreja a oreja al final, no está mal volverle a ver. — ¡Leo!
Se lanza en mí y apuña sus pechos en mi pecho al igual que su peso recae en mí, sus brazos me envuelven con fuerza y sus labios me acarician la mejilla. Una dulce fragancia sale de aquella hermosa rubia de ojos brillantes.
—Oye, yo también me alegro de verte —Le digo con el gesto torcido —lindo vestido ¿Eh?, ¿De diseñador?
—En estos tiempos hay que lucirse —Me dice con un guiño de ojo —vamos, he reservado un asiento para ti.
Me hala de la mano y me lleva entre todas las personas como un niño perdido, de momento y eso se vuelve un tanto vergonzoso.
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Seduciendo a Jeanie.
Teen FictionPor que la seducción no solo es una seducción sexual, si no una seducción que llama a lo prohibido, al pecado...al amor. Sin embargo un pasado se esconde en las oscuras calles dónde habita el miedo, oscuros secretos y el deseo.