Capitulo Veinticinco: La mentira de la gran verdad.

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Capitulo Veinticinco:

Entro al salón de clases, todos clavan la mirada en mí y eso me ruboriza, Jonny me hace un gesto al igual que Carl, sé que han de estar confundidos.

-Ni piense tomar asiento, vaya directamente dónde el coordinador –Dicen las palabras del profesor, quien personalmente sé que tiene algún problema conmigo. Me salgo de nuevo y a lo que me temía, ir dónde el coordinador, tengo miedo porque pueden expulsarme y quizá ya no pueda graduar. Sin embargo la suerte me da un boleta para que viaje en ella y me dice que el coordinador no se encuentra. Y bien, sé que el profesor me detesta y no tiene deseos de verme, así que, me voy a enfermería. La enfermera ha curado la herida del labio, y ahora debo de ir a la clase de orientación para la vida “la peor mierda de todas”. Entró al salón y me siento al lado de Jonny.

-¿Qué te ha pasado? –Pregunta frunciendo el ceño –te ves terrible.

-Todo ha pasado Jonny –Le digo, me apoyo en mis brazos pero vuelvo a mi postura cuando escucho a la profesora llegar.

La clase comenzó y se fue tornando muy aburrida, y de no ser por mí habría armado una gran algarada para poder salir de ahí. Un bostezo tras otro, me apoyaba en mis brazos, me rascaba la cabeza… ¡agh!, era tan irritante escuchar la vos de esa mujer tan babieca pero ¡Yaaay!, el timbre sonó, al fin la última clase del día había llegado a su fin. Al salir del edificio busque mi auto, lo monte y lo puse en marcha, coloque algo de música tranquila y relajante porque estaba muy tenso.

Baje del auto y me dirigí a la puerta de la casa, abro la puerta y todo está oscuros, enciendo la luz y ahora todo está solitario, una luz muy tenue iluminaba la sala de estar de ahí la cocina, el comedor, las escaleras y la parte de arriba de la casa permanecía oscura y eso era tan tenebroso que se me erizo la piel. Enciendo las demás luces y mi miedo se ha desaparecido, sin embargo siento una energía rondar como si la presencia de alguien me está observando. Subo los peldaños con mucha lentitud y enciendo la luz del pasillo, abro la puerta de mi dormitorio, sin encender la luz puedo ver la sombra de un cabello largo, las curvas de unas caderas, las piernas de una dama.

-¿Quién eres?

Y eso fue lo único que pude pronunciar, mi garganta estaba hecha un nudo, mis pensamientos se enredaban entre sí, mis manos sudaban, las piernas me temblaban y mi vista se confundía. Podría ser un espectro de más allá, podría ser una psicópata, una loca sádica que quería mis extremidades,  podría ser una broma de mis amigos pero no era ninguna de esas. Sin encender la luz me aproxime hacía la sombra, mi respiración se agitaba y el corazón saltaba. Oh Dios, tengo un miedo terrible, a pesar de que podría ser una de las tantas cosas que mencione anteriormente decidí acercarme, era como Ícaro, el sabiendo quién era el sol decidió acercarse más hasta ir demasiado cerca hasta que sus alas se derritieron y murió. Ahora mismo podría estar firmando mi condena de muerte así como Ícaro. Sin embargo los suaves labios de la sombra me cogieron, su jadeo es constante al igual que sus acaricias en mi espalda. La intriga se expandía en mi interior, me aparto bruscamente y me toco el labio inferior, enciendo la luz y…

-¿Qué haces aquí? –Le digo con mucha frialdad. Era Lorena.

-Oh Dios, que bien se sintió besarte –Dice dejándose ir en mi cama.

-Debes de irte, esto no es correcto. –Digo serio, emboza una carcajada que me ha sobresaltado.

Seduciendo a Jeanie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora