Capitulo treinta y cuatro: Una muerte perpetua.

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Capitulo treinta y cuatro: Una muerte perpetua.

Leo:

 

Estamos conscientes que dentro de poco ya no seré nada. Aunque, yo siendo materia quizá me transforme en algo, ¿Me entienden?, la primera ley de Newton dice que toda materia se transforma y yo siendo materia pues, seguramente me vuelva en polvo. Pero aquí está la parte a lo que todos le tememos, la palabra en nuestro interior causa escalofríos y más aún cuando la muerte suspira a nuestros labios para inhalarnos y hacernos polvo.

 —Leo, Leo, Leo —Dice el doctor Paul mientras arrastra una silla y se postra frente mío. — ¿Agua?

— ¿Agua? —Digo en tono de burla —después de todo me estas ofreciendo agua…irónico.

—Oh, mi gentileza le afecta mucho joven MCguire —Dice llevando sus manos atrás de la cabeza mientras se apoya en la pared. Y ahora que me doy cuenta él usa mucho el tono inglés, aunque sé que lo hace para sonar aún más fastidioso.

—Deje ese tono tan irónico, si es que de gentileza quiere hablar —Le digo apoyándome en mis rodillas.

— ¿Sabes porque estas acá? —Dice con mucha naturalidad.

—Será porque Jeanie no pudo asesinarme y ahora usted lo hará.

—Vaya, me sorprendes chico —Dice con una sonrisa torcida y bien fingida. —la verdad, es una cadena de problemas que supongo, quieres escuchar.

—Los problemas de esa chica nunca me han pertenecido —Le digo.

—Su padre, Pablo Girlbert era un tipo ambicioso le trajo muchos problemas a su familia, pero la historia no comienza ahí. Todo comenzó con veamos,…seré exacto. Pablo y yo éramos muy buenos amigos y buenos, ambos éramos doctores de laboratorio, siempre trabajábamos con sustancias toxicas  y pues, yo quería  la principal de ella. Sin embargo, como te lo dije, él era muy ambicioso y egoísta. Él sabía que lo iba a matar si no me entregaba esa sustancia pero escapo. Entonces tuve que actuar rápidamente y pues,  secuestre a su hija a mediados de diciembre del año pasado, Jeanie fue en busca mía porque su padre le encargo la libertad a su hermana y entonces su misión eras tú pero te preguntarás, ¿Qué tengo que ver yo en esto?

—Es decir que Jeanie está sometida a ti —Digo entrecerrando los ojos.

—Ojos por ojo Leo —Dijo apuñando su mano —tú padre asesino a mi hijo Leo y hoy es tiempo de asesinar al suyo.

Parpadeé un par de veces, trague saliva y procese con rapidez lo que acababa de decir, ¿Mi padre asesino a su hijo?, ¿Qué mierda? Trague saliva de nuevo y lo observe con atención.

—Él dijo que tenía la cura para la enfermedad de mi hijo pero era una mentira —Dice, sus ojos se tornaron cristalizados —y yo ahora le tengo una enfermedad que jamás curara a su hijo.

Abrí los ojos y me toque la mancha de sangre esparcida por mi camisa. Dios, no podía ser posible eso. Y de pronto muchas imágenes divagaron por mi mente.

Seduciendo a Jeanie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora