Dievs, un Dios Alfa que ha estado en el hielo por más de diez mil años esperando a su tan anhelada alma gemela.
Al ser descongelado va en busca de su otra mitad, pero se lleva una gran sorpresa al ver a la persona que el destino eligió para él.
...
~¿Por qué apareciste? Por tu culpa estoy perdiendo a quien más amo. Por tu culpa, Dievs va odiarme.~ Gala, quien está oculta en una oscura cueva, solloza y se lamenta.
Su pareja sigue molesta y lo más probable es que termine por odiarla.
~Lo lamento. Lo lamento tanto.
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-Tenemos que actuar antes que Dievs marque al Omega.- explica el anciano beta. -Mi hija se encargará de distraer a Dievs y tú te llevaras al niño.- señala al otro hombre.
-¿No sufrirá más si está enlazado?
-Si lo marca, el Omega se volverá inmortal. No podremos hacer nada si eso sucede.
-Aún no me has dicho como es que morirá Dievs.
-No morirá.- dice y el Alfa gruñe molesto. -Pero el dolor será tanto que no lo soportará y desaparecerá, podremos hacer lo que deseemos y nadie nos detendrá.- una sonrisa torcida se forma en su rostro todo arrugado.
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-¿Dónde iremos hoy?
Dos días pasaron desde aquella magnífica y extraña noche. Dievs no me quiso decir el porque de su comportamiento.
-Es sorpresa, precioso. Iremos cuando el sol se oculte.- se acurruca más contra mi cuerpo.
Desde esa noche, él parece no querer soltarme o dejarme solo en ningún momento. No me molesta, pero estoy preocupado.
-Dievs, ¿estás bien?
-Si, ¿no puedo abrazarte?
Suspiro y asiento pasando mis brazos por sus hombros. Le he preguntado varias veces que le preocupa, pero siempre desvía el tema.
Al día siguiente de ver la lluvia de estrellas, Dievs nos llevó a un bosque donde la presencia del otoño era completa y al estar allí, nos encontramos a una manada de venados, eran muy lindos.
Mientras Oliver jugaba con los cachorros, Dievs y yo nos quedamos bajo un gran árbol disfrutando del paisaje.
Al siguiente día de eso, nos quedamos en casa, Oliver se encontraba adolorido por jugar y correr tanto.
Observo la corona y la rosa azul que están a un lado de la cama. Parecen estar bien, la rosa está en agua y durará más, pero la corona no.
