Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Vᴇɪɴᴛɪᴄᴜᴀᴛʀᴏ.

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Amin, el enorme oso, me contó las historias sobre Dievs, una versión corta y distinta. Estuvimos mucho tiempo en aquel lugar y llegamos a casa muy tarde. Oliver seguía despierto, esperándome.

Después de una noche de sueño profundo, me levanté muy animado.
Iremos a otro lugar y de seguro será igual o más bonito que el anterior. Puedo llevar a Oliver, Dievs me aseguró que mi bebé estaría bien.

Me he dado cuenta que Dievs es muy cuidadoso con sus acciones.

El cortejo está siendo increíble, miro la corona de flores y sonrío embobado recordando el significado de cada una.

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Dievs mantiene sus ojos fijos en mí. La vergüenza me inunda y miro para otro lado mientras aprieto la tela entre mis manos.

—Deja de mirarme. ¿Por qué debo vestir así? Es incómodo.

Estamos en una hermosa playa, la fina arena se pega a mi piel desnuda y la brisa del océano revuelve mi cabello.

Antes de venir aquí, Dievs me vistió con una camisa larga que llega a mitad de mis muslos y las mangas enrolladas hasta mis codos.


—Es parte del cortejo, durante estos momentos usarás algo mío, algo que yo te dé.— se arrodilla y sonríe un poco mientras mira hacia el océano.

Por alguna razón, Dievs anda muy emocionado.

Lo quedo viendo por un rato y luego parpadeo, dirigiendo la mirada hacia el agua.

Estoy sentado con mis piernas cruzadas. Mis manos sostienen parte de la camisa para que no se levante y deje a la vista mi desnudez.

Oliver está jugando con un grupo de niños cambia formas provenientes del océano.

Al principio me mostré reacio a dejar que se alejara con ese extraño grupo de niños, no sabia de donde habían salido, aparecieron de repente sonriendo animados y trepando sobre Dievs.

—Ethan.

Despego la mirada de Oliver y la dirijo a Dievs, quien toma una de mis manos.

—El océano es lo mas antiguo que verás, está lleno de recuerdos, sentimientos y sueños perdidos que alguien vertió en él tratando de cumplirlos.

Me ayuda a levantar y me lleva hacia la orilla, nuestros pies se mojan y Dievs sigue avanzando hasta que el agua llega a mi cintura. No está fría, lo que me hace soltar un suspiro aliviado.

Dᴇsᴛɪɴᴏ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora