—"¡No puedo creerlo! ¡Simplemente no puedo!"—La joven se encontraba caminando de un lado al otro en la oficina del Conde.
—"Ya, tranquila."—Habían logrado burlar a Sebastian, diciéndole que _______ huyó de la fiesta y Ciel tuvo que buscarla toda la noche. Sebastian les creyó.
—"¡¿No lo entiendes?! ¡Primero me mintieron toda mi vida, y después tengo un deslice contigo!"—Se encontraba muy nerviosa y molesta al parecer.—"¡¿Y sabes qué es lo peor de todo?! ¡Qué en unos días tengo mi maldito Bautismo Oscuro y además me declaro ante Lucifer como la prometida oficial de Faustus!"—Gritó molesta.
—"No es para tanto."—Dijo Ciel, haciendo que la joven lo mire con soslayo.—"¿Es tan grave decirle a Lucifer que no amas a tu prometido y que amas a un mortal?"—La joven soltó una risita y se mordió la lengua, con actitud irónica.
—"No sé de dónde sacaste que te amo."—Ciel se rascó el cuello, sin escuchar a la joven.—"¡Yo amo a mi prometido! Tú solo fuiste un momento corto de mi vida, un desfogue."—Él Conde rió.—"¡No te rías, maldito!"—La joven agarró un almohadón y se lo tiró en la cara al Conde.
—"¿Recuerdas todo lo que pasó anoche?"—Una sonrisa burlona se dibujó en los labios del Conde.
—"No."—Ante la respuesta de la joven, Ciel alzó los hombros, con mirada burlona.—"¿Y eso que tiene que ver?"—Ciel se paró de su silla.
—"Yo te muestro que tiene que ver."—Ciel se puso en posición de perrito sobre el suelo y comenzó a gemir.—"¡Ah~! ¡Ciel! ¡Más!"—La joven procedió a taparle la boca.
—"Maldito hijo de perra, cállate."—Ciel se rió, burlonamente.
Los dos se pararon y Ciel la miró a los ojos, tomándola de la cintura.—"Suéltame."—Mandó.—"Me encanta cuando te haces la difícil, porque luego terminas cediendo."—La tomó la barbilla y la besó.
Al principio ella trataba de separarlo, pero poco a poco fue cediendo, danzando junto a los labios de Ciel, deslizando sus manos sobre su pecho.—"¿Lo ves? Te vuelvo loca."—Ella lo miró enojada y salió de la habitación.—"¡_________!"—Gritó Sebastian.—"Acaba de llegar una carta de mamá, el Baptismus Tenebris y la Dicitur Incúrsio se adelantaron por motivos familiares de Faustus, son pasado mañana."—Me petrifiqué.
—"¡Pe-Pero no estoy lista!"—Protestó la joven.
—"Y bueno, es lo que hay."—Sebastian alzó los hombros, suspirante.
La joven subió y volvió a caminar de aquí para allá.
—"¿Y ahora qué?"—Preguntó sonriente Ciel.
—"¡Se adelantó todo! ¡Mi Bautismo Oscuro y mi Declaración Satánica!"—La joven se sentó y enterró su cara entre sus manos.
—"¿Te preocupa por tu duda de a quién amas?"—Ciel se sentó a su par, burlando.
—"Basta de bromas."—La joven suspiró.
—"Bien, bien, paro."—Ciel la hizo acostar en el sofá, quedando encima de ella.—"Ten claro que ya acepté mis sentimientos y no los voy a volver a negar."—La besó, con deseo.
Un juego de manos surgió entre los dos, tocándose mutuamente todo el cuerpo.
Ante la falta de aire se separaron, jadeantes.—"No, Ciel, no podemos hacer esto."—Ella desapareció de la habitación, mientras el joven Conde suspiraba, frustrado.
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Ella se despojó de sus ropas ante la bañera, llena de agua.
Se metió dentro y se talló con la esponja lo más fuerte que pudo, haciendo rojiza su piel y sintiendo la quemazón.
Necesitaba olvidar sus besos, sus caricias, ese olor tan característico de Ciel Phantomhive que la volvía loca.
Se llenó la cabeza con la idea de todo eso fue un error, que estaban ebrios por esa sustancia que ingerieron.
Pero era imposible, ella no podía olvidar que su primera vez fue con él Conde Phantomhive y no lo recordaba con claridad.
Todo eso era prohibido, no podía estar con Ciel, por su prometido, por su religión y por su familia.