El esposo de _________, Claude, la esperaba ansioso en casa, puesto que había preparado la comida favorita de la joven.
Él sabía perfectamente lo que duraban esas reuniones que su esposa tenía, algunas veces duraban más de doce horas, por lo que, no sospecharía jamás que ella se había acostado con otro hombre.Escuchó la puerta abrirse y se apresuró a recibir a su esposa con un gran abrazo y un dulce beso.
—"Hola, cariño. Te extrañé."—Dijo ella, con una sonrisa perfectamente dibujada en sus labios.—"Yo aún más."—Él, cada vez que era así de cursi con su esposa, no podía evitar que sus mejillas se sonrosaran.—"Preparé tú comida favorita."—La joven se emocionó, alzando las cejas.
—"Gracias, no te hubieras molestado."—Lo volvió a besar, rápidamente, sentándose para almorzar.—"Espera...¿Qué quieres pedirme, cariño?"—Ella vió a su marido, que sonreía.
«Diablos, me conoce mejor de lo que esperaba.
La amo.»—"¿Porqué querría pedirte algo, amor mío?"—Él también se sentó a comer.—"Te conozco, cuando quieres algo pero tienes vergüenza de pedírmelo haces todo un show para que me dé cuenta y te pregunte."—Claude sonrió, mientras ella se llevaba un bocado de comida a la boca.—"Peor que niño pequeño, ¿Qué quieres, corazón?"—El contrario inhaló y exhaló, con nervios.—"Uh, presiento que no es algo bueno."—Ella tomó agua.
—"Yo...Bueno..."—La joven lo miraba, sonriente.—"Seré directo."—Ella alzó una ceja.
—"Me parece bien..."—La de cabellos azabache se dispuso a escuchar a su esposo.
—"Ya llevamos varios años casados... Muchos más años juntos...Y creo que..."—Claude tragó.
—"¿Te aburriste de mí?"—Ella lo miró, de soslayo.
—"¡¿Qué?! ¡Jamás! ¡No, no!"—El de ojos ámbar se puso nervioso, más de lo que ya estaba.—"Lo que quiero decir es...Que creo que es hora de tener un bebé."—La joven escupió el agua en la copa, sorprendida.—"Ew."—Él rió ante la reacción de su esposa.
—"¿Q-Qué?"—La joven lo miró, sin poder creérselo.—"¿Un bebé? ¿Yo? ¡Hah!"—Acompañó sus palabras con gestos.
—"Cariño...Yo de verdad quiero un hijo, nuestro."—Claude tenía una mirada de tristeza.
—"Claude, yo no quiero bebés, son molestos y no me gustan.
Aún soy joven, déjame disfrutar de ello."—El esposo de la joven suspiró, se levantó de la mesa y subió las escaleras.
La joven chasqueó la lengua y enterró la cabeza entre sus brazos.
Pero el sonido del teléfono sonando la hizo levantarse y atender.—"¿Aló?"—"Hola, linda."—Reconoció inmediatamente la voz de Ciel.
—"¡¿Cómo conseguiste mi nú-?!"—El joven la interrumpió.
—"Solo quería decirte que mañana a la noche, a eso de las nueve, va a haber una fiesta en mí mansión sobre el tema de la unión de nuestras empresas."—La joven hizo un sonido de no entender.
—"¿Estás drogado? ¿Te metiste algo? ¡¿Cuándo nuestras empresas se unieron?!"—Ciel rió.
Tenía la risa más hermosa y refinada del mundo.—"Yo opino que nuestras empresas se unieron ayer por la noche, no sé lo que piensas tú."—Se escuchó el sonido de los labios del joven separarse, en una sonrisa.
—"A ver, maldito."—Ella se acercó más al teléfono.—"Yo no dí ninguna orden como para que nuestras empresas colaboren."—El joven volvió a reír.
—"Oh, sí, sí lo hiciste.
Así que, mí hermosa dama, mañana por la noche te espero...Con tú esposo."—Sin más, Ciel colgó.«Carajo, ¿Qué hizo ahora?» La joven suspiró y subió a ver que hacía su marido.
Entró a la habitación y lo vió acostado, mirando a la pared, dándole la espalda a ella.—"Mí amor."—Ella se sentó en el borde de la cama, acariciando los cabellos de su contrario.