🥀Capítulo: Zweiundzwanzig🥀

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—"¡Ah~! ¡Ahí, ahí, justo ahí! ¡Mmmh~! ¡Sí, sí, sí! ¡Me encanta! ¡Aah~!"—Al parecer una mujer estaba siendo muy escandalosa.

«Diablos, ¿Lo hace a propósito? Que asco.»  Eran más de las tres de la mañana y la joven Michaelis no podía conciliar el sueño, ya que su hermano parecía divertirse al mil con una mujer, la cual era muy escandalosa.
Seguramente el mayor cree que su hermana no está escuchando nada de lo que está sucediendo, a pesar de que son gemidos tan fuertes que hasta Satán los puede escuchar.

__________ se hartó y decidió molestar.
Se levantó de su cama, descalza, en camisola y con su cabello suelto, dirigiéndose al núcleo del ruido, la habitación de su hermano.
Abrió la puerta sin cuidado alguno, haciendo sobresaltar a los dos mayores, buscando desesperados con que cubrirse.
—"¡Me cago en todo! ¡¿Pueden irse a coger en otro lado?! ¡Quiero dormir! ¡Por un demonio! ¡Me dan asco!"—A la menor no le importó ver a una mujer desconocida desnuda y a su propio hermano completamente desnudo y dejó salir su ira.
Luego de decir eso, cerró la puerta otra vez y se fue a su habitación.

—"¿Es tu hija?"—Preguntó extrañada la mujer.—"Es igual a tí."—Sonrió.

—"Es mi hermana menor."—La mujer rió.

—"Impone sus pensamientos."—La mujer agarró su ropa y se la puso.—"La próxima, a un hotel."—Le guiñó el ojo y se fue.

A penas la mujer se fue, Sebastian se levantó y fue a la habitación de su hermana.—"¡Hey! ¡¿Qué crees que hiciste?!"—La menor suspiró.

—"Bueno, perdón por querer ser una niña sana y con cero problemas psicológicos."—El mayor soltó una risa.

—"Que descarada, cielos."—Ella rió.

—"Eres el tercer ser más repugnante que ví en toda mi vida."—La joven sonrió.—"La primera es Nébula, luego Christopher, luego tú."—El pelinegro sonrió.

—"Que honor."—Sebastian se sentó en la cama de la joven.—"¿Tú me viste desnudo?"—Ella hizo una mueca de asco, asintiendo, mientras el mayor reía.

—"Que cosita tan graciosa tienes entre las piernas."—La menor se rió, mientras el contrario frunció el ceño.

—"¿Me estás diciendo joto?"—Ella asintió.—"Mmhp."—El mayor giró la cabeza, ofendido.—"No digo nada, luego me llamas perverso."—El se acostó.

—"Fuera."—Tajó ella.

—"Déjame dormir aquí, mi cama está un poco mucho llena de fluidos de todos los colores."—La menor hizo una mueca de asco.

—"¡Qué asco! No, vete a bañar primero."—Señaló con su dedo la puerta.

—"No son de todos los colores, ey, es una exageración.
Son blancos y rojos."—Ella lo empujó fuera de la cama, mientras el reía.

—"Eres un asqueroso."—La menor se levantó y abrió la ducha.—"¡Adentro!"—Lo jaló.

—"Sácame la ropa."—Dijo Sebastian. Ella negó repetidas veces con la cabeza.

—"Después preguntas porque no me quiero acercar a tí."—Ella salió del baño y se acostó a dormir.

...

—"Oigan...Creo que la muerte de la señorita _________, afectó mucho al joven amo..."—Dijo Mey-Rin, viendo como su amo rechazaba todas las juntas que tenía, mientras comía un pastel de chocolate.

—"¿Eso crees? Yo lo veo bien."—Dijo Finny, también viendo a su amo.
De repente, Finny, Bard y Mey-rin se sobresaltaron al escuchar un golpe seco.
Ciel había dado un golpe al escritorio, mientras sus lágrimas caían.—"Bueno, no, no está bien."—Todos bajaron la mirada.

—"¿Acaso no oyeron a Sebastian? El joven amo estaba enamorado de ella."—Mey-rin y Finny se sorprendieron ante la afirmación de Bard.

Los sirvientes podian ver bien las lágrimas de su amo, puesto que ya no usaba el parche.
—"¿A alguien más le parece muy raro que el joven amo ya no use su parche y tenga su ojo como nuevo? Dijo que lo usaba porque perdió el ojo."—Dijo Mey-rin, extrañada.
Los otros dos asintieron.

—"Con permiso."—Se sobresaltaron al escuchar la voz de Tanaka, a punto de entrar a la oficina.
Entró y cerró la puerta a su espalda.

—"Ah...Tanaka."—Ciel se apresuró a secar sus lágrimas.—"¿Sucede algo?"—El peliazul se puso serio otra vez.

—"Claro que sucede, joven amo."—Ciel lo volvió a mirar, extrañado.—"No puede seguir así, déjela ir.
Si usted la sigue llorando, no va a poder irse al más allá y su alma estará en pena, ¿Usted quiere que ella sufra así?"—El Conde suspiró.—"Esta tarde es su velorio y quiero que a partir de hoy, no la llore más."—Tanaka le sonrió.

—"Yo no creo que pueda...No recordarla."—Admitió el joven.

—"No le estoy diciendo que la olvide, es imposible olvidar a alguien.
Estoy diciendo que la deje ir y piense en ella como su pilar, no como su bola de demolición."—El menor asintió lentamente.—"Recuerde...Que no hay cadáver, supuestamente ardió junto al lugar."—Ciel hizo una mueca de tristeza.—"Ella ahora está tranquila y lo está cuidando."—Tanaka sonrió y se fue.

—"Cuidándome..."—Ciel miró al cielo.

...

Al día siguiente, ___________ amaneció con su hermano a la par, leyendo un libro.
—"Te dije que no te me acercaras, mugriento."—Ella se levantó y miró por la ventana.
«Ciel...Te extraño...» Miró al cielo.
Su hermano miraba de soslayo a su hermana, con mirada perversa.
Posó su mirada detenidamente en las caderas de la menor y en su ropa interior, que podía verse perfectamente por la traslución de este.

—"¿_________?"—La llamada se giró a ver al mayor.—"¿Porque no usas ropa interior de niña?"—Ella se sonrojó y se tapó.—"¿Qué? ¿Qué tiene?"—El mayor frunció el ceño, confundido.

—"¿Qué qué tiene? Eres un pervertido y seguro estás pensando cosas obscenas conmigo."—Ella pareció molestarse mucho.—"Uso esta ropa interior porque me compré muchas de estas...Para Ciel."—La menor sonrió, mientras el mayor se molestó.

—"Bueno, ahora ya no más Ciel."—El pelinegro frunció el ceño, furioso.

—"Voy a seguir usando esta ropa interior, quieras o no, te excite o no."—La menor desapareció de la habitación, enfadada.

"𝓣𝓱𝓮 𝓼𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 𝓸𝓯 𝓸𝓾𝓻 𝓮𝔂𝓮𝓼" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora