🥀Capítulo: Fünfundzwanzig🥀

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Ya había pasado un mes entero de ir todos los días a visitar a la señorita __________.
Ciel no se cansaba de ir, mucho menos su hermano.
Pero la relación que mantenía el Conde Phantomhive con _________, no le gustaba nada a Sebastian.
Por lo tanto, el mayor decidió idear un plan para separarlos de una vez por todas, para siempre.

Ese día, Sebastian estaba listo para llevar a cabo su plan.
Primero, distrajo a su amo y logró dejarlo inconsciente...Su plan era comerse antes de tiempo el alma de su amo.
Ya estaba todo listo, iba a comer el alma de Ciel ese día, en ese momento.

—"¡¿Qué haces?!"—Gritó la joven Michaelis al ver tal escena.

—"Voy a acabar con este romance de una vez por todas."—Afirmó el mayor, sin ponerle vista encima a su hermana.

Sebastian escuchó que la joven agarraba algo de metal y se giró.
—"Si lo haces...¡Yo también voy con él!"—Tenía un bisturí puesto en su cuello, amenazante.

—"Carajo, no lo hagas difícil, __________."—El pelinegro frunció el ceño.

—"Lo voy a hacer, estoy dispuesta."—La joven tragó, nerviosa.

—"¿Sabes qué?"—El mayor se levantó y chasqueó la lengua.—"Yo no me voy a comer su alma, pero tú te tienes que alejar de él.
Irte lejos y nunca más volver a verlo, porque sí no... Ya sabes lo que puede pasar."—Lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven.

—"No, no lo haré, no quiero irme."—Dijo firme, mirando a su hermano a los ojos.

—"No me interesa."—Confesó el mayor.—"Es una cosa por la otra, no las dos."—Ella negó con la cabeza.—"Te lo hago mejor aún, mira de bueno que soy.
Sí tú te vas, yo me voy contigo, desaparezco de la vida de Ciel, para siempre."—Sonrió.—"¿Mmhm? ¿Qué dices?"—Se acercó a ella, lentamente.—"Dí que sí."—Le susurró al oído, susurro de un demonio.

Ella, con lágrimas cayendo como cascadas, con bisturí en mano y arrodillada frente a Ciel, miró a su hermano...Asintiendo lentamente.
—"Pero prométeme...Que nunca más vas a volver a acercarte a él."—Sebastian hizo una "X" en su pecho, imaginaria, simulando promesa.

—"Promesa."—Le sonrió.

La joven juntó frente con frente, con el peliazul.—"Lo lamento Ciel...Te amo demasiado como para dejar que mueras en manos de mi hermano.
Se feliz, es lo que siempre me encantó, verte sonreír."—Le dió un pequeño beso en la comisura de sus labios, para luego levantarse y tomar la mano se su hermano, llevándola a paso lento...Como un infierno.

—"Gran elección, eres inteligente."—Dijo el mayor, mientras entraba a su casa de soltero, a pocos kilómetros de la casa de sus padres.—"Buah, hace siglos que no entro aquí."—Había gran abundancia de polvo y telas de araña.

—"¿Porqué eres así? Yo...Yo amaba a Ciel..¿Porqué?"—La joven comenzó a llorar otra vez.

—"Mira, hago esto porque...Siendo sincero, me da celos, celos de hermano mayor.
Además...¿Qué futuro ibas a tener con ese mocoso? Créeme, él no te ama."—Excusó Sebastian, agarrándo una escoba y poniéndose a barrer.

—"¿Qué se supone qué es todo esto? Me das asco."—Dijo la menor, tomando con la punta de los dedos un condón usado.
El mayor miró el suelo, estaba lleno de preservativos usados, o solo el papel que los cubría, además había ropa interior masculina y femenina por doquier.

—"¡No deberías ver esas cosas!"—El pelinegro se apuró a recoger todas esas cosas.

—"Me das mucho asco, en serio."—Dijo seria, estaba enojada con su hermano por ser tan idiota.

—"Como sea, aquí vamos a vivir los dos, ¿Qué te parece?"—En un abrir y cerrar de ojos, la casa estaba como nueva.

—"Repugnante."—El mayor estaba dolido ante la actitud de su hermana.—"Tú y todo lo que tenga que ver contigo es repugnante, quisiera estar en el hospital psiquiátrico."—Sebastian suspiró.

—"Escúchame, __________.
Esto lo hago por tú bien, porque te amo, eres mi hermanita linda y no puedo permitir que te rompan tú corazoncito."—Sebastian la abrazó.

—"Eres malo."—Ella se acercó a la puerta principal.—"Y fuí una estúpida al aceptar tú trato, es impensable."—Abrió la puerta, dispuesta a irse, pero de repente... Todas las velas se apagaron, se cerraron todas las puertas y ventanas, dejando a oscuras toda la casa.

—"De aquí no te vas."—Pronunció el mayor, dominante.—"Te vengo perdonando muchas cosas, ___________. No me hagas enojar."—Un escalofrío y sudor helado recorrió el cuerpo de la joven.
El mayor soltaba un aura llena de sed de sangre, estaba enfadado y mucho.

—"¿Voy a ser tú prisionera por el resto de mí vida?..."—Preguntó, con miedo de una respuesta positiva.

—"Hasta que te cases con un hombre de bien."—Ella frunció el ceño.

—"Para tí todos son malos, no tiene sentido."—Gruñó ella, con furia.

—"Yo soy un buen partido."—Le guiñó un ojo, haciendo extrañar a la menor.

—"¿Ya te dije cuánto asco me das?"—Dijo la menor, para luego darse la vuelta e ir a una habitación.

Simultáneamente, Ciel se despertó en su mansión, rodeado de sus sirvientes, menos Sebastian.
—"¡¿Joven amo?! ¡Qué milagro que esté bien!"—Dijo Mey-Rin, al parecer había sucedido algo terrible.

—"Uhg...¿Qué sucedió?"—El peliazul poco a poco se sentó en su cama, con un dolor de cabeza tremendo.

—"El hospital psiquiátrico donde estaba la señorita _________... Ardió en llamas."—Ciel no se lo podía creer.

—"¡¿Y ella?! ¡¿Ella está bien?!"—El del parche se levantó rápidamente, hacia la puerta, pero Finny lo volvió a sentar en la cama.—"¡Díganme! ¡¿Ella está bien?!"—Bard y Finny apartaron la mirada, mientras que Mey-Rin se acomodó los lentes, con mirada baja.

—"Ella... Falleció, joven amo."—Todo en Ciel se estaba rompiendo en ese momento.
Sintió como las lágrimas caían por sus mejillas, en abundancia.

Los tres sirvientes se retiraron de la habitación, dejando a su amo ahogando penas.
Ciel se quedó mirando al suelo un rato, mientras sus lágrimas caían.
De repente, todo se veía en blanco y negro...Justo como Ciel veía todo antes de conocerla.
Se paró y comenzó a tirar cosas, gritando.
—"¿Porqué? ¡¿Porqué?! ¡¡¿¿Porqué??!!"—Se tiró al suelo de rodillas, llorando y gritando como un loco, pues había perdido a su felicidad.

En ese momento, se le cayó su parche, viendo que ya no tenía la marca del contrato.
Sebastian había desaparecido.
Eso era lo que menos le importaba ahora a Ciel, lo único que le importaba era __________ y porqué había muerto así.
«¿Porqué no fuí yo? Maldita sea...¡Maldita sea!» Ataques de ira y tristeza repentinos le agarraron a Ciel.

No quería salir de su habitación, ¡No iba a hacerlo! Todo le recordaba a ella, prefería ver solo su habitación, que era pequeña comparada al comedor o la sala, llena de objetos que ella tocó o colores que son propios de ella, tal vez olores que le recordaban a ella, sus comidas favoritas...No quería ver nada de eso.
«¿En serio me estás diciendo que ella murió creyendo que yo la odiaba? Yo...Ella es mí vida y se ha acabado.»
Ciel en algunos momentos lloraba, en otros se reía de lo patético que el mismo es y otras veces se enojaba por la rabia que tenía.

Ciel no va a volver a ser el mismo.
No va a volver a ser el que no la conocía, tampoco va a ser el que la conocía.
Un nuevo Ciel desconocido para todos estaba formandose con el paso del tiempo y no podían hacer nada para impedirlo.

"𝓣𝓱𝓮 𝓼𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 𝓸𝓯 𝓸𝓾𝓻 𝓮𝔂𝓮𝓼" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora