🥀Capítulo: Vierundzwanzig🥀

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Ese día, a partir del cumpleaños número dieciocho de __________, Ciel jamás volvió a escuchar la voz de la joven.
Y la joven jamás volvió a escuchar la voz de Ciel.
No le dieron importancia, puesto que pensaban que era solo un delirio.

El joven Phantomhive se casó con Elizabeth Midford, a los diecinueve años de edad.
El matrimonio fue un completo fracaso e infierno para la pobre Elizabeth, ya que su esposo no le dedicaba ni mirada, la ignoraba y no soportaba su voz.
El día de la boda, cuando tenía que besar a la novia, Ciel solo la abrazó un milisegundo, con cara de asco, la cual todos pudieron ver.

...

—"¿Eh? ¿Cómo qué esta noche no vas a estar?"—Preguntó Elizabeth, preocupada por su marido.

—"Eso, no voy a estar, no me esperes."—Ciel estaba haciendo papeleo, como a diario lo hacía.

—"¿Y a dónde vas a ir?"—El peliazul la miró de soslayo.

—"¿Acaso te incumbe?"—Volvió la vista a las hojas.

—"¡Claro que me incumbe! ¡Soy tú esposa!"—Lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de la mujer.—"Tendrías que tratarme como tal..."—La rubia bajó la mirada.

—"Te repito que yo no quise casarme contigo, para mí, no eres nada."—Ciel se levantó y salió de la oficina, dejando a la joven sola, llorando.

Ciel esa noche tenía una junta de negocios, donde iban los jefes de empresas importantes y podían formar una colaboración amistosa.
Ciel no tenía intenciones de hacer colaboraciones, la corporación Funtom trabajaba consigo misma.

...

Cuando el joven Ciel llegó a la 'fiesta', todos lo miraban como el Conde de trece años que ahora es un galán de veintitrés.
No había ni una sola mujer que no caiga a los pies del Conde Phantomhive, suspiros y jadeos se escuchaban en todos los lugares donde él iba.
Pero este hermoso y sexy joven no se interesaba en nadie, no miraba a ninguna mujer y no prestaba atención a los halagos y regalos que las muchachas le otorgaban.

—"Conde, ¿Ya vió a ese mujerón?"—Un hombre que se encontraba platicando con Ciel, señaló a una mujer que tenía un vestido rojo ajustado a la piel, con medias de rejilla, tacos altos negros y su cabello suelto.
«Madre mía, sí que es bellísima.» El Conde no tardó en caer por la belleza de la mujer.—"Es la jefa de una empresa directiva que gana millones al mes."—El dato sorprendió al peliazul.

—"Ah, algo me dice que están hablando de Lady Wembley."—Otro hombre se acercó.—"Nunca ví una mujer tan hermosa como ella."—El hombre sonrió.

—"¿Es el apellido de su esposo?"—Preguntó Ciel, curioso.

—"No sabría decirlo, pero sí tiene esposo.
Es un hombre alto, de mirada fría y atemorizante, pero que también es un Casanova."—Ciel soltó una risita.

—"Esa mirada atemorizante hace que las mujeres mojen las bragas."—Habló una mujer, apoyándose en el hombre, que parecía ser su esposo.—"Solo sonríe cuando está con Lady Wembley, ¿Quién no quisiera un hombre así?"—La mujer se sonrojó.

El tiempo pasó y el Conde Phantomhive había tomado unas copitas de más.
Unas muy grandes copitas de más.
Y además, se encontraba en una plática con Lady Wembley.
—"Uhg... Sí, ni lo mencione, mí esposa es peor que una patada al hígado."—La muchacha rió ante el comentario de Ciel.

—"Mí esposo es un poco estirado."—El joven la miró, atento.—"Bueno, ya sabe."—El peliazul rió.

—"Vaya, vaya."—Ciel suspiró.—"¿Tiene hijos?"—Ella negó.

Y de esa conversación, que podría ser un coqueteo inocente...Una cosa llevó a la otra y los dos jóvenes terminaron en la misma cama, desnudos.
Habían tenido sexo, pero vaya que eso sí que era sexo.
Por ambas partes, los dos estaban necesitados de relaciones sexuales, puesto que Ciel no quería ni ver a su esposa y el esposo de Lady Wembley era un estirado.

Cuando la muchacha despertó, se confundió, puesto que no recordaba nada por el alcohol.
—"Ay... Trágame tierra, ¿Qué hice?"—Apenada, Lady escondió su cara entre sus manos.
El movimiento de las sábanas hizo despertar a Ciel.

—"¿Eh?"—El peliazul miró a su alrededor.—"¿Lady Wembley?"—Ciel miró sorprendido a la mujer.

—"Cielos, Conde...Yo..."—Ella apartó la mirada, captando la atención del Conde hacia sus ojos.

—"¿Wembley es su verdadero apellido?"—La pregunta hizo confundir a la joven.

—"¿Qué tiene que ver eso ahora?"—Ciel hizo señas para que respondiera.—"No, no es mi verdadero apellido, ¿Para qué le importa?"—El peliazul la miró detenidamente.—"¿Cuál es su nombre? Ay, madre mía, me acosté con alguien que no sé ni como se llama..."—La joven volvió a ocultarse.

—"Mí nombre es Ciel, Ciel Phantomhive."—Ella poco a poco levantó la mirada, viéndolo a los ojos.

—"¿Ciel...?"—Ella no podía procesar lo que el hombre de enfrente había dicho.—"¡¿Ciel?! ¡Ciel! ¡Soy _________!"—El peliazul al escuchar eso no dudó en abalanzarse sobre ella, besándola como si jamás hubiera tocado una mujer.

—"Realmente... Realmente eres tú...Yo creí que estabas muerta...__________..."—Los dos jóvenes lloraban y estuvieron un largo rato besándose y abrazándose.
Hasta que Ciel se separó, bruscamente.—"¡¿Estás casada?!"—El corazón del Conde fue cayendo pedacito por pedacito.—"¡¿Con quién?!"—La sacudió.

—"Heh, eso es secreto."—Ella volvió a besar al contrario.—"No tienes idea de cuanto te extrañé..."—Se miraron.

—"Tú no tienes idea de cuanto me hiciste falta estos diez años...Yo... Jamás dejé de amarte, ni de pensar en tí."—Ella sonrió.—"Sigues siendo la niña más linda que he visto."—El joven se sonrojó.

La joven vió el reloj de la pared, asustándose por la hora que ya era.
—"¡Mierda! ¡Mí esposo me va a matar a preguntas!"—Ciel frunció el ceño.

—"Ey, no dejes que te golpee, no dejes que te encierre, sí pasa algo de eso llam-"—Ella lo interrumpió.

—"Para nada, jamás me golpearía ni me gritaría, es muy dulce conmigo."—El peliazul apartó la mirada.

—"¡Ey! ¡¿Cuándo nos vamos a volver a ver?! Yo quiero estar todos los días contigo."—Se acercó a ella.—"Ahora que te tengo en mis brazos otra vez, jamás te volveré a dejar ir."—Ciel la abrazó dulcemente por detrás, depositando suaves y dulces besos en su cuello, haciendo erizar la piel de la joven.

—"Ciel... Tengo demasiado trabajo que hacer, no creo que podamos vernos todos los días...Yo... También quiero estar contigo, pero la situación no me lo permite."—Ciel rió.—"¿Qué?"—Ella lo miró confundida.

—"Contigo siempre es un amor prohibido."—La besó.—"Y eso es lo que me gusta de tí."—Se miraron tiernamente a los ojos.

"𝓣𝓱𝓮 𝓼𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 𝓸𝓯 𝓸𝓾𝓻 𝓮𝔂𝓮𝓼" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora