17. Viejas amistades

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Me divertí mucho con sus comentarios del bonus, los amo y perdón por eso💙😛

No puede ser, odiaba las putas reuniones del clan, podría simplemente no asistir ya que no soy un miembro completo de este pero eso me quitaría puntos en mi admisión

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No puede ser, odiaba las putas reuniones del clan, podría simplemente no asistir ya que no soy un miembro completo de este pero eso me quitaría puntos en mi admisión.

Si, una puta prueba de admisión como si fuera la universidad, solo era un aspirante a miembro y eso se debía a que; como efecto colateral de la momentánea locura de Ashton, yo me había transformado en uno de ellos, un vampiro o el nombre tan exótico que a ellos les gustaba darse y que me daba pereza recordar. Nunca tomé parte del clan, era un errante, tras la llegada de los Vriklas y su posterior toma del puesto principal, no me quedaba de otra que acatar las normas y unirme a ellos como miembro oficial.

Escuchar a Arion hablar con vanidad sobre las reglas a cumplir me daba dolor de estómago, no importaba cuántos centenares tuviera, tenía la arrogancia de un crío.

Y hablo desde el punto de vista de un crío.

Mientras fingía prestar atención a las opiniones de la gente que quería asesinar humanos por deporte, una llamada me distrajo de mis verdaderos pensamientos que iban en torno a cierta pelirroja. Me disculpo antes de levantarme de uno de los sillones del living del hotel y caminar hacia la puerta.

Kate era quien llamaba.

—Dime que Anabelle está contigo.

Sin saludos, ni preámbulos, la verdad no me importaba, no habíamos hablado desde la fiesta. Kate no era alguien que me preocupara o estuviera mucho tiempo dentro de mi radar.

Respondo a su cuestionamiento:

—¿Por qué lo estaría? Le he dejado en su casa.

—Lo sé, luego de eso salió a la biblioteca y no ha vuelto —dijo con preocupación—. ¿Podría estar con Arion?

Volteé a ver al aludido, su cabello blanquecino se despeinaba cada vez que pasaba la mano por este con evidente fastidio.

—Estoy con él, así que no —contesté.

—Mierda.

Si, más o menos eso era lo que estaba pensando. Afuera llovía a cantaros y la lluvia no hacía amago de cesar pronto, chasqueé la lengua sabiendo que tendría que ir rescatarla.

—Daré una vuelta, si la encuentro te aviso.

—¡Pero está lloviendo!

Colgué ante su réplica y me dirigí de vuelta al lugar de reunión, la gente pululaba y conversaba bebiendo de copas que contenían el tan anhelado líquido por el que cualquiera de nosotros mataría.

Agniet apareció entonces tendiéndome una.

—Te has perdido el gran final, todos los aspirantes tendrán que cazar a fin de mes en las afueras de la ciudad vecina, nada de matar, y de hacerlo, nada dejar huellas.

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora