Epílogo

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Tres meses después

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Tres meses después...

Cada día recuerdo el instante en que se marchó; su posición, su miedo...Sus ojos miraban en cualquier dirección que no fuera nuestros rostros anonadados.

Por al menos un instante deseé que me mirase, aunque yo mismo no sabía que iba a sentir si lo hacía. Tenía rabia contenida porque lo había dejado todo, yo no quería eso para ella, no quería verla rendida y con la cabeza gacha ante el imbécil que destruyó su vida. El trono no estaba en el derecho de obligarle a nada, así que subirse a ese avión fue decisión suya.

Por eso estaba muy enojado con la pelirroja que aún estando ausente seguía siendo un dolor de culo.

Los ánimos estaban caldeados. 

Arion era una bomba de tiempo al que todos temían, su hermano no estaba y las muertes comenzaban a hacer mella en él.

No salía del despacho de Athan y rebuscaba cada día entre infinidad de libros que pudieran decirnos como proceder.

Estaba perdiendo la cabeza.

Todos comenzábamos a sentir los efectos de la presión del trono, sin saber si seríamos condenados a un destierro o a la muerte en nuestro juicio.

Mi papel consistía en sacarle de la miseria de vez en cuando y evitar que Atenas se fuera a la mierda por una plaga de vampiros que no tienen un líder al cuál seguir. Eso fue lo que quedó, miembros dispersos yendo a lo suyo; no un clan, no una hermandad, solo inmortales ocultos a la vista buscando saciar su sed para sobrevivir.

—¿Que sabes de ellos? —dispara su pregunta apenas entro.

El despacho destila un fuerte olor a podrido que golpea mi desarrollado sentido del olfato, no me extrañaría encontrar un cadáver debajo del escritorio.

—La madre se fue, pero la chica se quedó —logro observar como se mantiene muy quieto en la esquina mas oscura de la estancia—. Kate va con ellos todos los días, me ha dicho que siguen buscando. Pero las autoridades se han rendido y levantaron la orden de búsqueda.

—Pueblo de mierda —masculla—. Tampoco iban a llegar a ningún lado.

—¿Tu sabes algo? —voy como todos los días directo a preguntar sobre lo que mas nos arropa ahora.

El juicio.

—No podemos ir a Grecia, sería ir en contra del Trono, hay que esperar el juicio.

Y obtengo la misma respuesta. La impotencia me corroe y no sé ni siquiera que es lo que quiero hacer ¿Ir por ella? Si no se ha quedado por Arion ¿Volverá por mi? Que pensamiento mas ridículo.

—Seamos sinceros, para ese entonces ella estará muerta —le resto importancia a la punzada que acompaña ese comentario—.  Si es que no lo está ya...

Eso lo hace mirarme, su ojo derecho está eclipsado casi en su totalidad por una película blanca que me hace dudar si ve algo por ahí.

—No es...algo que me importe —expresa con frialdad—. Tomó su decisión, que lidie con ella. Lo único que me importa es el maldito juicio, mi maldita libertad total y la gente que sí que quedó conmigo.

Quiero girar los ojos ante su berrinche.

—¿Es por eso que has escaneado cada libro de esos estantes buscando registro de algún híbrido en la historia? —inquiero con falsa inocencia y una ligera burla— ¿O tal vez sea porque te importamos que no has salido ni siquiera a ver como "los que se quedaron contigo" están lidiando con esto? Si te preocupa el juicio no eres el único, Vriklas. Pero deberías tener los huevos y la madures de doscientos años para admitir que te ha dolido que se fuera.

Tal vez no era la persona mas sutil del mundo, mi único trabajo parece ser el sacar a todos del hoyo, estoy bien con eso. Con lo que no estoy bien es con que este imbécil este de nuevo cayendo en desgracia por no aceptar sus sentimientos. Si yo estuviera en su lugar...

—¿La amas?

Su autocontrol ha caído, veo su mano ser víctima de un espasmo que el controla al apretar los puños. Lo que me hace apretar los labios en una línea fina.

¿Cuantas veces tendría que contestar esa pregunta en mi cabeza? ¿Lo hacía? ¿Amarla?

>>Si estuvieras en mi lugar...

Si estuviera en su lugar...¿Qué haría? No necesitaba estar en su lugar para saberlo, porque cada día luchaba contra el impulso de ir tras ella, contra el desespero de no saber de ella y contra la rabia porque no fui yo a quien ella escogió.

—Si tal vez Anabelle se hubiera quedado contigo yo estaría bien —la sola mención de su nombre le provocaba una mueca de dolor—, pero no puedo lidiar con la idea de que este junto a Ashton y no lo haré. Si de verdad no te importa...entonces seré yo quien vaya por ella.

Creí que explotaría en mi contra, que se abalanzaría sobre mi con todo. Lejos de eso, su negación perduró y me sorprendí al verle asentir.

—Tengo que ir por mi hermano, sé que él no esta con ellos y me ayudará. Si entonces quieres buscarla...eso estará bien.

—¿Te estás oyendo, tío? ¡Me has hecho pasar calvarios por enamorarme de ella! Me has roto la cara ¡y un brazo! ¿Y ahora renuncias? —no sé por qué lo animaba, en este punto ya no era consiente de nada, la rabia me ciega— La única razón por la que no le busco es porque ella te espera a ti ¡Te escogió a ti!

—¡¿Y entonces por qué me dejó?! —por fin oigo su devastación— ¡Pude haberla ayudado! Pudimos solucionar el problema juntos y ella escogió irse. Las cosas no se solucionan huyendo, les das la cara y lo enfrentas. Cuando huyes te vuelves un egoísta. La amo, Evan, para mi desgracia es lo único que verdaderamente he amado mas que a mi mismo. Por primera vez, desde que renuncie a la humanidad me sentí vivo. Y ella se fue sin una misera despedida ¿Eso es amor? ¿Eso es escogerme a mi? Pues que se joda el amor, que se joda ella y que se joda mi corazón por extrañarla y querer correr como idiota tras ella, estoy muerto y él debería darse cuenta de una maldita vez.

Ni los cientos de años, la inmortalidad o el poder cegaba los sentimientos. Ni mil máscaras de frialdad iban a disfrazar su dolor y entre todos, yo mejor que nadie le entendía.

Puede que Vampiros y Vrykolakas sean tildados durante toda la eternidad de monstruosas criaturas sin alma. Pero una vez fuimos humanos, libres de maldiciones, libres de mórbidos deseos que nos nublan el raciocinio, seres con luz antes de volvernos oscuridad. Seres que aún después de sentir la muerte en nosotros, anhelamos poder tener esa luz de vuelta.

Arion y yo cometimos el mismo error, no había duda y sin embargo quería seguir errando, quería hallarla...porque es inevitable aferrarse a una claridad cegadora como la que ella irradiaba.

Esto continúa en el libro dos gente, pueden encontrarlo en mi perfil.

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora