18. Castigo y reprimenda

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Evan estaba en medio de la habitación y creo que mi cara y cuello le ganó al color de mi cabeza

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Evan estaba en medio de la habitación y creo que mi cara y cuello le ganó al color de mi cabeza.

—Capullo —masculló yendo a enfrentar a Arion.

No sé porque actué de aquella forma; no es como si pudiera hacer algo entre aquellos hombres pero en un impulso salté de la cama para interponerme en su camino.

Puse la mano en su pecho.

—Evan, no.

Apartó la mirada buscando posarla en cualquier parte menos en mí.

Qué vergüenza.

Y que lo digas.

—¿Qué haces aquí? —inquirió Arion, molesto.

Lo vi caminar al armario y coger un abrigo largo que luego puso sobre mis hombros, me apresuré a cerrarlo mientras esos dos se retaban con la mirada.

En una lucha Evan claramente saldría vencedor pero la mirada de Arion decía que no debía subestimarlo.

—¿Pues qué crees? Medio pueblo ya especula sobre la desaparición de Anabelle, la he...la han buscado por todas partes.

Mierda.

—Pues está bien ¿no lo ves? —replicó el rubio.

—¿Cómo te aprovechas de una situación como esta?

Me tocaba intervenir.

—Detente Evan, Arion no se está aprovechando de nada.

—Ya veo, pareces muy a gusto —dijo con desdén.

—Evan...

—Solo vístete Anabelle, tus abuelos están preocupados y Kate no para de llamar.

Arion consiguió mi pantalón, pero la blusa estaba destrozada en el cuello, tuve que usar una chaqueta de Arion como solución. Quise ir con él pero insistió en que no sería bueno, por lo que bajé a enfrentarme con las frías gafas de Evan.

No dijo una palabra y ya se me hacía costumbre, Evan estaba tenso desde que puse mis brazos a su alrededor al subir a la moto, hizo el camino a mi casa sin decir una palabra y a una velocidad de vértigo.

Apenas estacionó la moto en el bordillo la escena que siguió fue de película.

—¡Ahora sí te mato adorador de Satán!

Mi abuelo se abalanzó por las escaleras, escopeta en mano y rojo de la ira, mi abuela lo seguían con los brazos en jarras sin ningún amago de detenerlo.

—¡Basta, abuelo, no!

—Este niño malcriado no se va a aprovechar de mi nieta ¡No sin pasar por mi escopeta!

Estaba fuera de sí, cargando la escopeta y sosteniéndola de cualquier manera.

¡Ni siquiera sabía si tenía el seguro!

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora