47. Fallos en el plan

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Hasta este momento no había sido consiente de dos cosas:

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Hasta este momento no había sido consiente de dos cosas:

1. No sabía —en absoluto—...lo que era la ansiedad realmente.

Y 2. No sabía hasta que punto había estado conteniéndome.

Trate de concentrarme en mi respiración, para ello tuve que ignora por completo la voz de Arion hablando con alguien a mi espalda. Sentí a Eithan posarse a mi lado y cogiendo una de las bolsas que había dentro de aquel contenedor con una sonrisa. Apreté mis puños hasta sentir que las uñas se me clavaban en la piel, el dolor era más soportable que mis ansias; comenzaba a sudar y sentir pesada mi respiración.

—¿Roja? ¿Estás...? —él dio un paso en mi dirección...

—¡No! —no reconocí mi propia voz, sonaba...desgarrada.

Sus labios se movían, pero yo no podía oír lo que intentaba decirme. El mismo pitido que oí en la azotea se había instalado en mi cabeza, era demasiado fuerte, me obligaba a mantener los ojos apretados, mi garganta emitió un gemido lastimero.

Entonces ocurrió...

Cuando abrí los ojos lo supe, estaban ardiendo con ese brillo característico de los vampiros en su forma salvaje, seguido de ello, un tumulto de voces —pensamientos—, ahora los reconocía ¿Como era capaz de tal cosa? Causaba demasiado dolor, un dolor agudo y punzante que afectaba desde mi cerebro y viajaba por todo mi sistema nervioso causando un shock.

Perdí el sentido de la realidad, todo estaba borroso y solo podía sentir aquel dolor. Esta crisis se convirtió en la peor en segundos y sabía que lo que la había desencadenado era la necesidad de obtener el vital alimento de los inmortales.

De pronto me hallaba en el piso, de rodillas, con las manos sobre mis oídos como si eso fuera a callar las voces cuando sabía, que, en realidad, estaban dentro de mi cabeza; cientos, miles, distintos tonos y distintas emociones, todas juntas alcanzaron un punto donde no podía soportarlas y provocaron un efecto paralizante en mi.

Estaba tendida, había una figura junto a mi —Arion— en él debía concentrarme, en su manera de sacudir mis hombros para hacerme reaccionar, en sus gritos desesperados y su voz tranquilizante hablando en mi oído. Sentía que estaba dejándome ir, las voces seguían siendo un pitido ensordecedor, solo que ya había agotado mis fuerzas para intentar detenerlo.

Estaba ardiendo, sentía miedo de sufrir otra convulsión y que terminara friendo mi cerebro. Ya estaba perdiendo la conciencia cuando un líquido caliente comenzó a emerger de mi nariz, la presión era demasiada.

Escuché mas gritos, pensé fugazmente en Eithan y Eris y luego dejé de hacerlo, cualquier esfuerzo me dolía como si estuviesen clavando un millón de agujas en mi cabeza, entre todo el jaleo solo puede captar una palabra.

Sangre.

No supe de nada mas hasta que sentí ese espeso líquido frió bajando por mi garganta, alguien sujetaba con fuerza mi barbilla para mantener abierta mi boca. Tuve arcadas, tosí y acabé escupiendo todo sobre el suelo, pero ya era tarde, una parte había hecho su recorrido y ahora me aclaraba la mente.

Colder✅ [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora