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La semana pasó rapidamente y me habían llegado varios correos del conservatorio sobre el curso que llevaba con aquella profesora.

Luego de días de pensar sobre la situación, decidí tomar el bus en la estación del frente e ir para enfrentar y ponerle fin a mis clases.

Al llegar, caminé por los pasillos de la universidad mientras divisaba las aulas.

- 102... ¿Se encontrará en aquel salón?

La curiosidad de saber si ese joven albino estaba ahí, hizo que me acercara a la puerta.

- ¡Eh, tú!-gritó el mismo guardia que me buscó cuando escapé de clase- ¿Qué haces en este lugar? ¡Tienes que venir conmigo!-gritó empezando a perseguirme-

Corrí y giré hacia la derecha.
Si me atrapaban jamás podría regresar y mi madre se llegaría a enterar que estudiaba música...

Sería mi fin.

- Ya no puedo más...-susurré agitada recostándome sobre una pared.

Una mano me tomó del brazo y me jaló con fuerza, mientras cerró rápidamente la puerta.

- ¿Q-Quién...?

Estábamos muy cerca y mi respiración entrecortada era ruidosa.

- ¿Te persiguen de nuevo?-preguntó el joven soltando una risita mientras prendía la luz-

- ¿Tú eres...?

- Perdón por soprenderte de esta forma, pero te ví deambulando y empezaron a perseguirte. Así que quise ayudar.

¡Era el joven que conocí ayer!

- L-Lo siento...-susurré evitando mirarlo a los ojos-

Estaba sonrojada y agitada, no iba a permitir que me vea de esa forma.

- Saldré un momento, si quieres puedes usar el piano.-respondió abriendo la puerta- Luego escucharé tu historia y me dirás tu nombre.-agregó con una sonrisa-

- Esta bien. -respondí aún nerviosa-

El piano de esa aula era uno de los más antiguos de la universidad.

Aún así el sonido era claro y afinado.

- ¿Debería de tocar para despedirme?

. . .

¿Quién podría ser aquella joven?

Cuando era pequeño conocí a una niña a la que le llevaba seis años.

También era muy bella y alegre. Tenía el mismo color de cabello y ojos, incluso sus expresiones eran similares.

Tenía que preguntar su nombre, sino no estaría tranquilo.

- ¿Te gustan los dulces?-pregunté con timidez-

- ¡Mucho!-respondió saltando de alegría-

- ¿Quieres que compre galletas?

- ¡Sí! De chocolate, por favor.

Regresé al salón y me detuve en la puerta.

- Schumann...-susurré atónito al escuchar el piano de la joven misteriosa-

¿Qué es este sonido?

Esta chica es...

- Increíble...

- ¿Huh?-preguntó volteando a verme-

La luz cubría todo el salón, y se veía tan radiante al igual que las teclas blancas del piano.

¿Ella pertenecía a este mundo?

- ¿Lo hice mal?-preguntó con tristeza levantándose de la banqueta-

- ¡Todo lo contrario!-respondí de inmediato- ¿Estás llevando cursos de extensión?

- Llevaba uno, pero decidí dejarlo porque no entendía a mi profesora.-susurró mirando al suelo-

Era mi oportunidad.

- En ese caso, ¿te gustaría ser mi alumna? Me gustaría enseñarte todo lo que sé, y guiarte para que te dediques a esto.-respondí acercándome y tomándole de las manos, emocionado-

- Y-Yo...

- Si es por algún factor económico no hay cuidado, lo haré por que tengo deseos de que seas mi alumna. ¿Qué dices?

- No sé que decir...-sonrió avergonzada-  ¿Está seguro que lo haré bien?

- No necesito más pruebas de ello luego de escucharte tocar. Dime, ¿Cómo te llamas?

¿Podría ser ella?

- Soy Emma y este es mi último año como estudiante de secundaria.
Aprendí a tocar el piano cuando cursaba el tercer grado, en el piano de mi colegio.

Quizá no, me había equivocado de persona.

- Ya veo... ¿Al principio aprendiste sola o alguien te enseñó?

- Nadie sabía cómo tocar el instrumento ya que era donado. Me acerqué por curiosidad y así se hizo una costumbre descubrirlo de a poco.
Empecé estudiando sonatinas.

Pero de alguna forma, estaba lleno de curiosidad por saber más de ella.

. . .

- Y ¿sabías leer partituras?

- Para nada, me guié de lo que lograba escuchar en las grabaciones que descargué en mi teléfono. Me encantaba sacar canciones a oído.-respondí recordando con nostalgia mi primer roce con el piano-

- Eso es estupendo.-respondió mirándome con atención y cuidado- Muy pocos empiezan a aprender o a tocar por oído, generalmente empiezan leyendo partituras.

- Hasta ahora me cuesta mucho, no me agrada leer.-respondí con sinceridad- Por eso mis maestros no me soportan y siempre debo irme de su clase. Ayer me escapé de la clase porque no me salió el último compás...

-  Yo también conocí ese tipo de maestros, son muy técnicos y minuciosos. Pero debería de haber un equilibrio con la interpretación y expresión.

- La teoría es muy aburrida, no sé cómo no puedo entender nadita. ¿Será que soy tonta?

- No te preocupes, por lo que veo eres muy capaz. Todos tenemos un punto débil o que nos dificulta tocar el instrumento- sonrió-

- Gracias por decirme todo eso, si no fuera por usted lo hubiera dejado.-agradecí con honestidad-

- Perdón por no presentarme hasta ahora.
Mi nombre es Norman Minerva, estoy en mi último año de carrera y me especializo en piano orquestal.

Norman Minerva...
Siento como si hubiera escuchado ese nombre antes.

- ¿Es el que interpretó el concierto para piano en re menor de Haydn el sábado pasado en el teatro principal?-pregunté emocionada-

- Así es.-sonrió- Pero no es para tanto, me alegra saber que recuerdas mi presentación.

- Me siento afortunada, usted me conmovió mucho.

- Entonces... ¿Aceptarás ser mi alumna?-preguntó mirándome fijamente-

- ¡Sí, acepto!-respondí sin rodeos ni dudas-

Al fin podré ser estudiar junto a un increíble pianista que era un enigma por resolver.

~S

¡Espero también les haya gustado este capítulo!

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Cuídense mucho, gracias por leer.

Can't breatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora