Capítulo 17

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La mueca de alegría casi absoluta que tenía Lisandra al ser cargada por Alec y James se desvaneció por ver a su mamá, pasó a ser una de preocupación y vergüenza total, le dió unos golpecitos a los chicos, no supe para que pero asumí que eran para que caminaran más rápido o algo, sin embargo no sirvió de nada puesto que Leila se acomodó frente a ellos provocando que se detuvieran bajando a las chicas.

Todos salvo Lis se encontraban confundidos; Leila se acercó a abrazarla con fuerza exhalando el humo del cigarrillo directo en su rostro... Eso debe ser asqueroso. Desde lejos logré ver cómo Lisandra empujó a su madre sumamente enojada comenzando a discutir acaloradamente hasta que James y Alec se metieron entre medio ¡¿Defendiendola?! Agh ¡¿Por qué defienden a una mentirosa intrusa como ella?!

Salí del edificio por una puerta lateral pasando desapercibida gracias a que toda la atención se encontraba el la molesta prostituta al frente del instituto quien muy molesta trataba de llegar a cierta pelirroja mientras Alison y Lucy se apartaron en una especie de abrazo de protección mutua... Tsk, parece más su amiga que mía.

—Ella me fijo que... Hip, tú quieras terne... – Habló Leila ahogada de borracha, confundiendo algunas palabras pero aún así se entendía que yo le insité a venir, no podía dejar que dañase mi ya muy golpeada reputación si quería volver al lugar donde estaba antes.

—¡¿Q...qué...?! ¡No! Nunca causaría un desastre así.

—¡Peca mentirosa! Hip... Savila que hoy la madre de ella mocosa –Continuó trabandose al hablar lo cual le quitaba algo de credibilidad aunque me causó gracia que inclusive en esas condiciones no olvidara llamar "mocosa" a su hija.

—Lis ¿No nos dijiste que tú mamá era una comerciante? ¿Por qué mentiste? –me acerqué a la susodicha quien se encontraba en shock; la tomé de los hombros buscando su mirada que paseaba nerviosamente de un lado a otro rompiendo en llanto abrazandome, cosa que me sorprendió pero las personas parecieron tomarlo muy bien así que le correspondí a pesar que no dejaba de pensar en las ganas que tenía de quitármela de encima y arrojarla junto con su madre muy lejos de aquí —Tranquila, podemos hablarlo lue...

—¡Oh, no me jodas! –Leila estrelló la botella en el pecho de Alec rompiéndola al acto y apagó el cigarrillo sobre el cuello de James, no pareció dolerles demasiado pero fue suficiente para distraerlos y que pudiera pasar la muy pequeña barrera que hicieron para detenerla, se acercó furiosa al lugar donde me encontraba con su hija apuntando con el cuello roto de la botella, sentí a Lisandra aferrarse a mi como buscando protección, por mi mente pasó el tirarla y huir o usarla de escudo pero ninguna de esas ideas se pudo llevar a cabo gracias la paranoia de mamá que puso tantos guardias a mi cuidado; los cuales detuvieron de inmediato a Leila tirándola al piso e inmovilizandola con un teaser ante la mirada sorprendida de todos.

—Gracias –Les hice un gesto de agradecimiento antes de que se fueran junto con el peso muerto de la mujer.

—Chicas ¿Están bien? –Se acercó James apretando los dientes para calmar el dolor de la quemadura mientras tomaba a una muy alterada Lisandra en sus brazos. Alec venía detrás de él con las manos en el pecho mientras Alison corrió a socorrerlo.

—Si, estamos bien ¿Ustedes están bien? ¿Quieren ir a enfermería? –Me acerqué a cada uno, revisando especialmente a Alec ya que un golpe así no es cualquier cosa.

—Si linda, estamos bien... Será mejor que entremos a clases –Mi prometido trató de tranquilizarme con sus palabras y un cálido beso en la mejilla.

Lucy no habló nada y únicamente se quedó al lado de su hermano aunque eso no iba a aguantar mucho por ir en distintos grupos. Por fin en el aula Lisandra se sentó con pocos ánimos y James se puso a su lado en tanto yo me fui al frente de la clase, una vez más mi trabajo fue superado por el de Lis y sin embargo simplemente recogió su cuaderno, sin emoción en el rostro colocándolo sobre su butaca. Algo muy dentro de mí se sentía mal por provocar esto pero luego estaba mi parte consciente, la que sabía que ella sólo estaba pagando por lo que me ha hecho pasar desde que llegó, al menos ella tiene un grupo que la consuele... Todas las veces que yo me sentí mal por su culpa tuve que hacerlo en silencio y cuando lo grité, terminó empeorando las cosas. No me voy a sentir mal por darle su merecido. Tras una primera parte de clases casi eterna llegó el descanso, donde por fin pude sentarme en el lugar que me correspondía, la silla, siendo acolchonada se acomodó muy rápido a Lis pero pronto tendría que volver a ser perfecta para mí.

¡Dame mi corona!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora