Capítulo 28

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Ninguno de mis padres respondía y me estaba poniendo sinceramente nerviosa, se supone que ya deberían haber llegado... Tendrían que responder, pero no, ninguno lo hacía, terminé aventando mi novio de la pura frustración ¿Cómo iba a ser posible que no respondieran? Comencé a temer lo peor, mis gritos serían audibles por todo el lugar, pero incluso así nadie se presentó siquiera a preguntar porqué estaba gritando como loca, cuando meses atrás habría tenido a medio reino corriendo para consolarme; a lo mucho seguramente asusté a alguno de los guardias que me cuidaban la espalda.

Esa noche intenté dormir más la intranquilidad me podía más, manteniéndome despierta hasta la madrugada, hasta llegué a pasar horas sin ver la pantalla de mi teléfono o ninguna luz para conciliar el sueño más no funcionó, sólo me hacía más ideas de lo mentalmente saludable para cualquier persona, gracias al cielo el cuerpo tiene necesidades y por fin pude dormir, no si que una pesadilla me asechara... Al despertar estaba segura de que ya la había tenido antes pero ahora recordaba más, yo tenía un arma... Y estaba dispuesta a recuperar lo mío ¿Sería necesario que llegará a tanto? Esperaba que no.

La mañana llegó y con eso, el primer día oficial libre de las clases, de todas, aunque para las vespertinas sólo fuera una semana y no un mes; peor hubiera sido nada.
Esa mañana traté de contactar de nuevo a mamá y papá más continuaba sin recibir respuesta, al bajar a desayunar en pijama por primera vez en muchos años me encontré con Alison y Lisandra platicando muy animadamente en tanto comían unos hoy cakes antes de que notaran mi presencia a sólo unos metros de ellas.

—¿Hasta cuándo vas a madurar? Princesa –Maldita entrometida ¿Me estaba provocando? Claro que me estaba provocando, sino porqué lo diría de esa forma tan calmada, como si se burlara de mi.

—Calláte que estás en mi casa, al menos no me hagas enojar.

—¿Y qué harás? ¿Encarcelarme como a mi novio y su hermana? –No quería delatar a James pero ella me lo hacía muy difícil siendo tan igualada.

—Tratas de quedarte con todo lo que me pertenece, créeme que ganas no es lo que me falta.

—No te per....

—Lis, déjalo,  ya te he dicho que no vale la pena –Alison la detuvo a media oración antes de girarse conmigo —Tu papá me llamó hace rato, dice que están bien, que dejes de llamar porque van a estar muy ocupados.

—¿Y por qué no me marcó a mi? –Alison se encogió de hombros en respuesta a mi pregunta dado un trago a su malteada, me aliviaba saber que estaban bien, que todo estaba en mi imaginación.

Me retiré con una manzana a sabiendas que que no recibiría mayor información ahí. Me dirigí de nuevo a mi habitación pasando por una donde posiblemente se quedaría Alec, claro, su voz junto a la de Nathaniel eran por completo inconfundibles, no obstante ciertos sonidos me hacían sospechar de escenas que no debían pasar dentro de ese cuarto o en ningún lado.

—Chicos, les recuerdo que eso sigue siendo ilegal –Advertí tocando la puerta, ciertamente no esperaba a un Nathaniel desaliñado con el cabello revuelto y algunas mordidas en los brazos u el hombro abriendo para dejárme pasar —Lo siento chicos... Escuché gemidos y... Bueno ¿Que estaban haciendo?

—¡Nath trató de aprovecharse de mi! ¡Quiso meter cosas a mi boca!–Chillaba Alec cual niño pequeño acurrucando se en posición fetal, esa clase de comportamientos por parte suya siempre me harían dudar si en verdad era el mayor de ambos... Un momento ¿De qué cosas estaba hablando?

¡Dame mi corona!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora