Capítulo 24

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—Princesa, creo que está siendo egoísta... –¡¿Egoísta yo?! —Está viendo por usted misma, y ni siquiera consideró hablarlo antes de tomar la arbitraria decisión de dañar su relación, eso, es ser egoísta.

¿Cómo se atrevía? ¡Yo no estaba siendo egoísta! ¿Verdad?... ¡Agh! ¡Claro que no!

—Agh, ni quién haya pedido tu opinión, sólo te lo estaba contando pero tampoco te pases de confiando que tú eres SÓLO el chófer.

Respondí cortante, de forma despectiva, a lo que tan sólo se calló clavando su vista hacia el frente del camino sin decir nada por el resto de camino, logré notar que tenía las manos tensas en el volante y los dientes le rechinaban pero no me importó; estaba enojada y ni siquiera pensé mis palabras tan sólo quería escuchar a alguien que me entendiera, que no me tachara de mala, pero al parecer nadie se estaba poniendo en mi lugar para ellos nada más era una joven caprichos que quiso separar a dos lindos enamorados ¡¿Es que no se dan cuenta?! ¡Seguro que lo quiere usar para hacerme algo! ¡Quizás le convenza para revivir el rumor de las fotos! O peor ¡El de el embarazo! Ay no, y claro, cuando ya no lo ocupe va a dejarlo.

«Pero él se le declaró a ella»

Me respondió mi pensamiento más sensato intentando detener la película que me estaba creando en ese momento pero no sirvió de nada dado que podría sólo aprovecharse de eso, tomar la oportunidad sin haberlo planeado.

Finalmente llegamos a casa donde me bajé y tan pronto como le fue posible se fue de mi vista, por suerte ese día la mayor parte de mis clases se enfocaban a la deporte así que tenía donde descargar la energía, como me hubiera encantado hacerlo contra Lisandra y cobrarme una a una todas las desgracias que me ha hecho pasar pero aún con todos odiandome debía comportarme para no darles más razones de que lo hicieran y menos dar más razones a mis padres para que se nieguen a qué herede la corona de Korim.

En clases las cosas se pusieron un poco violentas con el material pero me iba calmando a medida que pasaban las horas, era de las pocas veces que estaba agradecida por esas clases; así me podía desestresar sin que me recriminan lo que estaba haciendo.

Al terminar estaba completamente sudada pero ya de mejor humor, no bien pero al menos no estaba tan alterada aunque ya debería saber que la Ley de Murphy va a terminar llamándose Ley de Damay dado que todo lo que me puede salir mal, me va a salir mal. Luego de ir a ducharme para poder hacer la tarea sin escurrir en sudor, pasé por la oficina de mis papás, ya era algo noche pero ellos siempre estaban ahí cuando no salían, eso no fue lo extraño, lo extraño fue escuchar el llanto de Lisandra ahí dentro ¡¿Que demonios le estaba llorando esa entrometida a MIS padres?! Me acerqué a la puerta para poder distinguir lo que estaban habando.

—Ya veo... Ugh, Creo que hicimos mal en no dejarla vivir su adolescencia... Quizás ahora no estaría pasando todo esto –Mamá se lamentaba, su voz era de frustración y desesperación... Si tan sólo pudiera ver qué todo esto no ha sido culpa mía, no se estaría recriminando algo así.

—No, está bien, usted es una gran reina y una gran madre, ha hecho todo para que Damay pudiera ser buena reina pero... –Alison, ella también estaba ahí dentro.

—¿Pero? ¿Qué quieres decir Alison? –Inquirió mi papá.

—Bueno, Damay últimamente ha cambiado mucho y no creo que pueda gobernar en esas condiciones –Tsk ¿Quién se creía para decir sí yo podía gobernar o no? —Ustedes deberían considerar tener otro heredero...

¡Dame mi corona!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora