Deseo indecente.

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Dentro del palacio, a las mujeres se les educa para servir y callar, a cambio, sus familias o ellas mismas se ven beneficiadas, es un honor para los padres entregar a sus hijas para servir y cuando estas cumplen los 28 años deciden si casarse o envejecer en el palacio.

Nayeon ha servido desde que puede recordar a los príncipes de la casa real,  no es tan cercana, pero les conoce y ellos la reconocen, ha sido recta y obediente y es por ello que a pesar de ser tan joven, se le dio la virtud de ser la sirvienta principal de una de las casas de los consortes.

Como una flor amarilla entre el monte sucio y seco, el joven Seokjin llego a su vida, deslumbrante, inocente y cálido, una brisa de viento fresco tan distinto a todos los hombres sucios y bárbaros que en el palacio servían.

No solo era aquel bello rostro o su cuerpo robusto pero delicado, era aquella peculiar forma de ser salvaje y educada la que le dejaban absorta, la peculiar manera de reír, la emoción cuando aprendía algo nuevo, como no le trataba como un sirviente si no como su igual.

Sus manos en su cabeza, sus manos en sus mejillas, su cabeza en su regazo, Nayeon no pudo hacer de piedra su corazón ante aquel joven consorte y envidio a los príncipes desde lo mas profundo de su alma.

-¡Nayeon niña tonta ven acá, el agua esta tibia!- le grita el chico con los pantalones a las rodillas, la camisa húmeda dentro del estanque frente a la casa.

-Se quemara la piel- regaña caminando emocionada hacia el, el joven esta lanzando agua a su rostro y se sorprende a si misma riendo en voz alta por aquel jugueteo infantil

-Me gusta el agua, mi padre solía pescar peces enormes en el rió de mi pueblo, de verdad que lo extraño- Jin de pronto mira a la nada con los pies aun en el agua

-Algún día lo vera, cuando usted se case, usted podrá verle- le anima entre dientes, dolida por su expresión triste 

-Espero, de verdad espero- dice sin ánimos

-Mejor vamos a secarnos, si se enferma estaré en problemas- le toma la mano y entran a la casa.

Sentados sobre el piso de madera en aquella sala moderna de color blanco, Jin sostiene una toalla en las manos sobre la cabeza de la joven, la situación debería ser al revés, pero el ha insistido en acicalar su bonito cabello por que así es de cariñoso. 

-Su majestad estará furioso si nos ve de esta forma- murmura

-¿Por que se molestara?- El consorte ha alcanzado a escuchar, Nayeon salta con miedo

-Por nada, solo pienso, que usted es demasiado amable con todos, eso es peligroso- recuerda como el Segundo príncipe le acaricio la mejilla.

-¿Soy demasiado?, lo siento, en mi casa, mamá y papá siempre me llenaron de mimos-

-No debe disculparse, es solo que... no quiero que lo lastimen nunca, sobretodo el segundo principie-

-El es amable- se limita a responder confundido

-¿Lo es?, el es un aprovechado, abusa de su inocencia, ¿De verdad usted quiere estar aquí, obligado a casarse con ellos?- Eso es algo que una sirvienta no debería decir en voz alta, pero Nayeon ya no siente miedo de represarías por que esta indignada.

-No... no lo se, hasta hoy, jamas habría soñado con salir de casa, o que mi marca tuviese un significado, me sentía un chico normal, pero ya veo que no es así, aquí vivo bien rodeado de gente amable, si mis padres estuviesen aquí, seria perfecto-

-Yo no pregunte eso- se da vuelta y le mira a los ojos

-Tengo... yo tengo miedo, no se que es el amor, no se si quiero casarme, creo que me estoy dejando llevar, pero... ¿Tengo alternativa?- su rostro esta ansioso

⚘El consorte (Taejin)⚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora