Día 1: La Chica de Trenzas.

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Sentado en la arena, disfruto de la suave brisa y el hermoso panorama nocturno que tengo ante mis ojos. Por alguna razón me encuentro solo en la playa, pero no me desagrada. Observo detenidamente el resplandor de la luna, acompañada por las estrellas y dejo escapar un suspiro.

Parece postal, pensé.

Me quedo admirando ese paisaje hasta que una de las estrellas me llama la atención. No sé por qué, pero su resplandor me atrae.

Y sin razón alguna, aquella estrella me arrancó con facilidad una sonrisa.

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Despierto y miro el techo. Qué sueño tan raro...

Parpadeo unas cuantas veces antes de alcanzar mi celular y ver la hora. Al parecer le he ganado a mi despertador. Me levanto y me pongo el uniforme con pereza, cuelgo en mi cuello mis audífonos in-ear y me dirijo al baño a lavarme. Sin mucho esfuerzo, me acomodo el cabello y salgo del cuarto.

Mi nombre es Daiki Mamura, 15 años. De cabello rubio y semi-ondulado, piel... em, blanca (¿eso creo?) ojos extrañamente rojos y con altura de 1.75 cm. No, que yo sepa no soy extranjero.

Vivo con mi padre y mi hermano pequeño, Daichi, el cual me molesta... como cualquier niño con su hermano mayor, supongo. Mis padres están divorciados así que sólo vivimos los tres en casa. La música para mí es como el oxígeno, algo que nunca puede faltar. Por ello, las personas con las que suelo hablar son pocas y todos hombres. Por alguna razón, no puedo tratar con mujeres ya que me provoca....., No es nada importante.

Al bajar las escaleras, veo a mi padre sentado en el comedor, leyendo el periódico y tomando café.

—Buenos días —lo saludo mientras me dirijo a la cocina a hacerme tostadas francesas.

—Buenos días —me contesta, bajando el periódico para ver lo que hago.

Me siento frente a él y empiezo a comer el par de tostadas que me preparé. Le señalo una para saber si él también quería.

—No, así está bien —alza su taza y me sonríe—. ¿Quieres que te vaya a dejar a la escuela?

—No es necesario, gracias —levanto mi plato y lo dejo en la tarja. Acto seguido, agarro mi mochila y me despido de mi padre, cerrando la puerta tras de mí.

Camino a la escuela, escucho la música de mi ipod. Desde que tengo memoria, éste es mi mejor tranquilizador y la mejor forma de desconectarme del mundo, de los problemas, de todo. Cada canción parece transportarte a una época; a un suceso, sintiendo lo que las letras te describen. Lo que el autor intenta transmitirte, acompañado de admirables acordes. Definitivamente, lo mejor que pudimos crear.

La escuela es uno de los lugares más ruidosos y molestos que conozco. Hay de todo tipo de grupos de personas: los que viven en el celular, los que siempre se molestan, los chismosos... la verdad es que es algo usual de ver por aquí. Algo que la mayoría de las veces prefiero ignorar.

Cuando abrí el casillero que me corresponde, un tipo (que no estoy seguro de conocerlo) me grita. Supongo que piensa que no lo escucho por tener los audífonos puestos.

—¡Ey, Mamura! ¡¿Ya te enteraste que llegó una nueva chica?! —me dice mientras le hace una llave a otro tipo.

Irrelevante.

—No me interesa —le contesto sólo por cortesía. Intercambio los zapatos y cierro el casillero. Meto las manos en los bolsillos, dirigiéndome al salón con una inmensa calma. Tengo una gran pereza por llegar.

Deslizo la puerta del salón y vuelvo a presenciar el panorama que vi al entrar a la escuela. Jamás saludo a todos con un "Buenos días", sólo me siento hasta atrás y cierro mis ojos, concentrándome en la música y no en el semejante escándalo que hacen mis compañeros. Minutos después, entra el profesor Shishio acompañado por una chica.

Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora