CAPITULO 42: D9

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Tempest Shadow luego de aquella pelea en el bar de mala muerte que tuvo junto a su amigo Grubber, ambos se despidieron y fueron a sus respectivas casas. La noche aun no acababa por lo que tendría tiempo de dormir para empezar un día nuevo. El gobierno de Redwood le había dado una agradable cabaña cerca de un lago donde vivía con Gideon, su semental.

Gideon, de todos los sementales de los que pudo sentirse atraída, escogió al que menos esperaba. Gideon tenía algo en su personalidad que lo hacia diferente a los demás sementales. No era musculoso, y tampoco poseía una personalidad dominante, típica de cualquier potro de aquellos rumbos del norte. Ya sabía que era lo que lo hacia diferente a los demás.

No la veía como un pedazo de carne del cual un semental podría satisfacer sus gustos sexuales. Claro, Tempest no tenía ningún inconveniente en tener relaciones, pero a lo que se refería era que Gideon la veía como era. Como una amiga, como una compañera y también como una amante y confidente. Eso era, Gideon le demostraba que la quería y la valoraba por lo que era.

Si ella se sentía agobiada por alguna cuestión trivial, el estaba allí para brindarle algo de apoyo, lo mismos sucedía si la situación le pasaba al contrario. Se querían no solo como amantes, sino también como amigos, y eso era lo importante para ambos, sobretodo para Tempest.

Grubber también era su amigo, pero ella simplemente no quería recordar todas las misiones de asesinato en donde el la felicitaba por cumplirlas junto al Rey Storm. Dejaría morir su pasado de mercenaria, junto con los horribles recuerdos de su infancia.

Al entrar a la casa, lo primero que noto fueron los ronquidos de Gideon en el dormitorio, el ultimo cuarto del pasillo. Sonrió por la ternura que le evocaban. Camino hacia la cocina donde se sirvió un te para dormir pues aun la adrenalina le corría por las venas todo gracias a aquella excitante pelea de bar.

Lo único que necesitaba era descansar.

Fue a la sala de estar, la cual poseía un ventanal con una hermosa vista al lago Xhollat, ahí, el brillo de la Luna y de las estrellas se reflejaba como si fuera un pedacito de cielo caído. Tempest se quedo contemplando la vastedad del cosmos en aquel espejo de agua que relejaba el cielo nocturno. Se pregunto si esta Guerra llegaría pronto a su fin.

Eso deseo. Lo deseo con todas sus ganas.

Antes de dar el primer sorbo a su tasa de té, algo llamo su atención de aquel lago, era una luz azul. No era la luz de la luna y de ninguna estrella, aquella iluminación era azul intenso, como si fuera provocado por algo.

Curiosa, dejo la tasa de té a un lado y fue a investigar que pasaba.

Descendió la colina que conducía al lago a toda velocidad, como una potrilla que recién acaba de descubrir algo nuevo. Camino lentamente, mientras contemplaba aquel haz de luz intenso que se hallaba debajo del agua cristalina del lago Xhollat.

De pronto, aquella luz se esfumo. De un segundo a otro, como si fuera apagada por un interruptor. Tempest se quedo aun curioseando, para ver si aquel haz de luz volvía a aparecer. Lo que llamo su atención nuevamente, no fue la aparición de aquella llamativa luz, fue algo más.

El lago parecía no tener fondo, simplemente no se podía explicar. Al fondo del lago había una insondable y aterradora negrura que miraba a la yegua en lo mas oscuro de su arrepentida alma. Era un abismo.

Tempest se quedo viendo al abismo y el abismo la miro a ella. Miro sus pecados, miro sus deseos mas íntimos, miro sus horrores de la niñez. Contemplo todo el abismo, y la infinidad de posibilidades y secretos que ahondaban ahí abajo, en la negrura absoluta. Una melodía de flautas de bambú se escucho con la corriente del viento, cepillando su melena.

INVASIÓN: LOS NUEVOS DIOSES (HISTORIA 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora