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Joel tomó la mochila y se la colgó en un hombro antes de salir del aula, finalmente había terminado las clases y por primera vez podía decir que le había ido realmente bien. Pudo estar concentrado en lo que decían a pesar de que le había costado sacar de su mente a Aarón y a su hermano, seguía sin entenderlos y le parecía aún más extraño que hubiera ido a aclararle las cosas, si fuera una broma no lo haría con tal desesperación.

Sonrió cuando vio a Zabdiel esperándolo en el pasillo, era increíble lo atento que podía llegar a ser, esta vez no lo había visto con sus amigos, había pasado todo el receso con él. Llegó a su lado y sintió cuando lo abrazó por la cintura, tampoco estaba acostumbrado a que lo abrazaran así, los pocos amigos que había tenido en su vida eran igual de secos que él.

—¿Ahora sí me puedes explicar quién era él? —humedeció sus labios y pensó si era conveniente decirle.

—¿En verdad te interesa?

—Claro que sí, eres mi amigo y me gustaría conocerte más —asintió, sus razones eran válidas.

—Nadie importante, solo es un chico que mi mamá acogió y lo tiene como su hijo —comenzó a contarle mientras trataba de ignorar el hecho de que su acompañante estaba acercándose cada vez un poco más —. Jamás he sido muy cercano a mis padres, y me parece irónico que se vayan de mi vida y luego aparezcan con esos dos.

—Entiendo, pero seguramente tus padres son muy gentiles...

—No hablemos de eso ahora —detuvo lo que Zabdiel le iba a decir —. ¿A qué hora nos vemos?

—No, no, yo te acompaño a casa si quieres —dudó por un momento —. Luego vamos por el helado y quedo de recogerte para salir en la noche.

Finalmente asintió, no había nada de malo en disfrutar una salida con un amigo. Tal vez el rubio sí estaba acostumbrado y estaba bien.

—Pues vamos, no creo que las mochilas incomoden tanto —se encogió de hombros y sonrió con simpleza.

—No hay problemas con ir a tu casa, en serio.

Erick se acercó a ellos y se metió en el medio, empujando a Zabdiel, quien lo miró con el ceño fruncido. Joel lo vio y negó con diversión, para luego centrar su mirada en el ojiverde.

—¿Podemos hacer el taller juntos? A ti te va bien, yo soy un asco en biología —asintió lentamente mientras pensaba en qué podía ayudarlo él.

—Sí, no hay problema.

—¿Y para eso me tenías que empujar? —cuestionó Zabdiel, quitando al menor y volviendo al lado del rizado.

Erick lo ignoró y le dedicó una mirada de agradecimiento a Joel antes de salir corriendo en dirección a un auto que esperaba.

—Qué suerte, a mí me toca correr hasta casa —el mayor sonrió ante el comentario del contrario, esa era la oportunidad de pasar más tiempo juntos.

—Yo podría transportarte, voy solo en el auto de mi padre y es aburrido —mintió, aunque claramente con su compañía sí sería mucho mejor —. No acepto una negativa.

Joel sonrió de medio lado y se subió, no tenía más opción y tampoco le molestaba la idea de irse con él. Después de unos minutos finalmente llegaron, el rubio se quedó esperando mientras el contario entraba a la casa.

Ander estaba dibujando en el suelo de la sala, era algo común en él, de hecho se desempeñaba muy bien en ese aspecto, tenía talento. El menor sonrió como saludo cuando logró llamar la atención de su amigo, haciendo una mueca al haberle quitado la concentración.

—Yo solo vengo a dejar esto —caminó unos cuantos pasos hacia él y dejó la mochila en el mueble —. Vengo en un rato, estaré con un amigo.

Se sintió todavía más incómodo cuando lo vio levantar una ceja, pidiendo seguramente una explicación. Eran los amigos asociales, sí era extraño que por fin saliera con alguien más. Ignoró la situación y dio media vuelta, caminando hasta la puerta y saliendo.

Regresó al auto y se subió de nuevo en el lugar del copiloto, cerrando la puerta y acomodándose mejor para el recorrido.

—¿Vives solo?

—Con un amigo —por primera vez sentía que no estaba bien, que a la vista de los demás sería mal juzgado.

—Entiendo.

El mayor comenzó a conducir a poca velocidad por las calles, que en ese momento estaban demasiado transitadas y resultaba irritable y estresante. No tardó mucho para encontrar una heladería, así que detuvo el auto en una calle un poco más sola, en la entrada del lugar para ser exactos.

Bajaron en completo silencio y se ubicaron en las mesas que estaban afuera. Frente a frente, mirándose sin decir nada, el ambiente comenzaba a ser tenso e incómodo.

—¡Adriana, después de tanto tiempo nos vemos! —Zabdiel levantó la mano para saludar a alguien.

El rizado frunció el ceño y miró hacia donde miraba también su amigo. Una chica se acercaba con una gran sonrisa en su rostro.

—Es una coincidencia genial, me alegro mucho de verte.

Él se levantó y fue a abrazarla, parecía un reencuentro demasiado tierno. Joel inmediatamente sintió que sobraba ahí, no esperaba que esa salida fuera tan aburrida, al menos así iba.

—¿Es tu novio? —volvió a hablar la chica.

Pasó saliva fuertemente y levantó la mirada, dedicando una pequeña sonrisa a ambos, pero diciéndole con esta a Zabdiel que aclarara las cosas. Eso era precisamente lo que le incomodaba de que las personas supieran que era homosexual, siempre creían que por serlo le iba a gustar todos los hombres del mundo. Tenía gustos diferentes, no era un pervertido que se metía con todos.

—No, él es un amigo —el rubio sonrió mirándolo mientras hablaba con ella —. Joel, ella es Adriana, una prima bastante lejana.

Se presentaron amablemente, pero ella parecía tener prisa por su forma de hablar y de moverse, hasta que finalmente confirmó que debía irse. Cuando pensó que todo había acabado, ahora resultaba que lo estaba invitando a algo con Zabdiel, lo que faltaba.

—Disculpa, ¿a dónde dices?

—Club nocturno, mi novio está cumpliendo años y vamos a celebrar a su modo —volvió a explicarle la pelinegra de forma tranquila y paciente —. La idea es que vayas con tu amigo, así se te hará más divertido.

—Lo siento, yo no...

—No puede esperarlo, claro que iremos —se adelantó a hablar el mayor con una sonrisa —. Cuenta con nosotros, igual teníamos pensado salir esta noche, sería un pequeño cambio de planes para bien.

—Vale, nos vemos en la noche entonces —Adriana se fue corriendo mientras agitaba la mano de forma infantil.

Zabdiel regresó a la mesa y aún sin borrar su sonrisa, tomó la mano de Joel que estaba sobre esta. El rizado se estremeció al no esperarlo, pero luego trató de relajarse y bajar la mirada al agarre.

—Prometo que no vas a aburrirte, si quieres puedo estar toda la noche contigo.

Sonrió al ver la sinceridad con la que hablaba su acompañante, realmente valoraba lo mucho que estaba dedicándose a él y a hacerlo sentir mejor, pero por un momento debía pensar también en los demás.

—No hace falta, tú debes tener más amigos —retiró su mano suavemente y la puso sobre la de su amigo —. No debes perder la oportunidad de divertirte con otros solo por mí, aunque gracias por el ofrecimiento.

—Hace años que no la veía, Joe, no debo conocer a nadie allá —el mayor entrelazó sus manos —. Con tu compañía no necesito más, también eres mi amigo, ¿no?

—Sí.

Finalmente alejaron las manos para pedir un buen helado, cumpliendo así con la invitación de Joel, quien se sintió un poco mejor cuando empezó a tener una conversación más normal, como si se conocieran de años ya.

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¿Recuerdan quién es Adriana? 🤔🤔

Aléjate De Mí ||Virgato||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora