•2•

535 48 8
                                    

El sonido de la música era tan fuerte, que casi podía estallar los oídos de la gente. El humo y el olor a alcohol predominaba en esa clase de discotecas, personas teniendo sexo incluso en el centro del lugar y sin importales nada.

El cuerpo delgado de Aarón se movía con destreza cuando estaba en medio de chicas, algo repugnante para el castaño que miraba a su hermano hacer todo eso. Miró por encima de su hombro a la pelirroja que casi estaba desnuda, una pequeña falda que no dejaba mucho a la imaginación y un top ajustado. Mordió su labio y se acercó a ella.

Al diablo la repugnancia.

—Te ves muy solita —le susurró mordiendo su labio inferior al hacerlo.

—Tu también —ella se dio media vuelta, comprobando que era aquel chico que había estado observando por mucho tiempo.

•••

Abrió los ojos de golpe, y se levantó rápidamente al ver su cuerpo desnudo y a una chica a su lado. Lo primero que le había advertido su hermano era que no se quedara con alguien esta vez. Salió de esa desconocida habitación y entendió que estaba en la casa de la mujer.

Hizo una mueca al recordar lo que harían ese día y lo cansado que estaba. Aarón debía salir con su novia, después de haberse besado con dos la noche anterior, también debían ir a visitar a la señora Patricia. Ella era la mujer que los había ayudado a salir adelante, aunque no conocía la cantidad de problemas que ya tenían.

Vio un grupo de chicos pasando algo a escondidas en un callejón solo, se acercó para reconocer a su socio y casi amigo.

—Dame unos cuantos —sacó disimuladamente un dinero.

—Claro, papi —le sonrió, y cautelosamente intercambiaron los billetes por un pequeño tarro de pastillas —. Quiero que me acompañes a una fiesta, baby...

Se acercó hasta rozar sus labios, pero Christopher se alejó con una sonrisa falsa, le guiñó el ojo para salir de esa situación incómoda y se fue. No iba a negar que se había acostado alguna vez con él, pero no le interesaba que creyera que podría haber algo más.

Se dirigió a la casa que compartía con su hermano y su abuela, un lugar muy acogedor y moderno. Antes no podían darse esa clase de lujos, pero la mujer que empezó a ayudar a Aarón les daba constantemente dinero.

Se le podía llamar suerte, ya que la conoció en una situación bastante trágica; ella iba a arrollarlo por accidente, y desde ahí comenzaron a hablarse seguidamente, hasta que su ayuda llegó.

Y no es que no lo mereciera, al contrario, Aarón era muy amable y respetuoso con ella y con su esposo, pero el problema era que estaba abusando de sus atenciones.

Desde el accidente de sus padres, ellos tuvieron que vivir con su abuela. El problema fue que la señora era bastante mayor para hacerse cargo de sus nietos, además estaba cansado de la vida y solo quería un descanso. Jamás se dio cuenta de los malos pasos que tenía Chris, y mucho menos de que estaba llevando por el mismo camino a su hermano.

Al ser el mayor, Christopher debía cuidar de Aarón también, pero nunca pensó en el daño que le hacía al llevarlo con él y enseñarle todo lo malo que hacía.

Problemáticos, en algunas ocasiones alcohólicos y drogadictos, prepotentes e intratables; para mucha gente, eso eran los dos hermanos.

—Llegas tarde, Christopher, te busqué y no te encontré —escuchó a su hermano decir, mientras él estaba cruzando la puerta de su habitación.

—Sí, se me pasó el tiempo en otras cosas —explicó tranquilamente.

—No me quiero imaginar en qué cosas —dijo Aarón con una mueca de asco.

Aléjate De Mí ||Virgato||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora