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Zabdiel y Erick volvieron a mirarse en medio de la clase por lo desconcentrado que se veía Joel, era imposible no notar que algo le pasaba, se veía cansado y parecía no haber dormido mucho. El ojiverde dirigió de manera discreta la mirada a Aarón, quien estaba igual o peor que el rizado. Habían estado juntos o había una enorme coincidencia para que ambos llegaran casi igual.

—Se está durmiendo otra vez, maldita sea, el profesor lo va a ver —el rubio habló con un poco de molestia en su voz, ya estaba empezando a entender cuál era el plan que había preferido en vez de la cena —. ¿Sabes?, pues que lo vea, ya lo hemos ayudado dos veces.

—Igual ya casi se acaba la clase, no creo que tenga tan mala suerte...

Erick abrió los ojos tanto como pudo cuando vio que el profesor se quedaba callado mirando a las dos bellezas que estaban casi dormidos, uno con la cabeza medio caída y el otro con todo el descaro del mundo sobre su cuaderno. Estaban en problemas definitivamente y ya no había forma de escapar de ellos.

—Pimentel y Vélez, ¿les parece que mi clase es un momento adecuado para dormir? —el castaño levantó la mirada lentamente y levantó una ceja —. Respetan este momento o se salen de una vez, ¡yo no estoy aquí pintado en la pared!

Zabdiel llevó su mano a la cara, tratando de ocultar la vergüenza ajena que estaba sintiendo por su Joel en ese momento, pero no tenía manera alguna de ayudarlo. Lo vio abrir los ojos sobresaltado, se le notaban los nervios en la mirada.

—Lo siento, profesor, no va a volver a pasar —Joel habló en un tono bajo, tratando de sonar lo más estable posible.

—Eh, profe, ya dormí toda la clase, ¿me va a hacer levantarme ahora?—Aarón intervino con la voz ronca —. Déjeme dormir estos diez minutos que faltan, ¿sí?

Erick frunció el ceño y negó con la cabeza al ver al profesor enojarse y decirle que saliera del salón. No entendía cómo podía hablarle al profesor de esa manera. Joel también se había ganado un regaño extra por la furia del señor al ver lo relajado que estaba Aarón.

Zabdiel le ayudó intercambiando un par de palabras para que se pusiera al día con lo que estaban viendo en la clase. Solo faltaban unos minutos y ya podían salir y tener un pequeño receso.

La mirada del ojiverde volvió a viajar a Aarón, que estaba mirando por la ventana al tablero. No sabía hasta qué punto podía valer la pena que intentara poner atención a esa hora ya. Sus pensamientos se perdieron en lo bien que se le veía en uniforme, porque siempre se veía bien, incluso teniendo esas ojeras gigantes y el cabello un poco desorganizado.

—Erick, vamos —escuchó la voz de Zabdiel que lo hizo volver a la realidad, el castaño lo estaba mirando y solo pudo sentir vergüenza —. No tenemos mucho tiempo para comer, el profesor habló de más.

—Sí, ya voy —tomó sus cosas y las guardó para después levantarse, el salón ya estaba vacío y la fila debía ser larguísima —. Yo me traje una manzana, mejor me como eso y ya.

—Igual me tienes que acompañar, Er.

—¿Y Joel? —caminó a su lado y vio que Aarón ya no estaba ahí, en cierta parte agradecía eso, no tenía cara para verlo en ese momento después de quedarse mirando como estúpido —. Pobre con lo que le pasó.

—Joel se fue con Aarón, como siempre —el rubio rodó los ojos y aceleró el paso —. Qué casualidad que ambos estén medio dormidos hoy, ¿no te parece?

—Bueno, tal vez estuvieron juntos, no es nada raro —el ojiverde se encogió de hombros y sonrió con diversión al ver la expresión de su amigo —. No me digas que estás celoso, Zabdiel.

Aléjate De Mí ||Virgato||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora