C U A T R O

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Matar.

Matar a alguien es algo que no todos son capaces de hacer. He matado a un monton de hombres, es fácil acercarse a ellos.

Correción, ellos son los que se te acercan a ti.

Pero ahora debia de acercarme a una chica, y no era mi afición favorita. Ademas, odio a las rubias.

Seguí el rastro del pajarito hasta el nido. Nunca imagine que el nido seria una sala enorme, abandonana, en mitad del campo y llena de gente nada segura. ¿No se supone que su padre hace todo lo posible por mantenerla a salvo? Señor, he de decirle que algo le esta iendo mal, y creo que ese algo es su hija.

Que ironia

Me metí entre el tumulto de gente. Aqui apestaba a tabaco, alcohol y otras sustancias nada buenas. A mi suerte llevaba mis botas militares porque el suelo esta enfangado. A mas me introducía en el tumulto de gente mas eufóricos se volvian. Entonces quede en primera fila y vi que rodeaban un grupo de chavales que trataban literalmente de matarse entre ellos.

Idiotas

Por megafonía iban retransmitiendo todo lo que pasaba. Al parecer habia apuestas, y eran bastante altas.

Fango. Volví a mirar al fango y vi que eran charcos de sangre. Mierda, iba a tener que limpiarlas cuando llegase a casa.

Estaba desesperada de dar vueltas y no encontraba a la rubia. Miraba el radar una y otra vez y decia que estaba a mi lado.

A no ser que esta mierda tenga dos plantas.

Mierda Aria, debes pensar mas rápido.

Subi los escalones y me detube sobre una puerta metálica. Detras podia oir quejidos. Algo malo estaba pasando ahi, y segun este cacharro mi rubia esta ahi dentro, no pueden quitarme el trabajo o se me caera el pelo. Sin pensarlo dos veces entre.

Mierda Aria el plan no era este.

Todos los presentes, dos chicos y la chica en cuestion me miraban. La tenian acorralada contra una esquina.  No quiero imaginar que estaban tratando de hacerle.

—Fuera—rugi con furia y les señale la puerta a mis espaldas.

—Dos por uno hermanito—dijo el mas delgado de ello. Literalmente le colgaba la baba y daban un asco asombroso.

Una risa estrepitosa, macabra y aguda empezo a resonar por toda la habitación. Los chicos miraban a Rose como si le hubiese salido un tercer brazo. Si me viese la cara en estos momentos mis ojos estarian como platos.

—Id a chuparla a otro sitio

De debajo de su falda rosa saco un cuchillo mariposa, de color rosa también; y en dos ágiles movimientos les habia rebanado el cuello a ambos.

—¿Estas bien? —su voz sonaba a la de una niña pequeña, dulce y agradable.

—Si.

—Siento que hayas tenido que ver eso—se mordio la punta de su dedo indice y contemplo la escena por unos segundos—Soy Rose.

Lo

—Yo soy Aria, encantada.

Cuando llegue a casa tendré que preguntarle a Kimberly si me dio los datos de la persona correcta.

A R I ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora