Capítulo 46 : Costillas rotas

234 36 23
                                    

- Afuera está una camioneta que nos espera, averigüe un par de cosas que no van a gustarte -le advierte

- De que hablas -susurra mientras mira por la ventana la reja trasera del jardín- Nunca hay guardias allí, podremos salir sin ser vistos

- Amado y Braulio no trabajaron sólos -murmura abriendo la reja

- Eso es obvio -dice mientras sale- No recuerdas a los dos hombres? Los que entraron -camina a la camioneta

- No es a eso a lo que me refiero precisamente -abre la camioneta- Llegaremos a la que será nuestra base en unos minutos -se monta

- Ya hasta base tienes -jala el cinturón

- Tuve tiempo y una gran maestra -ríe y arranca- La ayuda que recibieron -cambia su expresión facial- Es de Mónica y Saúl -se detiene en el semáforo

- Qué... -lo ve- No -niega- Ella no me haría eso, todo bien, me odia pero... -se calla unos segundos- Eso no

- Lamento decírtelo pero si -se dirige a una bodega- Ella ayudó con las cámaras, pero fue muy tonta se dejó ver

- Por que -dice sin entender- Por que meterse con una bebé

- Pues no lo sé, supongo que hay gente bastante mal de la cabeza -le abren las puertas del lugar para esconder la camioneta- Te conseguí un cambio de ropa y armas -se baja- Por ahora nos queda esperar a que te llamen

- Dónde está ella ahora? -lo sigue

- Ese es otro detalle -se pone algo nervioso

- Que hiciste -lo ve

- Se iba a escapar -se excusa- La trajimos y está amarrada, trataremos de sacarle información por las buenas si es lo que te preocupa

- Por las buenas? -ironiza- Por su culpa mi bebé debe estar roja de tanto llorar, yo le voy a sacar todo -dice decidida- Llevame con ella

- Estás segura? -la lleva, la verdad quería ver lo que haría

- Si -asiente hablando como hace no mucho tiempo atrás- Soy la Doña, no ando con mamadas 




Dante sonríe contento, no es que el sufrimiento ajeno le diera placer, pero había soñado tantas veces poder trabajar con Altagracia.

Conocer de cerca su forma de actuar y realizar las cosas, así aprender de ella, hasta ahora era una de las pocas que consiguieron quitarse todos los cargos de encima y sobre todo ni siquiera se le había descubierto otros de por ahí.

Empuja la pesada puerta de metal corroido por el pasar de los años, en una habitación iluminada apenas por un foco amarillo sobre la cabeza de la víctima.

Amarrada de las manos, colgando del techo, obligándola a estar parada así las piernas y los brazos sufrirían el peso de aquel cuerpo.

Por la marca en sus muñecas de la cuerda, no llevaba mucho tiempo allí, tal vez sólo media hora, aún así se había lastimado, la estúpida habrá creído que se podía soltar.

Su rostro era todo un poema, al levantar la mirada y encontrarsela de frente, con cara de pocos amigos, conocía aquella mirada vacía muy bien.




- Mamá -trata de disimular el nerviosismo- Sabía que vendrías a ayudarme, no entiendo por que me tienen aquí 

- Mamá? -camina a su alrededor- Ahora soy mamá? -hace resonar su tacón con cada pasó

- De que hablas? -sonríe- Siempre lo haz sido

- Entonces por que -la jala del cabello brusco haciéndola levantar el rostro- Te metiste en dónde nadie te llamó? Por que con una bebé? No pudiste pensar un plan mejor? Eh? Hijita -suelta su cabello

- No sé de que estás hablando -intenta llorar- No hice nada -grita- Yo no tengo nada que ver, todo lo hizo Saúl

- Cállate -alza la voz- Me molesta el sonido de tu voz, ahora -toma aire- Dónde tienen a mi hija?

- No lo sé -evita mirarla- Ya te lo dije, esto es cosa de Saúl

- Tu le creés? -se gira viendo a Dante

- No -ríe adorando todo- Ni siquiera puede mirarte, yo digo que ella miente -arrastra una silla sentándose

- Yo tampoco te creó Mónica -la ve negando- Te lo voy a repetir una vez más -suspira- Dónde está mi hija? Dónde tienen a Zoé?

- Ya te lo dije, son cosas d.... -se calla al recibir una cachetada

- Dónde está! -grita furiosa

- Que no s... -gana otro golpe más fuerte que el anterior

- Sigo esperando Mónica -dice desafiante- Mira que la mano no me tiembla, te voy a romper toda la boca y no me importará ¡habla ya! -alza la voz




Mónica nunca la había visto así, sus ojos estaban muy oscuros, la respiración era cada vez más agitada, con cada palabra parecía que escupia kilos de rencor y odio.

Empezaba a temerle, en especial al verla tomar una vara de hierro, la veía venir con lentitud, cómo midiendo sus pasos para sembrarle más terror, lo estaba logrando.

Se detuvo algunos pasos frente a ella, analizando el hierro en sus manos, cómo si pensará la forma en utilizarlo, causándole ansiedad mezclada con el miedo.

Su corazón se detuvo al ver como lo levantaba, estrellandolo en su costilla segundos después, quitándole todo el aire que retenía en sus pulmones, por medio de un grito desgarrador.

Asustando un poco a Dante que dio un brinco en su silla, pensó que sólo iba amenazarla, esto era mejor que aquello obviamente.




- Entonces -pasa los dedos por sobre la comisura de sus labios limpiando el labial- Ya hablarás ? O esperaremos hasta destrozarte las costillas -sonríe dando de hombros

Y si todo fuera diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora