Vacaciones en la playa Parte III

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Narrador Omnisciente

La pelota se había estrellado justo en el rostro del joven de rulos dorados, a lo que el moreno inmediatamente corrió hacia donde estaba el peliazul para darle su merecido, era más que obvio que el golpe había sido de forma intencional.

—Ya te cargó la verga.— al dar la primera zancada se fue directo a la arena, enterrando las narices ahí mismo, todos comenzaron a reírse.

—Hediondo pendejo.— se mofaba Ghiaccio al ver el rostro del moreno todo sucio y algo rojo por el impacto, lo que no se esperaba fue que detrás de él se encontraba Giorno con la nariz algo manchada de sangre y con una lúgubre mirada en búsqueda de venganza.

—Inútil.— fue lo que susurró el rubio antes de darle la paliza de su vida al de rizos; patadas y golpes a puño cerrado lo inmovilizaron y en forma de ovillo trataba de cubrir lo más posible su cuerpo de la descomunal fuerza de Giorno.

—A no, no me vas a maltratar al hielitos, rubiecito chichón.— Melone se lanzó hacia Giorno quien no paraba de patear a Ghiaccio; con una habilidad casi felina Gio notó que el pelilila se aproximaba, así que movió su puño y lo dirigió directo a la mandíbula del otro haciendo que se mordiera la lengua, Melone cayó tendido en la arena todo aturdido y con la boca sangrando.

—Ahhhhh putos montoneros.— gritó Narancia desde su lugar.

—Si tantos huevos tienes, ve a ayudar al novio de tu hermano.— del otro lado le respondió Illuso.

—A ver tu ayuda al gritón y al patas.— ambos hablaban pero no se unían a la pelea, pero fue cuestión de tiempo para que llegaran las madres a separarlos.

—¡Chamacos pendejos que están haciendo!— Prosciutto corrió con su chancla en la mano, al ver que no le prestaban atención se dispuso a golpearlos para así separarlos.

—¡Giorno, ya basta!— Buccellati también corría detrás de su vecino.

—¡Ya ves!, para que invitan a este mocoso cagón, solo trae problemas.— desde lejos se escuchaba la voz de un Abbacchio ya tomado.

—¡Separense por un demonio!— Prosciutto arrojó su chancla pero no dio en el blanco, se fue directo al mar, desde lejos veia como se alejaba rápidamente entre las olas agitadas.

—¡Mi chancla Gucci!— el rubio inmediatamente corrió hacia las olas para recuperarla, era uno de los poco objetos valiosos de los que se sentía orgulloso portar.

—No es para tanto, no te arriesgues.— Bruno como pudo logró separar a Giorno de un ahora convaleciente Ghiaccio, el de rulos simplemente se sacudió la arena y se dirigió donde yacía Mista con la cara aún sucia de arena.

—¡Yo voy por ella, con esas nos fuimos de luna de miel cuando nos casamos!— Risotto corrió tambaleándose por el efecto del alcohol, se lanzó sin más hacia el mar y nadó hasta donde estaba la chancla flotando.

—¡Yo te ayudo, hermano! Todo por culpa de este pendejo hijo de papi.— lo siguió Leone quien no perdió oportunidad y le lanzó un poco de arena a Giorno por las enormes zancadas que daba al correr.

—Que exagerados.— Narancia se cruzó de brazos mientras veía como ambos albinos perseguían la chancla sin lograr atraparla, Prosciutto había salido del agua y veía con preocupación como se alejaba más y más.

—Ama me mié otra vez.— Pesci jaló del short al rubio.

—No me molestes Pesci, estamos en algo muy importante. Ponte tu otra ropa, tu puedes hacerlo solo.— Prosciutto rechinaba los dientes y suplicaban por recuperar su chancla.

La Squadra TercermundistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora