Vacaciones en la playa

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Narrador Omnisciente

En una plática cualquiera entre Prosciutto y Bruno salió a flote el tema de la playa. Buccellati al ser un hombre que nació y creció en la costa jamás le impresionó el mar, era su día a día en su niñez; cada que iba a pescar con su padre, el caminar descalzo todos los atardeceres, sentir la brisa en su piel canela y como agitaba su melena corta esos viajes en lancha.

El rubio abrió los ojos tan grandes como pudo al escuchar eso, el siendo un citadino únicamente fue a la playa cuando se casó con Risotto y una semana de crucero por todo el mar Caribe; una luna de miel inolvidable. Pero desde que adoptaron a los chicos y cuando Ris perdió su empleo, todo se fue al carajo. Jamás llevaron a sus vástagos a conocer el mar.

—Es lindo el mar, pero no hay nada que me sorprenda.— suspiró Bruno.

—Pues claro que no te sorprende nada si viviste ahí, seguramente comias pescado del diario y te bañabas ahí mismo. Mis mocosos ni siquiera lo conocen.— el rubio acomodó un mechón que se había salido de su sofisticado peinado.

—No se pierden de mucho.

—Pero aún así pienso llevarlos, es más ¡Mañana mismo iremos!, aprovechando que Risotto descansa. Organizaré la salida y tú me vas a ayudar ya que te las das de conocedor del mar.— Prosciutto sonrió de lado, desde hace un tiempo tenía unas inmensas ganas de salir en familia y para ello había reservado un poco del dinero que había recibido Risotto cuando fue a la fiesta de los Joestar.

—B...bueno, no es para tanto... no para salir de esta forma tan repentina...— Bruno trató de safarse del plan de su vecino.

—Pero nada, es más, invita a toda tu familia y a tus yernos los fresita. Que valga la pena la salida.— al final Buccellati cedió y ahora se encontraba en casa de los Nero anotando todo en una libreta, el viaje a la playa tenía que salir perfecto pese a ser algo improvisado y de bajo presupuesto.

Prosciutto marcó en su celular el número de Gelato y los invitó al plan, el sabía que ellos poseían una camioneta de batea amplia, ahí podrían viajar todos; era cosa de ponerle unas cobijas y enlonarla para que no les diera el sol directo durante el viaje, ya se las arreglarían para cooperar para la gasolina.

—Sorbet y Gelato ya confirmaron y a las 3 de la madrugada estarán aquí con el transporte, entre su camioneta y la de nosotros cabemos todos perfectamente.— el rubio se dirigió al pelinegro, este estaba haciendo una lista para los bocadillos que llevarían para comer durante el trayecto. Lo único barato y fácil de hacer para alimentarse; sándwiches.

—Le encargaré a Mista los ingredientes para hacer unos sándwich y lo que haga falta lo iremos comprando en las tiendas de autoservicio.— el moreno llevaba el bolígrafo a sus labios, pensando en otras cosas que podrían llevar.

—No seas tan despilfarrador, iremos recortados de gasto y si queremos que nos alcance para la gasolina, entonces llevaremos cosas caseras, esas tiendas de autoservicio se pasan con los precios.— Pros rechinó los dientes, entonces fue a la cocina y de su refrigerador sacó varias cosas a casi terminar; entre ellas algo de ensalada rusa, frijoles, pollo enchilado, pepinillos, una pizza tiesa y otros restos de comida que aún no se descomponía. —Haremos sandwiches de lo que hay aquí.

Ambos se pusieron manos a la obra y se llevaron prácticamente toda la tarde planeando la salida, incluso olvidaron cocinar para sus respectivas familias; para suerte de los Abbacchio-Buccellati, Narancia pidió una pizza y Leone la pagó, pero los Nero al no tener suficiente dinero, tuvieron que ir a comprar maruchan y eso cenaron.

Y llegó la hora de salir, las dos familias llenaron sus mochilas con cambios de ropa y lo que pudieran necesitar; algunas pelotas, sombrillas de partidos políticos, toallas y bloqueador solar. Prosciutto subió a su camioneta varias bolsas con sandwiches con distintos rellenos, codito frío con jamón y piña, y un garrafón de 20 litros con agua de horchata.

La Squadra TercermundistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora